Se advertía y se presentía, y sin embargo tomaba más tiempo del que todos deseaban, hasta que por fin llegó, por lo menos en una buena parte de los países y sus ciudades en América Latina. La masificación de la banda ancha empieza a ser una realidad, y el beneficio para sus usuarios se empiezan a notar.
La conectividad a la Internet, no solo conmutada sino a altas velocidades, ya deja de ser un lujo y pasa a ser una necesidad. No en vano existen medidas como las del estado de alistamiento de los países para participar en una economía globalizada tecnológicamente. La conectividad, la penetración en los países, y el acceso de las personas a la tecnología es un componente importante en este índice.
Las empresas están cada vez más dispersa geográficamente, y requieren conectividad con sus socios de negocios. En el ámbito personal, el surgimiento de toda una tendencia al "entretenimiento por el PC" para juegos, video y música impone también un requisito en la conectividad para que ésta sea por banda ancha. Nos concentraremos en el análisis del efecto para los hogares, ya que para el sector empresarial los requerimientos son muy diferentes y requieren otro tipo de análisis.
La banda ancha realmente se requiere en dos sitios específicos. En la conexión del hogar hasta el proveedor de acceso a Internet, y del proveedor de acceso a Internet hacia la Internet específicamente. La segunda no presenta mayores problemas, porque los proveedores de Internet pueden ampliar o disminuir anchos de banda en forma fácil. Adicionalmente el valor de conectividad a la Internet es cada vez menor por el aumento en la oferta. Los márgenes en porcentaje se bajan, pero en dinero se mantiene, por el efecto del volumen.
El mayor problema de la masificación de la banda ancha es entonces llegar precisamente "a las masas" con tecnología de alta calidad, velocidad y bajo costo, y que permita entregar un ancho de banda interesante entre el proveedor de acceso a Internet y el hogar. Algo en lo que los ingenieros trabajan incesantemente, pero que no necesariamente avanza con la velocidad que se requiere.
Los medios de conexión entre el hogar y el proveedor de Internet siguen siendo contados en los dedos de una mano: cable (fibra óptica o coaxial), inalámbrico, y utilizando el cableado existente en las ciudades, el tendido de redes telefónicas actuales.
Tender cable no es barato, pero ya hay empresas con "un pié adentro" de su hogar, ofreciendo servicios alternos, principalmente televisión por cable. Buena parte de las empresas que ofrecen el servicio de televisión encontraron en la oferta de servicios de Internet una veta adicional para generar facturación marginal sobre las redes existentes. Algo relativamente económico y fácil de penetrar ofreciendo paquetes en conjunto difíciles de rechazar.
Sin embargo, la cobertura del cable es muy baja en nuestros países, y el costo de ampliar la cobertura es lo que hace interesante alternativas inalámbricas. En esta tecnología, basta con colocar unos radios emisores de gran alcance (en las ciudades planas es mucho más fácil), y que el cliente que quiera conectarse, instale un dispositivo al pie de su computador. La conexión se hace en forma inalámbrica, lo que permite que el usuario pueda "andar con su Internet" en la zona de cobertura de su proveedor.
Hay otro tema a contemplar, y es el reuso. Concepto utilizado en las telecomunicaciones para manejar eficientemente ese canal de comunicación. Este reuso básicamente indica cuantas personas van a quedar asignadas al mismo canal. Es decir, para una conexión de 128k, se pueden asignar, por ejemplo, 10 usuarios, que si todos están navegando a la vez, a cada uno le tocaría, en promedio de 12.8k. Cuando solo un usuario navega, puede usar la totalidad del ancho de banda asignado. Esto se conoce como un reuso de 1:10. El costo del ancho de banda para el proveedor sigue siendo el mismo, que al usar factores de reuso pasa a dividirlo entre varios usuarios, permitiendo reducir así el costo de acceso.
Se empieza a ver una reducción ostensible del número de usuarios que usen conexión conmutada, aunque no desaparecerá del todo. Un plan de acceso a Internet conmutado puede tener un costo aproximado entre US$8 y US$10, y a esto hay que sumarle el valor de conexión telefónica entre el hogar y el proveedor de Internet (que puede ascender a otros US$10 a US$20, dependiendo del tiempo de conexión). Una conexión de banda ancha puede estar iniciando alrededor de US$26, y además libera la línea telefónica.
Estos precios deben recuperar la inversión en la infraestructura además de pagar por el costo de conexión a la Internet, por lo que se incluyen cláusulas de permanencia mínima en los contratos. Empiezan entonces ofertas por doquier, lo que podríamos llamar la guerra del centavo, que algunos tratarán de suplir aumentando velocidades, mientras que otros competirán estrictamente en menor precio. ¿Será algún día gratuito el acceso a Internet?
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