Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.
Hoy, en medio del décimo mes del año maestro 2020, podemos preguntarnos: ¿qué ha sido esta experiencia?
Claro, no sin antes preguntarte si te permites calificar como experiencia estas vivencias que nos ha traído este visitante, que llegó al planeta para detener nuestro frenesí cotidiano.
Sí, el covid es tan sólo un visitante que insiste en quedarse y con el que tendremos que aprender a convivir.
Llegó amenazante y sacudió nuestras armas de defensa; y ahí comenzamos a descubrir que no estábamos preparados para defendernos sin atacar. Ahí entonces descubrimos que nuestra conciencia no estaba lista para actuar, si no para reaccionar.
Y justo eso era lo que necesitaba el enemigo; que reaccionáramos con miedo. Pero luego de 200 días debemos mirarnos a los ojos todos, y preguntarnos a través de la mirada, sin descubrirnos del tapabocas y, si quieres, con una alzada de cuello como parte del lenguaje corporal, si hemos aprendido la lección y si ya estamos en modo aceptación, qué es parte del ABC del manual de resiliencia.
Pero como somos especialistas en gastar las palabras no te afanes, que no te hablaré de ella ni te preguntaré si ya te re inventaste en esta cuarentena. La palabra que te propongo hoy para que revisemos nuestro estado es renovac1ón.
Sí, leíste bien; renovac1ón con 1 y no con “i”. Porque la renovación comienza con uno mismo. Somos nosotros mismos los que debemos comenzar a renovar nuestra forma de ver la vida, como si constantemente nos estuviera amenazando; y de ver a los demás como si anduvieran en permanente competencia con nosotros.
Te invito a renovar la perspectiva y a llenarte de razones verdaderas, reales y coherentes que te lleven a definir el verdadero estado en el que nos encontramos todos.
Y con ese todos, incluyo a un planeta entero que creía estar superando y venciendo las amenazas de un virus que vino a probar nuestras fuerzas y nuestra inteligencia emocional. Pero hoy es momento de preguntarnos conscientemente si esta prueba la hemos asumido con responsabilidad, o si aún seguimos pensando que es un juego pasajero que ha cobrado vidas de familiares que amamos.
Es hora de reflexionar si nuestra conciencia ha estado en su máximo nivel, o si ha sido más influyente el afán de la economía y la creencia de que si no volvemos a la normalidad pronto nos vamos a terminar enloqueciendo.
Y si eres de los que alguna vez en medio de esta experiencia te has sentido de esta manera, pues te quiero decir que no te juzgo ni te señalo. Por el contrario, te comprendo, pero te invito también a no ser parte de la ola creciente de los que para sentirse cómodos con sus emociones necesitan cómplices y aprobación de otros, generando una conciencia colectiva que nos justifique ante la queja permanente y que nos lleve, por demás, a actuar irresponsablemente como lo hemos visto en diferentes partes del mundo. Y sin ir más allá, en diferentes regiones y ciudades de nuestro país donde folclóricamente ya andan por la calle sin cubrirse, sin protegerse y sin proteger a los demás.
Basta ver las imágenes de los restaurantes y cafés en Europa llenos de gente, sin distanciamiento social prudente y sin tapabocas.
Podemos ser más inteligentes y ver en esas conductas el reflejo de lo que no se debe hacer y la muestra de lo que seguirá a continuación, que es volver a un confinamiento obligatorio, a que se frene de nuevo la economía, a que aquel oxígeno que hemos recobrado se termine y nuevamente volvamos a sentirnos ahogados por el miedo.
Invito a los jóvenes a elevar al máximo su conciencia y dejar de pensar que una fiesta clandestina, o una rumba de amigos sin tapabocas, les va a solucionar el estado temporal de su psicología emocional.
Invito a todos a ser conscientes de que esas decisiones irresponsables podrán ser la culpa con la que vivirán por el resto de sus días al haber llevado a la muerte a sus padres, abuelos o hermanos.
Te invito a construir un país desde una conciencia colectiva y a unirnos como hermanos, pero a separarlos como personas inteligentes.
Ahora viene un segundo pico de brote de virus y luego un tercero. Esa es una realidad.
Con estas líneas hago mi aporte a que controlemos el frenesí con el que estamos queriendo volver a una normalidad que nunca será normal. Por eso invito a renovar el pensamiento, a reflexionar sobre toda esta verdad, a reinventar sistemas de economía revisando costos y presupuestos, analizando la realidad del mundo.
Invito a reiniciar una relación personal y a llenarse de amor propio para que podamos dar amor a los demás. De esta manera, se me ocurre que podríamos ser el país diferente, ese que da ejemplo al mundo y que aprendió a ver esta experiencia como una oportunidad.
Porque de eso estamos hechos, de experiencias. Unas más positivas que otras. Todo está en la perspectiva que le quieras dar y en el grado de optimismo que le quieras poner a las enseñanzas que te trae la vida.
Juan Manuel Correal
#hakunamatata
https://www.instagram.com/juanpapuchis/?hl=es-la