La tecnología, las redes sociales, el mercado, el ojo del cliente (el elector) y la competencia propia de una campaña política, exigen que cada vez, la industria del marketing político se corrija, se perfeccione, crezca, se modernice. A este cambio se han venido adaptando con dificultades, los consultores políticos a lo largo y ancho de América Latina. (En el resto del mundo mucho más rápido, por supuesto)
Este proceso de modernización en la consultoría del marketing político, no ha resultado sencillo porque los consultores no avanzaron al mismo ritmo del consumo de las redes sociales, del mercado digital y de las nuevas formas de comunicar el producto, (el candidato) por esto siguen dirigiendo las estrategias de las campañas como lo hacían hace diez años. Lo nuevo, lo moderno, es que ahora contratan a un adolescente para manejar twitter, a otro para colgar contenido en Facebook, a otro para que diseñe ese contenido, y a otro, para que haga las fotografías, y este último, el que tiene el reto de congelar momentos, es al que me voy a referir hoy.
Cuando en una campaña política se habla de la fotografía del candidato, generalmente se piensa en la que se va a utilizar en la papelería impresa, en las vallas publicitarias, en las camisetas de los voluntarios, pero nunca en la que comunica, en la que cuenta historias, en la que cautiva al consumidor, en la que congela sentimientos, momentos, en la que trasciende. Por supuesto que una campaña tiene muchos componentes, unos muy sensibles como el trabajo en territorio y el directamente político, pero la estrategia de comunicaciones es el talón de Aquiles o el caballo de Troya de muchas.
¿Puede cualquier fotógrafo, ser el fotógrafo de una campaña política? Saber utilizar la cámara, conocer el funcionamiento de sus herramientas, los tipos de lentes, conocer de iluminación y composición para una fotografía, es lo mínimo que un fotógrafo debe manejar, pero no por tener estos conocimientos, puede ser el fotógrafo de una campaña política. No es suficiente con saber que lente utilizar, o a qué velocidad hacer la foto, se necesita conocer el sentimiento del candidato, las propuestas y la línea comunicacional, la que es pública y la que persuade al elector.
Nuestros consumidores, es decir, los electores, no analizan una fotografía con carácter técnico, no evalúan la iluminación ni su composición. Entonces la tarea está, en lograr una fotografía que se vincule con el sentimiento, con el subconsciente, que le dejé al consumidor un recuerdo, en esencia, necesitamos una buena fotografía, y para lograrlo se necesita más que equipos de punta. Se necesita saber qué es lo que se está haciendo.
Entre la fotografía producida, y la instantánea, o comúnmente conocida como “casual”, hay una línea muy delgada que se debe respetar con cuidado, porque no se puede tampoco, subestimar al elector, y creer que con cualquier montaje lo vamos a convencer que nuestro candidato es quien representa sus intereses. Pero en este sentido, no podemos olvidar que muchos electores, deciden su voto, no necesariamente por la hoja de vida del candidato, o por los compromisos a los que esté se está amarrando para ganar la elección, muchas veces el elector lo hace porque sencillamente le genera confianza, o tranquilidad, o familiaridad, o lo siente igual o cercano, y esto se logra con la fotografía.
Giovanni Acevedo
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