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Recordatorio: esto es una columna de opinión. No necesariamente refleja el estilo de pensamiento del periódico El Tiempo o sus filiales.

Fotografía y post producción: Carlos Carmona, Foto Play Colombia. derechos reservados

Fotografía y post producción: Carlos Carmona, Foto Play Colombia. derechos reservados

Me puse serio. No me gusta escribirle al mundo sobre temas importantes porque creo que ya hay muchos expertos haciéndolo; pero no podía dejar pasar la descortesía de algunas reacciones a la muerte del Nobel de literatura.

Ninguna muerte debería causar gozo, pero aunque errado, se puede entender un poco el sentimiento de rencor disfrazado de alegría de quien la celebra cuando se trata del victimario de alguien cercano, o simplemente de alguien de quien escuchamos vagamente que era “malo” y por lo tanto se merecía su fallecimiento; así aplaudir una muerte sea de bárbaros con cerebro en vías de desarrollo, como cuando se aplaude la de un toro.

Alegrarse porque un par fallezca no es una actitud de una raza que se dice superior, pero cuando se escucha a alguien decir que se alegra de que el asesino de su mejor amigo murió, uno siente que esa persona está casi en su derecho de celebrarlo, aunque en el fondo todos sepamos que se está equivocando por pensar igual de bajo que el victimario.

¿Pero aplaudir la partida de García Márquez o aprovecharse de ella para despotricar de su existir por su forma de ver al mundo?

Rotundo no. Y esto no es una respuesta a la honorable representante que no me representa y de cuyo nombre prefiero ni acordarme.

Esto es más bien para los humanos normales que van repitiendo por las redes sociales lo que medio ven en un titular desafortunado o en alguna frase que les re tuitiaron.

Si se puso tan de moda entre los súbditos del derechismo atroz despotricar de todo aquel que desee la paz o demuestre algún guiño de consciencia hacia el resto de la humanidad, y entre los de izquierda anti práctica acusar de delincuente a todo el que apoye ideas de derecha, así mismo quienes nos alejamos de la hipnosis, antes bipartidista y ahora bi-crédula (los que se creen de izquierda y los que se creen de derecha), pienso que debemos caer en la moda de indignarse.

Aclarando que no puedo considerarme Garcíamarquista porque no he leído todas sus obras, me declaro indignado por los que dicen que fue un mal ciudadano o un apátrida.

Respeto a quienes tratan de anularlo de esa manera porque son víctimas del desconocimiento o del borreguismo político y porque la expresión es un derecho; pero objeto sus argumentos porque me parecen banales.

Dicen por ejemplo algunos que fue un apátrida porque pidió nacionalidad mejicana y se radicó en ese país cuando lo persiguieron en Colombia por destapar con sus letras la podredumbre política de esa época ¿Y acaso si a uno lo persiguen y tiene los medios para irse a otro lado no puede hacerlo porque se convierte en apátrida? ¿Entonces sería mejor quedarse y ser patriota; perseguido o hasta eliminado, pero patriota? Estaba defendiendo su vida, su tiempo, su familia; él mismo lo expresó: “Mi mérito mayor no es haber escrito mis libros, sino haber defendido mi tiempo para ayudar a Mercedes a criar bien a nuestros hijos” Fragmento de “Punto final a un incidente ingrato”, de García Márquez, publicado en El País de España en marzo de 1981 y reproducido en Las 2 Orillas el 19 de abril de 2014.

Otros le dicen apátrida por “hablar mal del país”; pero no hay que confundir hablar mal del país con hablar “a calzón quitao” de quienes lo han venido carcomiendo desde hace siglos; esos no son el país.

Lo tachan también de mal colombiano por cosas tan insulsas como que era millonario ¿Y si logró hacer una fortuna con honestidad y trabajo por qué eso lo hace malo? ¿No se supone que el malo es el que se hace millonario delinquiendo? ¿O es que ahora el simple hecho de tener dinero ya es despreciable aunque sea bien habido?

Así mismo algunos de sus detractores lo juzgan por su amistad con Fidel Castro. Decir que Castro sea un buen o mal sujeto no me corresponde porque no soy cubano, no he vivido en Cuba y ni siquiera la he visitado. El mayor referente que tengo es lo que he oído de un par de amigos cubanos que dicen que Fidel es casi un santo (pero dos opiniones no me parecen suficientes). El otro referente es lo que dicen los noticieros que lo pintan como un monstruo (pero no me parece confiable).

Entonces me abstengo de expresarme sobre un tema que no conozco y dando un paso al costado sobre el juzgamiento a Castro me pregunto sobre García Márquez ¿Ser amigo de alguien es un argumento de peso para que uno sea señalado?

Lo que más me preocupa del tema es que me va a tocar quedarme sin amigos porque tengo varios que son bien derechistas para escribir en Facebook y Twitter, y otros bien izquierdosos para tomar chicha en el chorro de Quevedo; y según la actual lógica colombiana todo aquel que piense derechista es “paraco” o mínimo bruto y todo aquel que piense izquierdoso es guerrillero, o mínimo mamerto… ¿Yo que vendría siendo por ser amigo de unos y de otros?

Leí por ahí incluso que García era un mal colombiano porque “con tanta plata debió hacerle acueducto a Aracataca y no lo hizo”.

¿QUE QUÉ?  Sí, así en mayúscula. ¿Acaso eso no es responsabilidad de los gobernantes? ¿Entonces si yo me vuelvo un pintor famoso y millonario le tengo que hacer metro a Bogotá?

Que vaya alistando el bolsillo William Ospina para el acueducto de Herveo y un museíto en Fresno Tolima; o que deje de escribir para que no le toque.

¡Por favor!, ya dejemos de pensar que el bueno es solamente el que da cosas materiales. Miremos como ejemplo de anti bondad a los grandes capos del narcotráfico que repartían billetes en los parques ¿eso de verdad le cambió positivamente la vida al país?

Es impensable que García Márquez le pudiera haber dado a Colombia más de lo que le dio. Puso al país en el podio mundial de algo diferente al narcotráfico o la corrupción; nos dio un referente histórico literario que seguramente será inmortal como el Quijote, al que los expertos ponen en el mismo nivel de Cien años de soledad como las más grandes obras en la historia literaria de habla hispana ¿de verdad algún colombiano le ha dado más que eso al país? ¿De verdad creen los críticos del nobel que era un mal colombiano por no haber hecho alguna donación a alguna comunidad pobre de plata? Le donó sus letras a toda una comunidad pobre de espíritu.

García Márquez no merece, ahora muerto, esos calificativos, y no los mereció en vida porque que yo sepa nunca asesinó a alguien; nunca secuestró, extorsionó o robó a alguien. Esas sí son acciones de una mala persona y de esas abundan en el planeta.

Definitivamente Macondo se está convirtiendo en el reflejo de un país en el que para llegar a ser Senador, en muchos casos es necesario ser corrupto, mañoso o delincuente; y para ser criticado, en muchos casos hay que ser honesto, trabajador o inteligente.

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