Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Ahorro de energía

Eran las 11:55 de la noche, del viernes primero de mayo de 1992, cuando el actual presidente Juan Manuel Santos, siendo ministro de Comercio, se vio en la obligación de correr una hora las manecillas del reloj por cuenta de la crisis energética en que se sumergió el país; desde las instalaciones del Icontec, el funcionario juró salir con urgencia de esa coyuntura (duró 9 meses).

Al cabo de 20 años de conmemorar el racionamiento, el hoy ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, siendo jefe de la cartera de Minas y Energía, afirmó que el país jamás repetiría una situación de estas y que la economía se encontraba blindada frente a una eventual crisis energética. Qué equivocado estaba.

Hoy se repite la historia. De nuevo el país está ad portas –con los mismos nombres de 1992– de volver a repetir esa ‘oscura’ noche. Seamos sinceros, pedirles a los colombianos que ahorren energía a estas alturas del partido, cuando el apagón pareciera inminente, no es más que una carta para trasladarles a los ciudadanos la responsabilidad del Gobierno, concentrada particularmente en la Creg y el Ministerio de Minas y Energía, en relación con la prevención de la crisis energética. ¿Y qué van a decir?: como los colombianos no ahorraron, entonces, habrá apagón. Comencemos por reconocer que el problema no fue solo el fenómeno de ‘El Niño’ y los accidentes en las generadoras (Guatapé y Termoflores). La falla fue humana, de previsión, ahorro y actuar con urgencia.

Este ‘errorcito’, según estimaciones de expertos, le puede costar al país alrededor de un punto del Producto Interno Bruto, o por lo menos pérdidas superiores a los 8 billones de pesos. A ello se sumaría el creciente proceso de importación de energía desde Ecuador, que no es otra cosa diferente a perder la independencia y la capacidad de autoabastecimiento energético; se trata de una contradicción a la hora de prometer competitividad e infraestructura para los inversionistas. Nos vamos a gastar las pocas reservas que se hicieron en caso de situaciones adversas, y como si esto fuera poco, el famoso ‘cargo por confiabilidad’ que se autorizó a las hidroeléctricas para que cobraran por garantizar la prestación del servicio en momentos difíciles, no sirvió (fueron casi siete billones de pesos en recaudo).

Desde esta perspectiva, hay que tener en cuenta que los embalses ya están por debajo del 30 por ciento, y se prevé que a mediados de abril disminuyan hasta 18 por ciento (uno esperaría que las lluvias ayuden en este sentido). El hecho es que, mientras este año el crecimiento se acercaría al 3 por ciento, un eventual racionamiento nos dejaría apenas sobre el 2 por ciento.

Pero hay que aprender de este tipo de situaciones. Una crisis puede repetirse si no se toman verdaderas medidas, y eso pasó en Colombia en estos últimos 20 años. Para que el país supere la brecha en competitividad, innovación, infraestructura, productividad y estabilidad tiene que garantizar recursos tan básicos como la energía y el agua. De lo contrario, estamos haciendo promesas, como nación, que no les vamos a cumplir ni a los ciudadanos, ni a los inversionistas. Ahí nos ganan otros países de la región que ofrecen mayores garantías.

Juan Manuel Ramírez Montero
Consultor privado
@Juamon / j@egonomista.com
www.egonomista.com

Compartir post