Permítanme ser optimista y poner sobre la mesa la visión que Colombia debería adoptar para los próximos 60 años. Hablemos de la esperanza que genera vivir en un país donde sí es posible firmar un proceso de paz (que les quede claro a los violentos que el único camino siempre será la democracia), la expectativa que produce todo el plan de infraestructura que se ejecutará en los próximos años y el impulso a la innovación que les estamos dando a tantos jóvenes emprendedores (ya se habla de start ups en Colombia).
¿Acaso Israel, con un perfecto ejemplo en Tel Aviv, no se convirtió en una fábrica de conocimiento en 60 años, en medio de la crueldad de la guerra? Ese país logró constituir un ecosistema de la innovación, en el cual los jóvenes optan por prepararse para llevar a cabo sus ideas de negocio (todas asociadas a componentes científicos). Y también está Corea del Sur, que hace seis décadas no tenía ni la mitad del PIB per cápita de Colombia, y, en cambio, hoy es una de las potencias económicas del mundo; en materia de tecnología de alto nivel es tal vez un referente, así como lo es Japón. Ha sido la guerra uno de los desafortunados impulsores de estos logros en materia económica.
Y, entonces, ¿por qué no hablar del milagro colombiano (sin folclorismos)? Si tenemos un país que recuperó la credibilidad a nivel internacional, se disminuyeron las restricciones de ingresos, en términos de visas y tenemos una economía que sobrevive en medio de la grave desaceleración regional (además de la caída del precio del petróleo). Es el país donde sigue creciendo la construcción, se mantiene la inversión extranjera y en el cual cada marca tiene serias oportunidades entre la creciente clase media. Por supuesto, tenemos desafíos. Todavía seguimos sin darle la mano a la industria (golpeada por el dólar, la falta de una política clara y de la participación más activa en las negociaciones de los tratados de libre comercio) y de enmendar los errores de la última reforma tributaria.
Es un cambio de chip en la mente de los colombianos. Hablar de la visión de los próximos 60 años exige desescalar el discurso violento, obliga a pensar en grande, a creer que sí es posible construir un país el cual los jóvenes puedan acceder a educación de calidad (y bilingüe) sin necesidad de pagar altas sumas de dinero, donde la salud no sea un producto, sino un derecho, y, sobre todo, donde se estimulen las oportunidades de innovación.
Claro que se pueden generar las condiciones de una economía que no dependa de las materias primas, sino del conocimiento. Pero ello tiene que ver con el Estado mismo, traducido en el ciudadano, el Gobierno, la empresa privada y la inspiración de otros, que, en poco tiempo, lograron hacerlo.
Sin duda, la paz es mucho más que un simple acuerdo, pero la firma del proceso es una semilla que en 60 años puede representar todo un milagro colombiano.
Juan Manuel Ramírez Montero / @Juamon / www.egonomista.com
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Esa es la manera de pensar de muchos colombianos que creemos en que los buenos y honestos son mas que la gente mala. Aparte de buenos y honestos hay muchos colombianos con cerebros sobresalientes que necesitan estímulo para avanzar en ideas y proyectos. Animo Juan Manuel, son muchas las columnas que tienes que escribir sobre el mismo tema.
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Una respuesta para «nocuentes» : leo en tu texto poca idea y mucho rencor. Y tienes que luchar contra el verdadero enemigo que se llama pobreza. Un consejo para cuando escribas intenta aportar más idea y menos adjetivos pues obvio; cuando sobran los adjetivos es que faltan los argumentos. Y sin argumento no hay idea y menos pensamiento crítico
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Sin lugar a dudas estás en lo cierto. Necesitamos pensar en el futuro de Colombia. Pero revisando los hechos nos damos cuenta de que todo o casi todo parte de la educación. Loa países de los que hablas tienen una constante. Y es el desarrollo de habilidades cognitiva a en niños y jóvenes. Para quien quiera saber más: Ruvens Feurestein transformó a los niños rescatados de los campos de concentración alemanes y al finalizar su vida se dedicó a trabajar con chicos autistas y síndrome de Down Corea sigui el mismo Modelo antes lo hizo Finlandia. Educación Educación Educación ese es el tema pendiente de Colombia
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Estimado J M Ramírez, con todo respeto, creo que se apresura usted en su intención de soñar en estos momentos cuando hay una gran incertidumbre sobre la efectividad y durabilidad de la tan anhelada paz que se busca lograr mediante un acuerdo con muchas críticas y objeciones por parte de una gran cantidad (o tal vez mayoría?) de colombianos … El número de colombianos insatisfechos con el proceso de paz supera en millones ( literamente) al número de los beneficiados… De esa forma es difícil alcanzar una verdadera y duradera paz y prosperidad económixa. Lamentablemente, y basado en la realidad social, económica y política que vivimos, creo que tal vez habría que esperar 60 años para entonces poder comenzar a tener el tipo de sueños que usted sugiere. Lamentablemente.
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Me gusta esta visión, pero cómo creer en el desarrollo tecnológico del país cuando vemos que Centros de Innovación como el ICP (Instituto Colombiano del Petróleo) que logró varias patentes internacionales, es cerrado por el Gobierno Nacional que con su miopía no ve que en épocas de crisis es cuando más se deben apoyar los centros generadores de conocimiento y apoyo a la industria?
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Señor Montero: Se apresura ud. En sus colisiones cuando llama violentos a quienes cuestionamos un ‘acuerdo de paz’ en dónde el cumplimiento de la ley y el establecimiento de la justicia son grandes ausentes. Solo falta,que diga que ese gran 60% de colombianos que no aprobamos lo acordado dolo ladramos, porque para los que defienden ese acuerdo sólo somos eso, perros… mucho menos que ciudadanos de segunda clase.
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