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Capitulo uno

Estábamos parados como pelotón de fusilamiento, todos frente al tablero. Mi mamá había propuesto que  los que habíamos perdido cuatro materias nos comprometiéramos a no perder nada en el siguiente periodo. Sin embargo, con promesa y todo, en el siguiente perdí siete, esta vez fueron: español, matemáticas, sociales, educación física, ética y religión. Ese día, cuando le dije a mi mamá lo que había perdido, empezó mi adolescencia. Estaba a puertas de perder el año y la solución que encontré con mis amigos fue sencilla, rápida, y un poco costosa. Debíamos comprar a los profesores para pasar.

Era el 2007 año maravilloso, vivía sin pensar en consecuencias, donde el futuro no existía y donde el  presente era tan extravagante como misericordioso. Nos pusimos de acuerdo, W. Mora, Trujillo, A. Rojas, Salinas, Gutiérrez y yo, que debíamos hablar con el abuelo; así le decíamos al profesor de matemáticas. Unas cuantas botellas de old par nos costo nivelar matemáticas. Luego, W. Mora, que cursaba décimo en ese momento, se encargó de hacernos el puente para hablar con pilar, que era la profesora de español. $100.000 pesos cada uno nos costaba recuperar la materia. Asimismo hicimos con el educación física, religión y sociales.

El desorden duro hasta más o menos finalizar el tercer periodo,  ya que Pilar, la de español había recibido el pago de W. Mora pero aun así lo hizo perder. Imagínense, no solo lo habían estafado a él, todos nosotros corríamos el mismo riesgo. Éramos como un mini cartel que compraban a los profesores para pasar las materias. Personas de otros cursos nos buscaban para mediar por ellos. En fin, el negocio socio llegó hasta ahí. W. Mora no se quedó con esa y se fue a hablar con el coordinador y contó todo. ¡Sí, todo! Pablo, recuerdo que se llamaba él. Le decían labios compartidos porque tenía una cirugía de su operación de labio leporino. A coordinación fui a parar. La olla se había destapado, solo quedaba negarlo todo. Pablo tuvo misericordia de nosotros y no pasó a mayores. W. Mora salió expulsado. Algunos profesores el siguiente año no continuaron, y en mi caso pasé el año casi que ayudado por la virgen María y por el decreto 230 que hubo en ese desordenado año. Igual, mi mamá al enterarse me obligo a repetir todo el curso.

Ese mismo año tuve una casinovia, mi primer amor, o bueno, el segundo (el primero se los cuento otro día). Mí primer amante, y esto lo recalco porque yo era el otro, yo, de trece, ella, de diez y seis y su novio, un tipo como de 28 o 30 años, la verdad no lo sé. Éramos una trinidad perfecta hasta que él se enteró. Su nombre es Rosa, una rubia de un metro sesenta, despampanante, un poco descarada y atrevida.  Nos veíamos los domingos. Un tío se ofrecía a enseñarme a manejar y en realidad íbamos a recogerla y mientras nosotros nos besábamos el nos manejaba el carro. Rara vez iba a mi casa y si iba era muy tarde en la noche, casi que de madrugada. Muchas veces desesperado porque no hablábamos en días la llamaba 5 o 10 veces hasta que me contestara, a veces me respondía Tony, su novio, otras veces ella, diciéndome que no la llamara más que me olvidara de ella, pero al día siguiente me buscaba o me llamaba para decirme que lo sentía que solo me decía eso porque estaba con él. Así pasaron meses hasta que conocí a Miram, una niña de mi edad, sus padres conocían a los míos, nos hicimos novios y de día vivía una relación acordé a mi edad dos niños que se estaban conociendo y salían a cine o a comer. Pero cuando caía la noche, era rosa la que entraba por mi habitación como leona a su presa, que en ese momento ya no era solo de ella sino que también era compartida.

Como saben, debía repetir el año y  esto debía ser en otro colegio. Averiguamos en  varios: el trilingüe, Las Nueces, el Domingo, pero por mis buenas calificaciones no me recibían. Así llegó el colegio al que a partir de hoy llamaremos Salón Floresta, el colegio del que me gradué.

Continuara…

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Tengo 27 años. Soy Productor de cine y televisión. Escribo poemas, cuentos y una que otra experiencia que vivo en mi entrenamiento de triatlón, bienvenidos!! Mi Instagram: @andres_albarracin mi twitter @1albarracin.

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Un bosque de colores y brillo está cautivando al mundo. Unos ojos amarillos y unos destellos sobre una piel azul me cautivaron a mí.

Avatar, la nueva película del director de Titanic, James Cameron, es una obra maestra de 500 millones de dólares que en el poco tiempo que lleva en cartelera (se estrenó el 1ro de enero) ya se convirtió en la segunda película más taquillera de la historia, después de Titanic, y que, a mi modo de ver, ya puede ser catalogada como un clásico, como una historia inolvidable contada magistralmente  de una forma inolvidable.

Las imágenes de Avatar, logradas a través de tomas, diseños y colores, y, sobre todo, de una creatividad única e infinita, hacen que los espectadores creamos en ese mundo de los Na'vi y que luchemos internamente por sus personajes. La película es una obra de arte en términos cinematográficos, pero es a la vez una historia que nos deja un sabor amargo y una sensación de miedo y dolor.

Mientras nos deleitamos con un  mundo mágico de brillo, color y energía a través de imágenes en tercera dimensión, empezamos a entender que toda esa belleza, la historia de amor, el poder de la energía, lo hermoso de cada toma, son solo recursos creativos escogidos hábilmente por un director para enviar un mensaje poderoso a la humanidad: que está destruyendo a su madre naturaleza, a la tierra; que es posible que ya sea demasiado tarde; que el hombre puede ser el peor de los monstruos, "el alien", cuando se olvida de todo para acumular riquezas -casi siempre-; que así sufren las comunidades que son colonizadas cuando llegan los colonos a apoderarse de sus tierras, a expulsar, a exterminar, como si no existiera humanidad alguna en ellos.

Es difícil meterse en la mente de un director, y más de uno bueno, pero al ver la película solo pude preguntarme de dónde saldría una idea tan brillante y creativa, y a eso solo pude responder que lo brillante y creativo, como siempre, surgió de lo más simple: del mensaje que se quería enviar, un mensaje ya repetido hasta el cansancio de cómo el hombre se destruye a sí mismo y al mundo en el que vive, pero que esta vez un director quiso contar de otra forma porque sabía que haciéndolo como siempre su idea no funcionaría; hacer una película histórica sobre alguna guerra, sobre la colonización de alguna región, sobre seres humanos destruyendo el planeta sería lo mismo de siempre y sería recibido a ciegas, con indiferencia, como ya nos hemos acostumbrado a asumir las cifras de muertos, de ataques, de destrucción.

Pero unos seres azules, brillantes, con hermosos ojos almendra y habitantes de un bosque de colores, destellos y energía, de unión y poder, vistos en tercera dimensión y construidos alrededor de una historia de amor serían las figuras perfectas para que la sensibilidad de los seres humanos resurgiera de lo más profundo de su interior. Con estos seres Cameron creyó que lograría comunicar su idea y lo hizo.

Avatar está transmitiendo un mensaje muy poderoso a millones de personas en el mundo. Y eso no quiere decir que algo cambie debido a la película; no lo hará. Pero los Na'vi, sus ojos almendra, su desgracia, su amor por la naturaleza, su indestructible unión y su conexión energética se quedarán para siempre en la mente de muchos seres humanos que se sintieron de otro bando mientras se adentraban en esta historia. Por lo menos de mi mente no saldrán jamás.

Y, como una de esas coincidencias mágicas, en este caso muy dolorosa, que parecen salidas de ese bosque de energía de Pandora, mientras veía Avatar y a los Na'vi huir llorando y observabando impotentes cómo les destruían su mundo, pensaba con el corazón apretado en esos miles de haitianos que en ese mismo momento debían estar también llorando y corriendo después de que unas horas antes un terremoto hubiera prácticamente destruido Puerto Príncipe. De mi mente será imposible borrar esta comparación así como la sensación de dolor que nació en mi interior cuando unos personajes azules representaron frente a mí lo que en esos instantes ocurría realmente a seres humanos en otro lugar de mi planeta.

Es hora de despertar; con la naturaleza no puede nadie. Ella oye nuestros mensajes y nos responde, y, en este caso, el director de Avatar hizo un trabajo maravilloso en la transmisión de uno muy repetido de prevención, aunque quizás bastante tardío.

"Eywa", te pido que ayudes a que la naturaleza sepa conservar sus equilibrios, así dolorosamente a veces el hombre tenga que pagar por lo que ha hecho.

Ya alguna vez había mencionado que no soy amante de la ciencia ficción, pero Avatar es para mí su mejor exponente, al punto de que, además de ser absolutamente hermosa, a través de recursos del género logra crear una realidad y, lo que es más importante, logra enviar ese mensaje que de ninguna otra manera había conseguido llegar a tantos.

 

www.catalinafrancor.com/blog

 

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