Cuando el diablo quiso volver al orden, al séquito de los ángeles sagrados, Dios se negó con desprecio. ¡No, no, no! Al retirarme de su despacho, andando el corredor, medité que lo bueno siempre necesita de lo malo. Dios sostiene al diablo y a menudo lo apoya en sus fechorías; a veces – cuentan en los pasillos – los han visto almorzar juntos.
Así que no te inclines mucho por ninguno de los dos; cuídate de los fanatismos. Ven y salgamos a fumar al llano helado… Sabes, laboro como escribiente del palacio convexo al jardín real. Nunca despunta el día: vivimos en la noche que jamás se termina (¡oh de Greiff!) pero a veces el fulgor lejano del planeta azulea mi oficio.
A lo que juegan los humanos dentro de ese punto azul pálido – sus amores, sus odios – no es otra cosa que al poema soñado por Lucifer. Dos secciones se disputan la continuidad de tal poema, saturándolo de esperpento y pesadilla; los poetas árabes de «Las Mil y una noches» juegan al azar: ponen a que la muerte asuste a los mercaderes de Libia, que huyendo de ella terminan por cumplir con su cita en el denso frío de Frankfurt o de Friburgo. Alá, entre tanto, bebe vino con Omar Khayyam en el palacio que se le evaporó a Darío: si prohíbe el alcohol entre su pueblo es porque está un poco borracho. Y tú, no pretendas huir de la mujer rebosante de erotismo: sus senos, sus caderas te asaltaran en la fachada de una esquina… Ella te inunda, te baña, te moja, te lubrica, te estrangula como el río Sena a París.
París, París… Con Josefina – nuestro reencuentro no te niego que ha sido raro – solemos divertirnos a andar de noche y conversar, en lengua occitana o en castellano ladino, con las estatuas y las gárgolas; la notas de Debussy o de Satie (en la muerte la música no es ya tiempo sino espacio) se confunden con los diablos de las iglesias góticas, que bailan, soplan, hierven y se disparan en falos y formas sexuales deliciosas. En el Museo Británico (por fin he conocido Londres: ese laberinto roto) engendran un maremagnum erótico con las mujeres hindúes del Kama Sutra. Mestizaje, mi querido amigo: no olvides que no dejo de ser caribeño, latino-americano.
A veces visito a Borges (Kafka pasa a lo lejos) que vive reunido con sabios chinos para descifrar un laberino en el mar rojo.
Varias veces el paralaje de Venus nos ha sorprendido. La sensación de estar muerto – cuesta acostumbrarse – se parece a del permanente poniente: frágil momento en que todo se concentra para el olvido de la luz.
De la muerte, de la muerte, qué te digo… En la primera parte de «La montaña mágica» («Der Zauberberg»), Thomas Mann comenta que la muerte es un leve tránsito. Lo hemos discutido bastante; tal vez sea un leve retorno de ese viaje semi-constante, que otros llaman la vida.
www.maestroespinosa.blogspot.com
SPB
Me gustan los artículos…y me encanta encontrar el blog sobre Espinosa…pero es muy dificil contactarse para uno preguntar cosas… digo… no es más fácil un correo electronico que nos devuelva a la aventura del lenguaje…que no haga pensar en la tecnologia como un basilisco…debe haber vida más allá del outlook ingobernable…
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Hola… sólo una pregunta: ¿quién escribe este blog?. Sin ninguna mala intención, sólo quiero saber.
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