Ignoro si todos los adictos a las redes sociales también lo seamos al sexting, pero ambas cosas sirven para matar la soledad, sobre todo cuando nos cansamos de Netflix. Por eso valoro las amistades digitales y trato de conservarlas como parte de la rutina, sin embargo hay días en los que no es suficiente y uno se siente jodido de verdad, es como si tener piernas, un empleo digno y a la familia alrededor no alcanzara.
A mí por ejemplo me pasa los sábados entre las 4:30 de la tarde y las 7:00 de la noche. A esa hora me vengo a bajo, no importa lo que esté haciendo, de la nada me golpea un ataque de ansiedad y siento que estoy tan solitario y desconcertado que solo lo puedo comparar con el primer día de escuela –aunque para muchos significó la felicidad por aquello de conocer gente nueva, en mi caso me aplastó más la idea de que después de desayunar mis papás decidieron abandonarme a la merced de unos desconocidos-. Y aunque esto sucedió hace más de 25 años, los sábados por la tarde me siento el mismo niño indefenso. Incluso puedo soltarme a llorar sin ninguna razón solo por tener la idea de que algo no va bien, soy como esas mujeres quienes tienen un esposo millonario que les da todo, las lleva cada año de vacaciones a Mónaco y solo van de compras a Louis Vuitton, pero al final lo terminan dejando porque a pesar de la plata, los viajes y las propiedades, ellas sienten que algo falta.
Mi sicólogo dice que todo viene de una relación que tuve a escondidas con alguien a quien solo podía ver los fines de semana y que durante los cuatro años que duramos juntos condicioné la felicidad a ese horario. A veces creo que exagera, pero también es cierto que después de que sentimos el verdadero amor quemándonos por dentro el resto de relaciones son solo comparaciones forzadas. Quizá por eso no he vuelto a tener un buen sábado y puede que él tenga razón y se trate tan solo de una tusa de esas que duran media vida.
No sé cuándo se normalice todo, por mi parte he tratado con varias terapias. En un tiempo me refugié en el alcohol y la música, pasé también por el yoga y la meditación y ahora ando dedicado al ejercicio. Me volví de esa gente que publica en Instagram todo lo que hace como si conquistara el Everest cada vez que sale a trotar. A uno la soledad y las tusas lo pueden llevar a sacar lo mejor y peor de sí, el problema es que no sabemos distinguir una cosa de la otra y vamos en piloto automático, convencidos de que tenemos la razón y somos lo mejor. Por lo menos así me siento hasta que llega el sábado.
Jorge Jiménez
Qué buena descripción de esa sensación que a algunos nos acompaña un sábado o un domingo por la tarde. Alivia un poco saber que es un sentimiento compartido con otras persona, aunque desconocidas.
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Que blog tan interesante!! … sentí un alivio al leerlo, creí que solo me pasaba a mí!!…
🙂
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Lea la biblia antes de cumplir 30. ASi conocera la historia del mundo
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Si esta muy aburrido comprese un perro
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