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Hay entre cierto sector de bloggers y twitteros una tendencia natural a rechazar, de manera sistemática y acaso arbitraria, cuanto cometario negativo sea estampado en los tablones públicos de discusión dispuestos en sus pequeños ciber-feudos.

Soy de los que se opone a tan dictatorial medida. Y lo hago no tanto por querer posar de democrático o de tolerante, ni porque esté del todo convencido de las absolutas ventajas de esta nueva revolución propiciada por las mencionadas formas de comunicación, digamos, menos excluyentes.

Si bien creo que una de las grandes ventajas del universo blogger es la de situar a lector y autor en un plano similar, con relativa igualdad a la hora de comunicar las ideas de cada uno, hay un motivo al que encuentro más poderoso para sostenerme en ello.

De alguna manera pienso que -de mantenerse almacenado como es debido- a la vuelta de unos 100 años este tipo de espacios (hablo de blogs, trinos, foros de discusión y demás) habrá de convertirse en un buen referente futuro de lo que fuimos en esta Colombia de comienzos del siglo XXI. De nuestro temperamento. De nuestras ambiciones. De nuestros más íntimos y persistentes intereses. De nuestra naturaleza quintaescencial.

Hace poco lo discutía con un sensato buen amigo, quien además se alineaba como defensor de la prevalencia de cuanto mensaje fuera escrito en estos medios, más allá de la insensatez o de la incoherencia presente en los pataleos odiosos de muchos lectores impertinentes, o de ciertos bloggers desubicados.

Tras una larga charla concluimos que las dinámicas detrás de los blogs, twits y foros, su funcionamiento, las reacciones de sus lectores, la orientación de los contenidos y el comportamiento típico de sus seguidores, comentaristas y autores no son nada distinto a un fidedigno espejo de lo que somos en nuestra más pura colombianidad de hogaño.

Tomaré como pequeño material de muestreo a quienes como yo, hacemos parte de este minúsculo reducto de bloggeros y lectores, circunscritos a la dimensión onmipotente de la Casa Editorial El Tiempo y su Tiempo.com.

 

dispersos.JPG1. Dispersos e inconstantes

Al dar una mirada ligera y desprovista de excesivas herramientas de análisis podremos llegar a una primera aproximación.

Como la mayoría de colombianos, los bloggeros de nuestro país son dispersos e inconstantes. Tal hecho puede verse reflejado, por ejemplo, al promediar la esperanza de vida de la cantidad de espacios como éste que a diario se cierran y se abren desde el territorio nacional, patología que, aunque mundial, ha encontrado en Colombia un buen espacio para la reproducción de sus perniciosas cepas.

En su mayor parte la duración de los blogs hechos en Colombia no suele superar los tres meses, hecho que bien puede corroborarse al revisar los historiales de publicaciones disponibles en cada uno.

 

futbol.JPG2. Mayoritariamente nos interesa el fútbol

Pero hay otras cosas que llaman la atención. Como un reflejo más del sentir mayoritario de los colombianos, uno de los pocos elementos verdaderamente vinculantes es el balompié. Para comprobarlo es suficiente con darse cuenta de cuáles son, de lejos, las temáticas más comentadas por los lectores de blogs en el país, y cuál es la naturaleza de los textos mejor acogidos y apetecidos con mayor fidelidad por los navegantes. Casi sin excepción éstas son aquellas alusivas al fútbol, tema infalible cuando de desatar pasiones se trata.

Una conclusión más, por tanto, es que por lo general el colombiano del promedio sólo se siente cómodo hablando de fútbol, y que casi cualquier otro tópico posible de conversación palidecerá ante la sola mención de alguno de los mediocres combinados dedicados a la práctica de este deporte que con sus pobres desempeños van temporada tras temporada, ensuciando el ya contaminado nombre de nuestro país con sus paupérrimos resultados en certámenes internacionales.

Ahora bien, creo fundamental dejar en claro que la abundancia de blogs futbolísticos no ha contribuido a una verdadera y sustancial mejora en los contenidos de los mismos. En gran parte de los casos, al final, muchos de éstos espacios carecen de autocrítica, y, aún más preocupante, terminan por convertirse en el escenario de pugnas insulsas y absurdas entre los seguidores mismos de los colores de camisetas defendidos por cada espacio.

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3. Pendencieros y belicosos

Menciono algo más: Nuestro carácter pendenciero y belicoso. Cada vez que comparo los comentarios y visitas a las nobles entradas que hago en mi blog en relación con patrimonio, historia o con asuntos deleitables, confrontados con los centenares de mensajes de odio que recibo al criticar a una figura pública, llámese Shakira, Juanes, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos o Palodeagua, las estadísticas resultan desconsoladoras. Si hago alguna mención crítica de Uribe soy guerrillero. Si reconozco algunas virtudes en Chávez soy antipatriota. Si critico a Mockus soy Uribista. Si critico a nuestras figuras de nuestra farándula soy enemigo del país.

Al examinar los foros y enfrentarme con la pila de insultos que a diario suelen caer cual pedruscos malintencionados sobre las cabezas de los inocentes bloggers, pero sobre todo al ser testigo de las pugnas que se entretejen entre los foristas mismos, quienes al final terminan insultándose entre sí, pienso que somos un pueblo más fácil de conmover a través de las pasiones que por la racionalidad. Una nación malhablada, y tendiente a ser desdeñoso para con la opinión del igual. Más movida por la cólera que por los argumentos. Más visceral que pensante.

Luego asocio tal situación con nuestro atávico gusto por la fritanga y comprendo por qué muchas cosas son como son.

4. Cero en comprensión de lectura

Voy más allá: nuestras competencias en materia de comprensión de lectura son vergonzosas. La ironía siempre es malentendida. El humor es tomado en forma literal. Son muy pocos los navegantes de la red en el país capaces de comprender al blog mismo como una totalidad, y no como la suma de distintos momentos en la vida del blogger, registrados en una especie de bitácora de vuelo por la vida.

5. Incapaces de analizar en perspectiva

El colombiano no parece poder aproximarse al trabajo de un blogger como una obra completa y no a la entrada como un chispazo inspirado en un momento determinado de su ejercicio como escritor. Es decir, critican al autor a partir de una entrada y no de su obra como totalidad. Muy pocos entienden de ironías. Una apreciación más, de aquellas que no requieren demasiadas cavilaciones apunta a otro hecho triste. Los colombianos parecemos no poder leer en perspectiva, y sin duda ignoramos, no sé si de forma voluntaria o involuntaria, la relevancia del contexto a la hora de emitir una apreciación cualquiera sobre un discurso determinado. Mientras hay 100 colombianos dispuestos a insultarte por decir algo que contraviene sus ideas, hay sólo dos o tres dispuestos a congratularte por rescatar alguna pieza perdida de nuestra historia.

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6. El analfabetismo funcional

Enunciado aparte merecen la ortografía, la sintaxis, la construcción del discurso, el uso de las mayúsculas iniciales y signos de puntuación por parte de quienes escriben y comentan en los blogs? No creo que todos los colombianos debamos ser émulos de don Cleóbulo. En una contravención a mi anarquía, trato de ceñirme con rigor a las normas de la lengua castellana. Más por un asunto de facilitar la comunicabilidad de los mensajes, que de vanidad o de forma.

7. Lo importante es vender

¿Y qué decir de quienes se infiltran en blogs ajenos para promocionar sus propios negocios, por lo general, basados en sistemas multiniveles para ganar dinero por internet o para hacer cualquier cosa para escapar del tedio y el desempleo? Claro reflejo de las medidas emergentes para sobrellevar la crisis a base de aprovechar espacios creados con fines mercantilistas.

Como lo dije, siento que una buena forma de retratarnos como pueblo, al margen de que las encuestas electorales contradigan los verdes vaticinios del mundo Twitter o Facebook, creo que los blogs, tweets, y demás espacios, tal como hoy funcionan serán buena materia de estudio para un antropólogo serán estas letras a los que los puristas del discurso impreso aún consideran insignificantes.

Para la muestra me atrevo a vaticinar un muy reducido número de visitas o comentarios motivados por la presente entrada.

Hasta pronto.

 
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