La ilusión de llegar a un lugar que no conoces te hace fuerte
Cuando tienes la oportunidad de saber que vas a ir a un lugar siempre deseado, no solo por ti sino por el mundo entero, es ahí cuando te das cuenta de que el deseo te hace llegar donde siempre has soñado. Es en ese momento cuando está todo confirmado, es cuando te enteras de que esa realidad no es un sueño imaginado de tantos años.
‘¿Cómo será aquello que no conozco? ¿Sí podré estar a solo (a)?’, comienzas a preguntar una y mil veces, sin respuestas, y solo lo vas a responder al final de lo realizado. Si conoces a alguien, te preguntas: ‘¿Cómo será él o ella?’. El tiempo te lo va demostrando; si comienzas un empleo, te vas a preguntar: ‘¿Cómo será? ¿Y sí podré?’. Así es un viaje.
Cuando viajas y no conoces el lugar, tendrás desespero de conocer, y así la vida te seguirá preguntando ‘¿sí puedes?’.
Eres tú la única persona que tienes, y debes dar esa respuesta; ya sea negativa o positiva, solo tú la sabes.
Mi historia comienza con un viaje a Italia.
En agosto del 2015 viaje con destino a Madrid, Roma, Venecia y Florencia.
Salí de Bogotá (Colombia) a Madrid (España).
De Bogotá a Madrid, ya en el avión, conocí a una mujer de la ciudad de Cali y otras compañeras de ella. Nos hicimos amigas; ella conocía España, fue mi guía en el aeropuerto de Barajas. Tuvimos bastante tiempo para recorrer el aeropuerto de un lugar a otro. Pero llegó la despedida. Yo viajaba a Roma; ellas, para Sevilla. Pero les cuento que seguimos siendo amigas aún, ella en Cali y yo en Bogotá.
La llegada a Roma fue de noche. Y la ciudad no se veía bien. Unos familiares quedaron de ir a recibirme, pero, por unos cambios de horario, no coincidimos y me tocó defenderme con señales.
A esa hora ya había personas atendiendo en información y traté de averiguar para hacer unas llamadas por el teléfono público, pues mi celular se bloqueó y el roaming internacional no funcionó. Ese teléfono público se ‘comió’ las monedas y no pude comunicarme con mis familiares; recorrí todas las puertas de salida, pero no los encontré. Llegaron las 3 de la mañana, hora de Roma, y decidí llamar con la mano un taxi. Se acercaron varios, mas ninguno me entendía; saqué la dirección en un papel y les mostré el lugar adonde me dirigía. Solo un conductor decidió ayudarme.
También con señales, me dijo que me cobraba 50 euros; yo acepté, pues era la única solución. Al final llegué a mi destino, y mis familiares se encontraban en el aeropuerto, buscándome. Tuve que esperarlos en la puerta. Y ahí sí funcionó el roaming. (Bienvenida a Italia)
Gracias a ellos, conocí la ciudad de mis sueños, Roma. Esta ciudad tiene mucha historia. Uno no alcanza a imaginar tanta belleza. Solo el que esté allá siente la emoción.
Solo tienes que ir y me entenderás. El Vaticano; la capilla Sixtina, ubicada en la Ciudad del Vaticano, es donde vive el Papa; el museo, la basílica y la plaza de San Pedro. Después de ver este encanto te puedes dirigir a los demás lugares. Hay tanto por ver que me faltó tiempo. Recorrí el Coliseo romano de arriba abajo. De abajo arriba. Pisar el suelo por donde, según la historia, los gladiadores pasaron y dieron sus vidas para diversión de los demás. Luego, pasar por la Fontana di Trevi, una fuente que no pude ver muy bien por estar en remodelación. Al final de la tarde de uno de esos días, ir a la antigua Roma y el Foro Romano. La verdad, no hay palabras para explicar la grandeza del Imperio romano. En el Foro se puede saber de los templos de Saturno, Venus y Rómulo, entre otros. Para explicar cada uno no terminaría en este blog y tendría que alargar mucho el tema. Pero les doy una idea para que cuando el lector vaya por allá se acuerde que lo que deseamos lo logramos.
Estuve ahí dos semanas y luego me fui a Venecia. Sola nuevamente, en un tren de alta velocidad.
Venecia
¡Qué ciudad tan hermosa! La verdad, era un sueño para mí estar donde tanto había deseado, y me acordé de tantas películas que vi. El sueño se realizó. Ese día llegué en tren al puerto de Santa Lucía. De ahí tomé un vaporetto, un autobús acuático, transporte público de Venecia. Las personas subían y bajaban de sus puertos, yo iba adonde queda el famoso puente de Rialto, en el Gran Canal.
Al llegar y bajar del vaporetto me sorprendió que las calles son de piedra y bien angostas, me tocó levantar la maleta para que no se dañaran las ruedas; fue bastante pesado hacer eso, pero llegué al fin al hotel, ¡claro que preguntando! En un papel escribí el nombre del hotel. Y así llegué, después de dar vueltas y vueltas. Cuando dejé las maletas en el hotel salí a recorrer las calles, estuve en la gran Plaza de San Marcos y desde allí recorrí las estrechas calles hasta la medianoche.
Al día siguiente, por medio de un tour, recorrí las islas: Burano, Murano y Torcello. Por la tarde, al final nos llevaron nuevamente a Venecia y recorrimos el canal en góndola, un recorrido que jamás se olvidará. Un día después anduve nuevamente por las calles de Venecia. En el tour nos explicaron la historia de la ciudad, me encantó la de los palacios que hoy consume el agua. ¡Genial!
Florencia
Al tercer día salí de Venecia hacia Florencia. Una ciudad de la cultura. Región italiana de Toscana; también en tour, recorrí monumentos, museos, iglesias. Estuve en un hotel cerca de la iglesia Santa María Novella. ¡Hermosa!
La Galería Uffizi. ¡Es una maravilla entrar a sus salas y ver tantas obras maestras de Botticelli, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, entre otros grandes artistas! Ver en la Galería Uffizi, el David de Miguel Ángel… ¡parecía mentira que estuviera allí! Luego, pasar por los lados del puente (Ponte Vecchio), que está sobre el río Arno, ir a ver la Plaza del Duomo e Iglesia de Santa María del Fiore, catedral tan llamativa de Florencia. No pude entrar, ya que la estaban remodelando, pero por fuera ¡es espectacular!
Pasé unos días maravillosos, y sin hablar italiano. En cada viaje me acompañó un libro. Nada como un libro que te acompañe como un buen amigo, y diría que mejor que un amigo porque él no te critica, él no te hace entristecer con sus opiniones, él siempre está ahí, en la página donde lo dejaste.
Me acompañó el libro La dimensión del olvido (en él, Elena emprende un viaje sin saber exactamente a dónde va, pero segura de que forma parte de su destino. De su travesía depende mucho más de lo que ella imagina).
Así tu ilusión va creciendo, como me ocurrió con esta experiencia.
Yo solo puedo aconsejarte y darte mi humilde opinión: no te dejes vencer por el miedo, sé fuerte aunque el mundo se derrumbe. Sigue levantándote, sigue adelante, solo tú puedes.
Yo no soy experta, aunque algunos por halago lo digan: yo también he tenido altas y bajas en mi vida, pero ahí voy hacia adelante.
Si quieres ser feliz, vive tu vida bien. La felicidad no es más que una entretención, un prototipo que te hace ser fuerte.
Me encontraba en un lugar lejano, pensando en mi futuro. A veces quieres alejarte del mundo; si tienes la oportunidad, corre a recorrer ese lugar deseado.
Cuando estás ahí quieres tener a alguien a tu lado para conversar de lo mismo que has hecho en tu vida cotidiana; entonces utilizas todos los medios de comunicación para informar a tus amigos y decirles qué estás haciendo.
Un día te levantas y dices ‘quiero olvidarme de todo y de todos’, alguna vez te has preguntado: ‘¿por qué, para qué quieres esta solo?’.
Estar solo te reconforta el alma, todo tu ser lo examinas y te das cuenta de que tienes que mejorar. Algunas veces estar solo en un lugar que no conoces te hace olvidar hasta el propósito de tu vida; vives tu experiencia personal, conoces a la gente, su cultura, algunas veces su idioma, pero ¿sí has tenido la oportunidad de no hablar el idioma? Es una experiencia bastante fuera de lo común. Te sientes un poco alejado y rogando encontrar a alguien que hable igual que tú. Es bastante incómodo querer saber algo y no hallar a alguien que te explique, o que no te pongan atención porque ellos tampoco te entienden. Es complicado.
Si estás en un aeropuerto, te diriges a los tableros informativos, es la mejor manera de conocer tu siguiente paso, mirar la hora de tu vuelo; si tienes suerte y está en el tablero te tranquilizas, pero si aún no está, comienzas a preocuparte y a buscar dónde queda tal sitio de información, algunos lugares; esos sitios son fáciles de ubicar, pero en algunos es complicado porque todo es electrónico. Y si no sabes el idioma, ahí sí te dedicas a buscar otra salida, otra forma de comunicarte.
La comunicación te enseña a buscar algo nuevo, un dibujo, un documento, las manos. En fin, hazte entender de alguna manera, pero cómo te haces entender cuando estás en un lugar donde el idioma, nada de nada. Busca siempre un hotel que tenga tu idioma. Ahí te sentirás un poco tranquilo; porque si no, las vacaciones se convierten en un tormento. Pero eso no te puede detener.
Hay taxis en toda la ciudad, dices ‘¡taxi!’ y ellos te pueden llevar a una dirección; sin embargo; los conductores no siempre te van a comprender, pero, ya te dije: utiliza todos los medios para darte a entender.
**** Fotos de Emilce Méndez. prohibido su uso sin autorización
* Condolezza quiere ser tu amiga, escribe a este blog literario y cuenta tu historia a: condolezzacuenta@hotmail.com Twitter: @condolezzasol. Todas las historias serán revisadas y corregidas para ser publicadas. Se reservarán los nombres, si lo deseas.
Me encanto esta forma de describir una experiencia cómo está . Viajar solo !!! Hay personas como Condoleza que lo hacen vivir una experiencia inolvidable .
Me encantan sus artículos . Los espero con mucho ánimo .
Gracias Condoleza !!! Eres mi compañía
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