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¡Bienvenido 2022! Pero más que eso, hasta nunca 2021, uno de los años con mayor convulsión política, económica y social de la historia reciente del país. Ahora, en este año nuevo, nos enfrentamos a un mayor reto, la renovación del ordenamiento político nacional en el ejecutivo y legislativo. Seguramente, en el momento que usted lee esto, enero del 2022, usted todavía no tiene decidido por quién votar a Cámara de Representantes y a Senado, pero a lo mejor en lo que concierne a las elecciones a Presidencia de la República si tiene unos mínimos estándares. Lo anterior, considerando lo importantes que son estas elecciones, pues la discusión de los próximos 4 años será la reactivación de la economía, la superación y graduación de la pobreza y por supuesto, el desarrollo social del país.

Por este motivo y por lo imperativo que es escoger un Presidente que nos lleve al pico del éxito con un desarrollo creciente e inclusivo y no a uno que se lleve al país y a la economía por la borda,  a continuación pretendo presentarle el kit antipopulismo económico para este 2022 conformado por los top 3 mitos económicos que seguro escuchará de varios candidatos pero en los que usted, ciudadano preocupado NO debe caer.

1. Proteger la industria nacional a través de aranceles es la manera de desarrollar la economía del país. 

Esta es quizás una de las falacias más reiteradas en los debates presidenciales, cuando a política económica y de desarrollo se refiere. Los candidatos tendientes a la izquierda reclaman que ‘desde la apertura de Colombia al mundo en 1991’ -esto tampoco es cierto, y con esto la bajada de los aranceles en el comercio exterior -, han llegado productos extranjeros a destruir la industria nacional con su competencia. Según datos del Banco de la República, el arancel nominal máximo se elevó a 35% entre 1991 y 2001, en 80% entre 2003 y 2008 y a 98% desde del 2009. A partir de esto es evidente que el coeficiente de variación del arancel nominal es hoy mayor que en los años anteriores de la ‘apertura económica’. 

Más allá de la mentira acerca de la apertura económica y de la realidad que estamos mucho más cerrados al comercio mundial, quiero hacer énfasis elevar los aranceles afecta a las personas más vulnerables en materia económica. ¿Realmente es necesario que una persona con un salario mínimo pague 5 mil pesos por una papa solo porque es cosechada en Colombia? Además, fomentar esto es dar un incentivo al Estado a no solucionar el problema de baja competitividad con infraestructura y falicitación de rutas de exportación, como ha sucedido desde siempre. 

2. Colombia es uno de los países más desiguales del mundo y por eso es necesario pagar más impuestos 

A pesar del peso moral que esta afirmación tiene, no es cierta. Hay un consenso en la opinión pública con la que se describe al país como el más desigual basándose en la premisa de que Colombia es el país más desigual de América Latina y que ésta es la región más desigual del mundo, por ende, por transitividad, Colombia es seguramente uno de los países más desiguales del mundo. Si bien para cualquier estándar moral, la desigualdad en Colombia es inaceptable, el país no tiene niveles de desigualdad superiores a los del resto de la región.

Ahora bien, respecto a lo concerniente al tema tributario, la verdadera discusión no radica necesariamente en la cantidad de impuestos que se tiene sino en la redistribución de las cargas, pero sobretodo a que el 80% de la estructura tributaria recae sobre las personas jurídicas y el resto en las personas naturales. Una verdadera reforma fiscal no implica cobrar más impuestos, sino redistribuir las cargas para lograr mayor progresividad en el sistema y, además, buscar que las empresas sí o sí paguen menos impuestos y los ciudadanos paguen lo que tienen que pagar. 

3. ¡Afuera la minería y adiós al fracking!

Quizás esta sea la de mayor agrado entre las generaciones más jóvenes, sin embargo decirle un no rotundo a la minería y a la modernización de esta, que implica la experimentación con el fracking, es completamente irreal para la estructura fiscal a nivel nacional y los ingresos por regalías de las entidades territoriales. 

Con esto no quiero decir que el país no necesite una diversificación en su canasta exportadora y una política de transición energética. Efectivamente la necesita y es necesario ordenar la planeación a un mediano plazo para cumplir este objetivo. Sin embargo, afirmar que es posible lograrlo en un lapso de cuatro años y echar a las multinacionales de totazo es absurdo. El caso de México y su transición del petróleo a otros mercados como el automotriz es ilustrativo, considerando que se demoró más de 30 años en diversificar su canasta exportadora. 

Sin duda este 2022 se viene con toda, y considerando las consecuencias de la pandemia en la economía, las tendencias del comercio mundial y, sobretodo, la pobreza que abunda en Colombia con 20 millones de colombianos por debajo de la línea de ingresos monetarios minimos, el populismo estará omnipresente. Con esto, quiero invitar al lector a que no se deje engañar con soluciones fáciles por más que parezcan. Insisto de manera reiterada en que las soluciones para sacar a Colombia adelante no son fáciles ni mucho menos populares.

¡Ojala este año elijamos bien! Feliz 2022 para todos. 

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