La revista SoHo se despide de su edición impresa. Publicaciones Semana anunció el fin de esta publicación en una lánguida carta, tras dos décadas de existencia. La decisión se da en el marco de los cambios al interior de Semana tras la compra de los Gilinski y la apuesta de la gerente Sandra Suárez, pero también por el agotamiento del modelo de venta por suscripciones y revistas impresas. La revista Playboy, inspiradora de SoHo en su creación, este año también deja de imprimir. Revistas como Maxim en Reino Unido, que fueron creadas para un público masculino, han tenido que cambiar el modelo de negocio y los contenidos.
Alguna vez Daniel Samper Ospina, director de SoHo durante 13 años, contó que le llevó un ejemplar de la revista al maestro del humor Roberto Fontanarrosa para sacar pecho por la calidad de las plumas y crónicas de esa edición. El escritor argentino pasó hoja por hoja de la revista y mirando a Samper dijo: “Debo reconocer, querido amigo, que SoHo no son solo tetas…”. El joven director reaccionó orgulloso antes de que Fontanarrosa siguiera ojeando cuando este terminó su frase: “…No son solo tetas. Son tetas y culos”.
En realidad, SoHo fue muchísimo más que tetas y culos. Con la llegada de Samper a la dirección esta revista se convirtió en un referente de periodismo narrativo en el continente. Por sus páginas pasaron grandes plumas. Su apuesta por promover la crónica periodística, contar historias desde ángulos inexplorados y abrir espacio a voces desconocidas, le valieron a la revista no solo varios premios de periodismo sino el reconocimiento y el éxito en ventas. En su momento llegó a ser la revista de mayor tiraje en Colombia después de TVyNovelas y conquistó el mercado en Ecuador, Panamá, México, Argentina, Costa Rica y Perú.
No fue tarea fácil. Una revista pensada para exponer fotografías eróticas y hablar de temas tabú como el sexo, en un país como Colombia, que según el mismo Samper “se escandaliza con un pezón, pero no con una masacre”, tiene las de perder. Pero SoHo supo proyectar su línea editorial con una meta efectiva: provocar al sector del país más anquilosado y retardatario.
Para eso se valió, incluso, del desnudo erótico como un arma contra la solemnidad y la doble moral. Incomodó, por supuesto, al exprocurador Alejandro Ordoñez que emprendió una campaña de censura contra la revista e interpuso denuncias penales contra Samper y Fernando Vallejo, colaborador de esa edición, a raíz de una portada de 2005 que recreaba la Última Cena. Alejandra Azcárate salía con el torso desnudo representando a Jesús, rodeada de algunos “discípulos” como el maestro Carlos Gaviria Díaz o el conservador Luis Humberto Gómez Gallo. Después de marchas callejeras y opinadores defendiendo a la revista, la defensa liderada por Humberto de la Calle logró sentar un precedente para que la libertad de expresión esté por encima de la susceptibilidad religiosa.
Otras portadas recordadas fueron la de Yidis Medina, excongresista determinante en la reelección de Álvaro Uribe. También Marbelle, la cantante, vestida de varios símbolos religiosos colombianos. O la artística portada del exfutbolista “El Tino” Asprilla. Cómo olvidar, además, la portada de Antanas Mockus recreando a Abraham Lincoln junto a la modelo Catalina Londoño. Igualmente, la portada dedicada al cine donde Antonio Navarro Wolff personifica a Jack Sparrow junto a Londoño, también. Y hubo portadas dedicadas a impulsar la crónica y el periodismo literario en su esplendor, como la de “Un día después de…” o “Un día en Colombia”. Hasta el mismo Samper Ospina posó desnudo en su última edición como director para dejar la solemnidad a aquellos fanáticos de la caverna. En fin. 232 portadas en total. Se quedan muchas por fuera. En todas, eso sí, su temperamento editorial permitió que se hablara de otros temas y personajes, que en las revistas suelen ser relegados.
Entonces, ¿por qué se acaba SoHo? Como dije, la gente ya no compra revistas impresas. La pauta por estos días de pandemia ha puesto a sufrir a los medios —más de lo que ya hacía— porque no entra dinero. Las suscripciones son apenas una porción del sostenimiento que no alcanza. Sin embargo, Publicaciones Semana tampoco es que esté muy interesada en conservar esta marca en el papel. Camilo Jiménez y Sara Malagón, exdirector y exeditora de Arcadia, han dicho que la revista no daba pérdidas. Al contrario. Aún así la cerraron por unos meses —principalmente por razones ideológicas—. Entonces no nos sorprenda que SoHo se acabara si la operación no estaba en números verdes.
Ahora, también creo que el discurso de SoHo se vino agotando. El desnudo erótico no es lo mismo que hace unos años. En esta sociedad digital ya no escandaliza tanto un pezón. La narrativa de la revista, por lo menos desde 2017 hasta hoy, no se actualizó frente a los grandes temas que proponen discusiones: feminismo y equidad de género. La línea editorial casi que se mantuvo. Artículos de estilo de vida, sexo y portadas llamativas como la de Aida Victoria Merlano no fueron suficientes. Es una lástima porque SoHo como marca tuvo en su momento el acierto de ir más allá de la revista impresa y producir videos, hacer eventos y fiestas, comercializar artículos. Vender una experiencia y un concepto. Todo eso se esfumó porque la fórmula del éxito no puede ser la misma durante tantos años. Creo que en eso acertó Samper al irse a tiempo de la dirección.
Solo nos queda recordar tantas ediciones, buscar antologías que se venden por estos días y sacar lo mejor de una revista que hizo mucho por el periodismo en Colombia.
Adenda: Me llegó la nueva Arcadia. Lindo diseño. Nuevas plumas interesantes. Editorial flojo y edición sin norte periodístico. Y el nuevo equipo nos quiere meter los dedos a la boca a los lectores con una vaga idea sobre lo que significa “volver”. Que no se nos olvide: a la revista y a su anterior equipo los censuraron.
@soynicolasrg
Comentarios