Un país se define, y también se pierde, por sus fronteras. De ahí la tensión de estos días en que todo el mundo desea opinar desesperadamente. Sólo la cultura y la inteligencia (intelectual, diplomática y militar) canalizan el desorden y la emoción de los momentos difíciles. Para eso sirve la cultura: si todos nos concentramos en lo que más sabemos (pues no todos podemos ser expertos en política, ni políticos, ni militares) acaso podamos ayudar a solucionar mejor todas las crisis. De modo que yo me entrego a la lectura, a la lectura de grandes reflexiones del pensamiento en materias universales.
He leído en una nueva edición del Fondo de Cultura un clásico de la filosofía italiana: "Principios de una ciencia nueva: en torno a la naturaleza común de las naciones", de Giambattista Vico. Poco conocido, este filósofo nacido en Nápoles en 1668 y muerto en la misma ciudad en 1723, ha ido cobrando una gran importancia en la ciencia política y en la teoría histórica y literaria. La academia angloamericana le ha puesto enorme atención y está dedicada a estudiarlo. ¿Qué es lo que tanto fascina de Vico? Veamos.
El principio de todos los pueblos es la poesía. Según Vico, toda nación, religión y cualquier institución es una creación de caracteres o de palabras a las cuales, como por un acto mágico, los hombres las han dotado de vida. Vico lo demuestra con lo siguiente: "La tarea más sublime de la poesía consiste en dar a las cosas insensibles sensibilidad y pasión, y es propio de los niños coger entre sus manos cosas inanimadas y, entreteniéndose, hablar con ellas como si fueran personas vivas". Con lo que se prueba, según Vico, que en la infancia del mundo los hombres fueron por naturaleza sublimes poetas.
¿Quiere entonces decirnos Vico que cuando hablamos de países, Colombia, Ecuador, Francia, Venezuela, estamos hablando de conceptos y de cosas inanimadas que sólo existen en la cabeza de los hombres? Así, añade Vico: por eso la propia credulidad es una de las cosas más peligrosas de la tierra. "La mente humana es llevada naturalmente a deleitarse con lo uniforme". Y tiene que hacer un esfuerzo enrome para ajustarse a las realidades físicas, aunque todo lo que imaginamos está dentro de este mundo.
¿Qué dice exactamente Vico sobre la naturaleza de las naciones? Definiciones de gran exactitud. Miremos. "La naturaleza de los pueblos es al principio ruda, después severa, más tarde benigna, luego delicada y finalmente disoluta". ¿En qué estado se encuentran las naciones latinoamericanas? En lo más primitivo, parece. Pero continuemos, porque Vico va más allá al trazar una interesante radiografía política.
"Los hombres primero aman salir de la sumisión y desea igualdad: repúblicas populares; más tarde esos mismos hombres se esfuerzan por superar a los iguales: repúblicas de poderosos; por último, desean someterse a las leyes: anarquías, desenfrenos. Y así la plebe, previendo estos males, busca salvarse bajo la monarquía". Ah, la reelección indefinida en el caso de las repúblicas democráticas. Claro: frente a todos los que han buscado tomarse el poder en Colombia, ya por las leyes, ya por las armas, causando todo tipo de anarquías, la plebe, cansada de tanta locura, busca cifrar la salvación en la reelección de Uribe. Interesante…
Sigamos con las teorías de Vico. Según él, cuando un país padece por mucho tiempo una barbarie interna se vuelve tan impenetrable, que la única manera de interrumpir aquella barbarie es con una guera interna o con una apertura total. ¿Parece entonces lógica una guerra con Venezuela o Ecuador? No lo sabemos. "Los hombres inteligentes consideran derecho todo cuanto dicta la utilidad general de las causas". En otras palabras, conocer el orden la historia es conocer la mente humana. ¿Y qué dicta la utilidad general de las causas? ¿Guerra?
Vico deduce que entre el débil y el fuerte no hay igualdad de razón, pues nunca pactaron hombres con leones, ni ovejas y lobos fueron de parejo parecer. "De ello procede el derecho de la guerra, por el que los vencedores a fuerza de armas arrebatan a los vencidos todas sus razones de voluntad natural". ¿Quién son aquí los lobos y las ovejas? Me atreveré a decir que Venezuela y Ecuador parecen ser las ovejas puesto que se inclinan por los más débiles, que son las Farc, mientras que los lobos son el eje Bogotá-Washington que combaten ese terrorismo. ¿No?
Vico habla de las primeras guerras privadas entre los pueblos. Dice que los griegos, los romanos y los hebreos fueron los primeros en defender sus campos contra los ladrones, "teniendo como lícito matar al ladrón de noche como fuera; así lo dictó la naturaleza a todas las naciones". ¿No hay, pues, algo ilícito en la muerte del ladrón Edgar mientras dormía en el Ecuador? Que lo resuelvan en la OEA. Vico concluye, de todos modos, que la justicia y la clemencia deben conservar a los estados, y no tanto la fuerza. La fuerza es algo momentáneo.
Vamos apenas en la mitad del libro de Vico, "Ciencia nueva: en torno a la naturaleza común de las naciones", y ya ven todo lo que ha salido. Luego Vico se extiende en una reflexión sobre las lenguas, o a la retórica-poética con la cual se manejan todas las naciones, conceptos que usaremos para nuestras investigaciones en teoría literaria. Por ahora despidamos con otro de sus axiomas fascinantes:
Las naciones empiezan estúpidas, pasan a toscas, de allí a disciplinadas, luego a perspicaces, más tarde a agudas y finalmente dan en sútiles, astutas y fraudulentas.
¿En cuál de estos estadios se hallan Colombia, Venezuela y Ecuador?
Sebastián Pineda
«cuando un país padece por mucho tiempo una barbarie interna se vuelve tan impenetrable, que la única manera de interrumpir aquella barbarie es con una guera interna o con una apertura total»: ¿será demasiado tarde o imposible para Colombia alguna de las dos alternativas? No se ve nda claro. Se perdió la oportunidad de la revuelta generalizada, la «guerra interna» de la que habla Vico el 9 de abril del 48. Ese día lo resumió bien Gonzalo Canal Ramírez (creo que la frase la escuchó él por ahí): «El 9 de abril es el caso de un pueblo que se lanzó a la calle a tomar el poder y se quedó en las tiendas tomando trago».
Soy casi impermeable a los libros de teoría política y del Estado, pero leer a los clásicos, sea del área que sea, siempre es reconfortante. Gracias por la señita hacia Vico.
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Gracias, Juanmarts, ya ve cómo la lectura y la reflexión nos curan de fanatismos y canalizan el frenesí político, según aconsejaba el gran ensayista venezolano Mariano Picón Salas – a quien también le tocó padecer a un tirano similar: J. V. Gómez
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Estimado Oscar. Seguiré leyendo clásicos, buenos libros a ver qué encuentro o qué me hace ser más contundente. Recuerde que no soy analista político ni diplomático.
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Pues Colombia, de tanto desesperoo, está en el último estadi, prefiero que sea «sutiles y astutas}2 que estúpidas.
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Esperaba algo mas contundente de su parte.
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Desde sus inicios sigo su blog, no obstante no opine. Sin embargo esta vez me veo en la necesidad de felicitarlo por esta reflexiòn tan ajustada a los hechos, tan sobria y libre de todo fanatismo. Es desde la perspectiva humana que las sociedades civiles nos debemos manifestar a favor o en contra de algo, y desde dicha perspectiva no es oportuno darle la razòn a ninguno hasta el punto de agredirse a si mismo o agredir al contrario. En los juegos no hay vencedores y este juego està por llevarnos a una voràgine, ya no contra nosotros mismos sino contra pueblos hermanos. Espero que las tres sociedades en cuestiòn entiendan que lo màs correcto es superar este oscuro momento por el cual pasan nuestras realidades y encuentren el sendero que las lleve a un estado de buenas relaciones. Ojalà la razòn guìe a nuestros lìderes (aunque dudo que Chavez razone).
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