“Todo lo que sube tiene que caer”, dice la canción de Gilberto Santa Rosa, y es la frase con la que relacioné el futuro de Piper (Taylor Schilling) en la cuarta temporada de la serie, lanzada este mes en Netflix.
La joven de Nueva York ingresó a la cárcel siendo muy ingenua, pero viviendo unos meses allí se adaptó a la vida delincuencial y hasta creó su propio negocio: la venta ilegal de calzones con flujo de presidiarias.
Con esta iniciativa le ha ido muy bien y además se ganó el título de jefa en Litchfield, que la llena de orgullo. Sin embargo, su prosperidad se verá afectada o finalizará, según lo que he visto en los tres primeros capítulos de la nueva temporada.
Dos de sus proveedoras, la viejita que cultivaba marihuana cuando era libre, Yoga Jones, y una reclusa que no es tan popular, Anita, no trabajarán más para ella, y las nuevas presas dominicanas, que ella se negó a vincular en su emprendimiento, parece que le harán competencia.
Alex (Laura Prepon), la exnovia de Piper que traficaba droga y causó su encarcelamiento, también está en problemas debido a que mató al sicario de su exjefe, Kubra, que intentó asesinarla en el invernadero, con ayuda de una compañera, Lolly (Lori Petty), que sufre algún tipo de demencia. El cadáver del hombre fue enterrado por ellas dos y una convicta más vieja y experimentada, Frieda (Dale Soules), en el jardín, lo que atormenta a Alex y a su amiga día a día y podría salir a flote.
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Además, las nuevas villanas de la serie podrían ser las dominicanas, encabezadas por María (Jessica Pimentel) y Blanca (Laura Gómez), quienes están aprovechando que a la prisión llegaron 80 nuevas condenadas, muchas de ellas latinas, para consolidar su dominio.
En esta temporada, asimismo se destacan el ingreso a Litchfield de Judy King (Blair Brown), una celebridad de la cocina que recibe un trato especial -le fue asignada una celda privada para compartir con una rea de su preferencia, que, por elección de Healey (Michael Harney), termina siendo Yoga Jones; la entrada de nuevos guardias, veteranos de la guerra que vivirán en casas aledañas a la cárcel, el nuevo romance gay entre Poussey (Samira Wiley) y Soso (Kimiko Glenn), y el trauma que vive Pennsatucky (Taryn Manning) tras la violación que sufrió por parte del vigilante Charlie Coates (James McMenamin), entre otros.
Con su marcado toque de humor negro y drama, los 13 nuevos capítulos de ‘Orange is the New Black’, dirigida por Jenji Kohan, prometen caos en la prisión y en la vida de las reclusas, por lo que recomiendo verlos pronto, y si es posible de corrido, en Netflix.
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