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Cuando uno va muy rápido por la vida, lo mejor que le puede pasar es caerse.

Sobre todo cuando no sabemos si por donde vamos tan de prisa es el camino a nuestro sueño, o si estamos trabajado para el sueño de otro que nos paga bien para que lo hagamos.

En ese escenario, el ego juega de cómplice ofreciéndonos premios en monedas, aplausos y una vida de confort y regalos materiales que pronto nos pasará  factura y que, muy seguramente, será por el lado de la salud. Y todo esto, que nos puede sonar un tanto confrontador, es una gran realidad que debemos ver de cerca si queremos evitar un colapso.

Aunque mi propuesta es más atrevida: yo de ti, si te sientes identificado con esto, soltaría las riendas del potro sobre el que vas desbocado hacia el éxito y dejaría que la fuerza animal se detuviera por sí sola… La del caballo también.

Una vez en calma, te invito a descender del gran corcel, a acariciar su musculoso cuello con suaves palmadas y a decirle al oído : “descansa y respira, yo haré lo mismo sobre esa piedra”.

Eso, mi querido amigo, es una invitación a experimentar una pausa intempestiva enviada por la consciencia para reflexionar.

Reflexionar es detenerse a unificar el pensamiento y el sentimiento en una línea de equilibrio trazada entre la mente, el cuerpo y el espíritu para revisar en silencio, en calma y con humildad nuestra bitácora existencial para evaluar nuestros actos. Es repasar las consecuencias de nuestros actos, analizar sus resultados frente a nuestro proyecto de vida y replantear, re programar y retomar nuestro camino a la felicidad tomando nota de las lecciones y aprendizajes dejados por las circunstancias.

¿Y para qué voy a parar mi marcha justo cuando tengo todo funcionando tan bien?”

– Podría estar diciendo el exitoso hombre de negocios o la inteligente mujer profesional -.
Fácil. Para que funcione mejor y por más tiempo. Para que entienda que ser profesional, exitoso, líder o millonario no compite con ser el mejor papá, la mejor esposa, el mejor hijo, un buen ciudadano y una excelente persona que, además, sirve a los demás.

Es como cuando nuestro auto requiere revisión cada 5.000 kilómetros. Si no le hacemos ese mantenimiento de todas sus áreas técnico mecánicas, el vehículo comienza a fallar por desgaste; y si lo continuamos conduciendo así, con toda seguridad se fundirá su motor.

Bueno, esto te lo está diciendo un amigo al que ya le sucedió y no que quiere que a ti te suceda. Claro, hoy puedo decir que lo mejor que me ha pasado en la vida es un derrame cerebral; y con ello desde el silencio obligado por los desastres causados por del trombo, ver cómo todo se caía de la mesa. En cámara lenta se fue derrumbando todo, la salud, el trabajo, la economía, el hogar, las oportunidades, etc. Todo menos la fe, la actitud y la sonrisa.

Pero eso ya pasó, y también en cámara lenta vi como todo se restauró; no en mis tiempos, sino en los tiempos de Dios. Ahora lo que vale es el presente, vivir el milagro de la sanación y reflexionar sobre “para qué” suceden las cosas.

Hoy soy capaz decir que todo ocurrió para que pudiera descubrir ante el mundo la trampa en la que estamos viviendo bajo los dominios del ego, que nos exige competir constantemente. Que nos obliga a convivir con la ansiedad, la prisa y el estrés, que nos hace vivir con expectativas, recibir aprobaciones y cobrar reconocimientos.
Nos envuelve con la envidia, la rabia, el rencor, el reproche, la resistencia y la intolerancia.

¿Ya te preguntaste”Para qué” está ocurriendo esto en tu vida que no esperabas y que no te gusta porque te angustia, te preocupa o te duele?

Si la pregunta es: ¿por qué se acabó el hogar? ¿por qué esta crisis económica? ¿por qué te sacaron del trabajo que tenías? ¿por qué aparece este diagnóstico clínico que amenaza tu vida y te roba tu paz? o ¿por qué no consigues una relación de pareja? es hora de cambiar aquel “por qué” por un “para qué”.

Esa es la reflexión, un examen de conciencia donde habitan el perdón, el auto conocimiento y el análisis de la verdad para revisar y reparar para continuar.

Reflexionar es accionar el switch de la luz de la conciencia para obtener el don del discernimiento, que es fundamental para redireccionar pensamientos y tomar decisiones acertadas en momentos definitivos.

Te invito a reflexionar identificando si eso que te roba la paz y rompe tu armonía es de verdad tan importante o tan urgente.

Reflexiona si estás aún sufriendo por un pasado que no quieres soltar.
Piensa si tu conciencia, que es la mejor almohada, por estos días es de piedras o de plumas.
Recapacita acerca de los beneficios del perdón, que al final te libera.
Analiza qué pasaría si comienzas a vivir desde el amor queriéndote más, regalándote espacios que te enriquecen.
Medita sobre probar cómo sería de fácil tu vida si decidieras aceptar a los demás como son y no como tú quieres que sean.
Prueba bajar la velocidad de tu vida y andar más despacio para disfrutar el paisaje.
Contempla la grandeza de Dios en gratitud por lo lo que te ofrece sin quejarte por lo que crees que te falta.
Procura contemplar la idea de que si tu oficio te da poder, este sea para poder ayudar a los demás.
Ama sintiendo que el verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es.

Estoy seguro que si lo haces ahora encontrarás muchas fortalezas en tu interior que no has descubierto por estar demasiado ocupado teniendo éxito.

Suelta la tensión, respira profundo, afloja tus brazos, abre tu manos, libera tu mente, ablanda tu corazón, siente a Dios en tu alma y sonríe pensando que todo está bien.

– JMC –

Hakuna Matata
Twitter: @juanpapuchis
Facebook: Juan Manuel Correal Papuchis

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PERFIL
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Publicista y Comunicador, con mas de 25 años de experiencia en los medios de comunicación, televisión y radio. Periodista y Autor de los libros “Sonríe, Todo Está Bien (2013)” , “La Escalera al Cielo (2014)” y “ Las Puertas están abiertas (2018)”. Conferencista motivacional Colombiano, experto en Felicidad personal y laboral, Productividad sin estrés y psicología positiva. Master en Consciencia Transpersonal - Co creador del programa de transformación personal "Entrena Tu Alma" Con su testimonio y experiencia de vida, a través de sus libros, conferencias, seminarios y talleres, Juan Manuel Correal, expone su teoría HAKUNA MATATA, que consiste en aprender a vivir desde lo simple, con lo mucho o poco que tengamos, alcanzando el éxito sin sacrificar la felicidad, recuperando la Actitud, Fé y Alegría, como herramientas de vida. “En la vida ocurren cambios inesperados que desatan nuestros miedos alterando nuestro estado de equilibrio y llevándonos a la frustración, la desesperación y la angustia provocando un caos depresivo que opaca nuestros sueños. La Solución está en ti: Actitud, Fe y Alegría como herramientas de empoderamiento para superar las adversidades y convertir las tragedias en anécdotas y las amenazas en oportunidades. Así superé un derrame cerebral y volví a nacer para ser feliz desde lo simple”

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Comienzo por lo que me trajo aquí:



Me encantan, estos avances. Me encantan.

The interpreter (para nosotros, La intérprete, y como cosa rara, el título en español significa lo mismo que en el idioma original) es un filme dirigido por el estadounidense Sydney Pollack, estrenado en cines en dos mil cinco. El guión condujo a Pollack a grabar en las propias instalaciones de la ONU (localizadas en territorio internacional dentro de Nueva York), una historia con tintes políticos que recuerdan la situación más o menos reciente del actual presidente de Zimbabwe.

Estaba viendo hace unas horas cierta película francesa realizada exclusivamente para televisión hace unos años, no muy conocida por cierto, y me asaltó una duda que tenía desde hace un tiempo y que se avivó luego de ver La intérprete. La duda es la siguiente:

Lo más seguro es que todos conozcamos el aviso que aparece, usualmente escondido al final de los créditos de algunas películas, que dice lo siguiente, palabras más, palabras menos: "Los hechos relatados en esta película son puramente ficticios y no deben relacionarse con eventos pasados, actuales o futuros. (...) Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia."
Yo me pregunto: luego de ver una película que parece un documental acerca de una situación actual, ya sea ésta una realidad o no, ¿qué sentido tiene recurrir a este mensaje, si de cualquier manera los espectadores van a hacer la relación?

Es claro, hay que decir, que no todo el mundo tiene por qué captar estos parecidos. Pero los que sí los captan, lo comunican a los demás, y al final la película pasa a verse como lo que realmente es: una crítica por parte del realizador hacia una situación en particular. Punto. No importa qué tan imparcial se pretenda ser, haciendo uso del mencionado avisito.

En fin, no entiendo esta actitud, si de verdad algunos pretenden protegerse bajo dicho mensaje. Quisiera creer que lo colocan no porque no pretendan dar la cara luego de dar la opinión, sino porque es una especie de requisito, un asunto legal de obligatoria aparición al final de todos los créditos de todas las películas de todos los géneros. Aunque al final, sólo quien tuvo la idea de escribir la historia como quedó escrita es quien sabe qué opinión tiene.

Él y sólo él.

-

Sobre la película, hay un dato lingüístico interesante; se creó un lenguaje nuevo (lo llamaron "Ku"), con sus propias palabras, conjugaciones, reglas... es decir, un lenguaje aparte, sostenible por sí solo, basado en lenguajes existentes en el sur de África, pero que "aunque sería reconocido por habitantes de la zona (...), los confundiría", debido a su estructura gramatical, leo por aquí. En todas partes encuentro que el creador de este lenguaje es Said el-Gheithy, director del Centre for African Language Learning en Londres. En general, no encuentro muchas críticas positivas para la película, pero a mí me gustó.

Me encanta leer la columna Contravía, escrita por Eduardo Escobar. Y la de hoy termina con una reflexión que encuentro parecida a cierto diálogo de La intérprete. Aquí va el diálogo, para terminar y dejar de ocupar su tiempo, estimado lector. Lo traduzco burdamente, pero espero que se mantenga la idea.

Silvia Broome: (...) Siempre que alguien pierde a un ser querido, quiere vengarse de alguien más, o de Dios, a falta de alguien. Pero en África, en Matobo, los Ku creen que la única manera de poner fin al dolor es salvando una vida. Si alguien es asesinado, luego de un año de duelo se realiza un ritual llamado "la fiesta del ahogado". Se hace una fiesta durante toda la noche, junto al río. Al amanecer, el asesino es montado en un bote. Se lleva al agua y se le tira allí, amarrado, para que no pueda nadar. Entonces la familia doliente debe tomar una decisión; pueden dejar que se ahogue, o pueden lanzarse a salvarlo. Los Ku creen que si la familia deja que el asesino se ahogue, se hará justicia, pero pasarán el resto de sus vidas de duelo. Pero si lo salvan, entonces admitirán que la vida no siempre es es justa, y a cambio ese acto los liberará del dolor.


dancastell89@gmail.com

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