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El pasado 14 de octubre, la Academia Sueca de Ciencias anunció que los ganadores del Premio Nobel de Economía para este 2024 son Daron Acemoğlu, Simon Johnson y James A. Robinson por demostrar, en palabras del Comité, la importancia de las instituciones en la prosperidad de los países. La tesis principal de estos autores es que los arreglos institucionales de un país son determinados por los patrones de la colonización europea y que estos tienen un impacto determinante el destino económico y social de los países. Sin embargo, lejos de desconocer la importancia de esta premisa y de la economía institucional per se, la tesis del Nobel de este año es inconcluyente y además, presenta un claro sesgo de selección (Cherry picking).

Acemoğlu, Johnson y Robinson (AJR) han desarrollado distintos papers que explican que a raíz de los patrones coloniales existen dos tipos de instituciones, las inclusivas, que están asociadas a la existencia clara de derechos de propiedad estables, estado de derecho y mercados competitivos y; las exclusivas, que parten de factores como el nepotismo, clientelismo y la corrupción. Un ejemplo que da vida a su tesis es la ventaja en riqueza que tenía el Imperio Azteca sobre Norteamérica antes de la colonización, y cómo hoy en día Canadá y Estados Unidos superan considerablemente a México en términos de prosperidad.

Sin embargo, y a pesar de que a muchos nos encantan los papers y libros de esta triada de economistas institucionales, sus tesis no son concluyentes y, además, los ejemplos que usan son seleccionados de manera sesgada.

China y la expansión de su Producto Interno Bruto (PIB), -que se multiplicó por 30 desde 1978- fue totalmente inesperada por el mundo y especialmente por occidente. Tras un atraso generalizado en todos los ámbitos de política pública, regresiones económicas y además, con instituciones que encajan perfectamente en ser extractivas según la descripción de AJR, hoy es una de las economías más sólidas a nivel mundial que ha crecido a velocidades nunca antes vistas. Esto, a pesar de no tener derechos de propiedad claros y estar lejos de ser una economía de mercado.

Las teorías de Acemoglu, Robinson y Johnson tienen una tendencia a glorificar en exceso las instituciones políticas modernas de Occidente que, por supuesto, economías prosperas como China, Singapur y Vietnam no poseen. Al sostener tesis como que las instituciones políticas y el estado de derecho son condiciones indispensables para el desarrollo económico, dichas teorías ignoran la naturaleza endógena y evolutiva que caracteriza el desarrollo institucional de los países, seleccionando de manera sesgada ejemplos que le permiten sostener sus tesis.

Sí, personalmente he sido admiradora de Acemoğlu, Robinson y Johnson y creo que su trabajo sí contribuye a la discusión de cómo y a través de qué canales buscar la prosperidad de un país. Sin embargo, su vinculación a la idea de las instituciones inclusivas como una condición  sine qua non para el desarrollo es totalmente obtusa y es lo que ha llevado a varias sociedades a la crisis. Si no, observemos lo que ha sucedido en los últimos 20 años en medio oriente en donde EE. UU. ha buscado imponer esas instituciones a toda costa. ¿El Nobel era merecido? Sí. Sin embargo, las tesis que hoy varios economistas toman como verdades absolutas, hay que observarlas con lupa y, francamente, no comer cuento.

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