‘Bloodline’, una serie que hay que ver por su interminable drama familiar
Empecé a ver ‘Bloodline’ el año pasado, cuando se estrenó en Netflix. Me llamó la atención porque se trataba de una familia ‘Flanders’- como los personajes de ‘Los Simpson’, o sea más o menos perfecta-, que a medida que pasaba el tiempo dejaba de tener esa imagen ideal y se convertía en una típica familia con problemas. También, me sedujo el hecho de que se desarrollara en los Cayos de la Florida y tuviera un seguimiento policíaco.
Ahora, después de ver su segunda temporada, en esta última semana, me enamoré totalmente del programa, o me envicié, y ya quiero ver la siguiente temporada, que se estrenará el próximo año, de acuerdo con Variety.
‘Bloodline’ cuenta la historia de los Rayburn, una familia muy respetada y conocida en los Cayos de la Florida por tener un hermoso y exitoso hotel frente al mar, el destino ideal para cualquier turista en busca de unas vacaciones inolvidables.
Sin embargo, su vida no es color de rosa y eso queda en evidencia cuando su hermano Danny, la oveja negra de la familia, regresa a los Cayos a hacer fechorías para resolver los problemas económicos que tiene en Miami.
https://www.youtube.com/watch?v=tRnS8FkcXNk
Danny no siempre fue un chico malo: en su infancia era un niño dulce, como sus hermanos (John, Megan, Kevin y Sarah), pero su vida cambió y se fue al traste cuando, sin culpa, causó que Sarah muriera ahogada en mar abierto. Como castigo, recibió una golpiza brutal de su padre, Robert, que por su gravedad fue investigada por la policía y luego descartada por una mentira grupal de la familia, orquestada por su madre, Sally.
El caso de violencia intrafamiliar motivó a Danny a irse de la casa y sobrevivir por su cuenta en Miami, donde se convirtió en chef y montó un restaurante con dinero prestado y ‘mal habido’. Para pagar sus deudas, él le pidió ayuda a su papá, que no se la concedió, y por ello atracó una droguería y empezó a vender fármacos hasta que lo pillaron y lo metieron a la cárcel. Al ser liberado, decidió volver a los Cayos para buscar una manera de resolver su difícil situación.
En su ciudad natal, el Condado de Monroe, Danny empieza a hacer lo que sea para ganar dinero, desde robar gasolina hasta traficar cocaína con un grupo de personas muy peligrosas, que además trafica personas. Él esconde la droga en el hotel de su familia, pero John, su hermano policía, lo descubre y, por proteger el patrimonio de su familia, lo mata en una playa.
El problema no termina ahí: el asesinato es encubierto por él y sus hermanos, Megan y Kevin, y el cuerpo, por su trabajo en equipo, aparece quemado en un bote, lo que les permite inculpar a uno de los narcotraficantes.
https://www.youtube.com/watch?v=XOBrUPASutc
No obstante, en la segunda temporada el remordimiento no los deja vivir en paz y el caso, que había sido cerrado, es abierto e investigado por la policía, que deja de verlos como víctimas y comienza a considerarlos como responsables. Toda esta presión ocasiona que Kevin se vuelva alcohólico y asesine a un agente a cargo de la investigación -Marco, exnovio de Megan y amigo de la familia-, que Megan lleve a cabo actos inescrupulosos, y que John se desprenda de su rectitud, se convierta en un policía demasiado corrupto y huya del lugar.
En esta entrega, la serie destapa otros acontecimientos interesantes: Danny tiene un hijo, Nolan, que incendió su restaurante para obtener dinero del seguro- que no consiguió-, una expareja, Evangeline, una ‘redneck’ que recibía mensualmente plata de su padre para mantener al niño y ocultar su existencia, y un amigo delincuente, Ozzy (el colombiano John Leguizamo) -con el que robó la farmacia-, que chantajea a sus hermanos a cambio de su silencio -él sospecha que ellos lo mataron. Además, John, que se lanzó como sheriff, está siendo financiado por Roy Gilbert, un tipo que, al parecer, está detrás de todo el negocio de drogas en los Cayos.
Por su drama familiar inacabable y adictivo para el espectador, recomiendo ver esta serie, de Glenn Kessler, Todd A. Kessler y Daniel Zelman, en Netflix.
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