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Fabián Salazar Guerrero PhD. Doctor en Teología. Asesor Espiritual.

La vida está llena de pequeñas sorpresas que encontramos en nuestras jornadas cotidianas y que requieren que estemos atentos a descubrirlas y lo más importante a disfrutarlas. En ocasiones estamos tan distraídos que pasamos por alto los detalles y nos perdemos la oportunidad de llenar de sonrisas nuestra existencia.

El hecho de estar vivos es el mayor de los milagros y el gran motivo para sentirse agradecido en cada momento. Al abrir los ojos de la mente y del corazón comenzamos a darnos cuenta de que todo a nuestro alrededor se vuelve hermoso y cobra sentido como un regalo de amor.

Te desafío a estar presente para encontrar gozo en los algunos de los siguientes motivos:

– Abrir los ojos y sentir con alegría que estamos nuevamente vivos. Respirar profundamente.

– Levantarse con entusiasmo y tomar conciencia de cada una de las partes de nuestro cuerpo.

– Sentir esa ducha reconfortante que acaricia nuestra piel y nos despierta.

– Tomar el alimento reconociendo su sabor, su color y su aroma. Disfrutar cada bocado.

– Saludar con afecto a nuestros seres queridos y si están lejos, llamarlos para sorprenderlos.

– Agradecer, agradecer y agradecer por todo

– Mirarnos al espejo y decirlos muchas cosas bellas sin criticarnos.

– Salir a la calle y descubrir el rostro de otras personas. Regalarles sonrisas y alegrarles su día.

– Volvernos a ilusionar con nuestro trabajo o estudio y comenzar con renovado entusiasmo.

– Regalarle al mundo una mirada renovada y dejarnos sorprender de aquello que ya nos es rutinario.

– Caminar, caminar y caminar. Descubrir de nuevo la ciudad.

– Hacer cambios en tu lugar para tener nuevas ópticas y adornar nuestros espacios.

– Revisar de nuevo las fotos de nuestro celular y alegrarnos por esos bellos momentos capturados en imágenes.

– Llamar a un amigo que hace rato no se contacta para preguntarle por su vida.

– Ir a un plan diferente de la oferta cultura de tu ciudad y aprender algo nuevo.

– Jugar, jugar y jugar recordando como cuando éramos niños.

– Revisar nuestra biblioteca y de nuevo volver a leer ese libro que nos gustó.

– Dedicar un tiempo para cocinar y disfrutar de invitar a alguien a cenar.

– Reír, reír y reír aún de sí mismo.

– Ir al mercado de tu ciudad y darte una inmersión entre sabores y aromas.

– Besar, besar y besar disfrutando al hacerlo.

– Mirar las nubes e imaginar figuras como cuando lo hacíamos en la infancia

– Patear piedras, mirar las flores, caminar descalzo, y sentir la tierra.

– Hacer un oficio de la casa mientras se coloca música, se canta y hasta se baila.

– Disfrutar, disfrutar y disfrutar de la belleza de la naturaleza

– Sacar tiempo para jugar con niño y visitar a los ancianos.

– Maravillarse del silencio y sentirlo en nuestro corazón.

– Viajar a nuevos lugares que nos permitan vivir nuevas experiencias.

– Disfrutar de una buena compañía y de una agradable conversación.

– Descubrir a Dios y sus ángeles que nos hablan y cuidan cada día.

– Contemplar, contemplar y contemplar con amor todo lo que nos rodea.

Y la lista continuaría, esto es sólo para recordar que la vida está llena de momentos irrepetibles que vale la pena disfrutar.

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