Los días se me pierden, encubiertos entre sueños que no serán.
Disipándose bajo la persistencia aguda de la aguja del segundero. Circular y terca. Dispuesta a sobrevivirme, incluso cuando este motor que tengo conmigo se acabe de oxidar.
Los tiempos se me oponen, enristrados contra mi vida. Como las dos campanas alarmadas -sopranos y afónicas- que siguen los caprichos del despertador con el que comparto mis madrugadas y noches, aunque las deteste.
Los años se me gastan. Transformados en cotidianidades insulsas que adormecen el espíritu. Firman su certificado fúnebre a cada folio, contando el final, al revés.
El miedo se me cruza, triste y tranquilo, esperando el avance inminente de las fechas. Para que nos acordemos de él, agobiado como yo por la espera que se disipa. Esperando a esperar.
El alma se me resiste a ser paciente. Se disfraza de incrédula para evitarse engaños. Pero ella misma sabe de su pantomima.
Reloj aguja: ¡Sobra pedirte que dejes de punzarme!
Las palabras me fallan, escasas a la hora de contener los hechos. Convertidas, después de todo, en un inventario de errores.
Y dejo que las ideas circulen libres, por algún lugar de mi mente, sin pedirles que sean algo más de lo que pueden. Y trato de dormir del lado izquierdo.
Y oigo el sonido arrítmico de mi sistema cardiovascular.
Y pienso él también es como un reloj con caducidad fija, que alguna vez, sin remedio, se detendrá. No volverá a hacer ruido. Y se quedará sin cuerda.
Y caigo dormido para iniciar, otra vez, la inútil comedia de lo cotidiano, hasta tanto ello suceda. ¡Amaneció! ¡Vengo a refrendar el dolor de siempre!
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Despierta al alba con sábanas de olas, la foca con aliento a lágrima desdibuja los surcos de la tristeza en la humedad de la mañana.
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Algo raro le está pasando a Ospina:
Es la primera entrada de blog de menos de una cuartilla de extensión…
Y es la primera concisa, sensata y «con sabor»…
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bonito y tierno
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Que buena entrada Andres, siempre disfruto leer su blog. Que bueno que hay personas que aprecian Bogota y que conocen de ella. Un saludo cordial.
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Me identifico con el artículo pero no nací exactamente en Chapinero. Mi relación con esa zona específica de la ciudad no es tan estrecha, pero si con otros lugares de una Bogotá generalmente mágica y defendible ya que no existe lugar tan completo en Colombia. Aspectos buenos y malos, congruentes y extraños, simples y complicados. Pero todo eso nos hace querer seguir aqui, porque cuando se está lejos se extraña con fuerza esta tierra que nos vió nacer y que en el fondo todos deseamos que nos vea partir. Aspecto claro y verdadero que menciona el artículo.
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Muy bueno su blog, siempre me ha gustado. Viviendo en el exterior, siempre leo su blog, que me hace viajar a mi Bogota querida. Recuerda ud muy bien todos los sitios que eran y ya no son, y otros que siguen siendo pero no sabemos hasta cuando. Hace poco fui a Bogota y la vi cambiada, ya no hay rastro de muchos de los sitios que usaba andar. Pero es bueno y sano tener blogs como el suyo que nos recuerden la ciudad.
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