Por Sebastián Pineda Buitrago
Varias veces volcada vibrante viscosa visigoda visionaria vasta Barcelona milenaria Mediterránea
El viajero va entrando en líneas concéntricas a la ciudad circunvalar de Barcelona. La luz del Mediterráneo vence la opacidad del invierno y va afirmando la viscosa arquitectura de esta ciudad volcada sobre el mar y varias veces milenaria. De lejos se ve un edificio de varios pisos, pero al pasar por su lado ya no es sólo un edificio sino también un monumento vanguardista. Pocas ciudades en el mundo seducen tan inmediatamente al viajero como Barcelona, y tal vez ella no lo advierta como ciertas muchachas divinas que caminan elevadas por la calle. Ella nos envuelve, fascina, nos unta con su estilo gótico: incomprensible, demasiado caprichoso, amelcochado, hasta rebelde y a ratos fantasmal. Los callejones de Jaume se aprietan entre altos muros de piedra, laberínticos, sin aparente trazado hasta diluirse de repente en una plaza llena de luz. Espíritu latino…
Dejemos la poesía…
La primera semana de noviembre trajo a Barcelona, aparte de una leve brisa invernal, la buena nueva de haber sido escogida como capital del mar Mediterráneo. El ayuntamiento de la ciudad celebró la elección al mediodía del pasado sábado 8 de noviembre en la plaza de la Generalitat, y sin saber muy bien de que se trataba, residentes y turistas del barrio Gótico se vieron envueltos en una fiesta popular con orquesta, seguida de una hilera de niños que jugaba a dibujar las costas caprichosas del norte de África y del sur de Europa sobre el piso de la plaza hasta que, pasadas las dos de la tarde, cocineros voluntarios ofrecieron a quien se acercara un plato de paella catalana. Cayendo la tarde aún se veía gente por las Ramblas portando globos y pañuelos azules con el lema «!Visca Barcelona! Capital de l´Euromediterranea» (¡Viva Barcelona! Capital de la Europa mediterránea)
La noticia ha tomado por sorpresa a muchos curiosos, puesto que cuesta trabajo concebir una unión concreta en torno al Mediterráneo, mucho más cuando ese mar «separa» las orillas de tres continentes y pueblos tan diversos – y a veces enemigos – como los árabes musulmanes, los judíos del Medio Oriente y los turcos mitad europeos y mitad del Asia, sin reparar en las diferencias entre griegos, italianos, franceses y españoles. Lo cierto es que desde 1995 (tres años después de los Olímpicos) Barcelona fue la primera sede de la unión de alcaldes del Mediterráneo, tiempo desde el cual ha venido gestionando tal elección tan anhelada. En adelante, según los analistas, se justificaran sus inversiones en infraestructuras portuarias; además, se asegurará que sus museos y palacios de exposiciones ofrezcan permanentemente una nutridísima oferta cultural y comercial. Y si ya a la ciudad no es una de las primeras, con toda seguridad sí es la de mayor crecimiento en las orillas del Mediterráneo. Por lo tanto, propondrá proyectos conjuntos con la rivera árabe, con lo cual de paso cesaría el flujo migratorio a la ribera europea. También insistirá bastante en la creación de una universidad del Mediterráneo, suerte de intercambios académicos y laborales entre ambas orillas.
Sin embargo, para evitar que la designación como Capital Mediterránea parezca una entelequia o se quede en mero lema turístico o comercial, el ayuntamiento ha abierto el dialogo intelectual sobre las implicaciones históricas y culturales que trae consigo tal elección. Porque si es sólo para incentivar comercio, de eso sólo se enteraran los economistas. Y si es sólo para atraer mayor turismo, se quejan algunos jóvenes barceloneses, basta y sobra con el actual en que las ramblas atestadas van perdiendo su encanto y su tradición… Incluso hay todo un debate sobre qué tan apropiado o impertinente fue pedirle y financiarle a Woddy Allen su película «Vicky, Victoria y Barcelona» que, sin ser tan genial como «Match Point», sedujo a viajeros del mundo entero que amenazan con convertir las ciudad de Gaudí en parque de diversiones, suerte de «Barcelolandia…»
El escritor israelí Abraham B. Yehoshúa (Jerusalén, 1936) fue el invitado para iniciar el diálogo intelectual el pasado domingo 9 de noviembre con una conferencia sobre los judíos sefardíes expulsados de España en 1492. Yehoshúa, que lloró de felicidad con el triunfo de Obama, ve también en la unión del Mediterráneo un nuevo futuro para la humanidad. Aunque en una entrevista a El País admitió que hubiera preferido Sicilia como capital mediterránea por su condición isleña, de cualquier modo celebró la idea de reivindicar la identidad mediterránea en Barcelona, donde a ratos los urbanistas deben detener sus nuevas obras al desencabar de pronto una ciudadela griega o fenicia, un viejo acueducto romano, murallas de la época visigoda, pues por Barcelona pasaron y permanecen todas las culturas del mundo, si agregamos la presencia latente de estudiantes latinoamericanos. El novelista israelí apuntó además que esta unión implica un regreso a la cuna de de la civilización occidental: en el Mediterráneo nacieron y se mecieron juntas la religión judía, musulmana y cristiana. Así que si existe una identidad Mediterráneo, aseguró, consiste precisamente en integrar al otro. Y si la aseguramos como una sola se diluirá el fanatismo árabe y se serenará el exceso defensivo de los judíos y desaparecerá el racismo de los europeos.
Pero como son los hermanos los que más se pelean, la elección de Barcelona sacó a flotes ciertos roces y odios latentes en la política internacional. Algunos países árabes acudieron de mala gana y miraron con cierto desdén la elección de la tal capital Mediterránea, en parte, porque Israel formaba parte de los votantes y, en parte, porque el «hábil» Sarkozy había prometido impulsar la candidatura de las ciudades marroquíes de Tánger o Casablanca. Sin manejar las altas intrigas de los franceses, pero tal vez con mucha constancia y entusiasmo, los diplomáticos españoles liderados por el ministro Moratinos se ganaron el apoyo de Siria y el Líbano en la Liga árabe y vencieron el desorden o la dispersión de las ciudades italianas como Génova, Nápoles o Venecia que aún se creen principados o reinos propios. No neguemos que también Barcelona se considera ya capital de un país, Cataluña, lo cual no debería fastidiarnos sino simpatizarnos en el gris y homogéneo mundo globalizado que quieren imponernos el orbe anglosajón – que no tienen costas en el Mediterráneo.
Las culturales locales son la esencia de la gran cultura. Lo sabe el auténtico viajero que se pone en marcha por interés doméstico sin jamás desarraigarse. Ojalá, como capital del Mediterránea, Barcelona haga honor a su vocación genuina de estar volcada desde hace milenios al comercio constante con todas las ciudades de ese mare nostrum, de cuyas espumas – ya que tocamos la antigüedad – nació la Venus de Boticelli.
Muy interesante esta crónica… Deberian publicarla en la version impresa, uno se entera de cosas que ni idea. Algun dia me gustaria ir a Barcelona, dios quiera que sea pronto
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Visca Barcelona !! Larga vida a la ciudad condal !! Por sus calles estrechas ha circulado la historia de la humanidad, representada en todas las culturas que han dejado huella en su estampa. Hoy, la hermosa e inigualable Barcelona se erige como una de las principales ciudades del mundo, forjando su propia identidad mediterrànea, lejos de comparaciòn con la mismisima Madrid y con un encanto propio similar al que pueden tener Paris, Roma, u otras ciudades del mundo. Ojalà tenga la oportunidad de nuevo de perderme en esas calles llenas de magia y de historia, donde cada esquina, cada edificio se convierten en una obra de arte arquitectònica orgullo de la identidad catalana. Visca Barcelona !! Visca Catalunya !!
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Visca Barcelona !! Larga vida a la ciudad condal !! Por sus calles estrechas ha circulado la historia de la humanidad, representada en todas las culturas que han dejado huella en su estampa. Hoy, la hermosa e inigualable Barcelona se erige como una de las principales ciudades del mundo, forjando su propia identidad mediterrànea, lejos de comparaciòn con la mismisima Madrid y con un encanto propio similar al que pueden tener Paris, Roma, u otras ciudades del mundo. Ojalà tenga la oportunidad de nuevo de perderme en esas calles llenas de magia y de historia, donde cada esquina, cada edificio se convierten en una obra de arte arquitectònica orgullo de la identidad catalana. Visca Barcelona !! Visca Catalunya !!
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