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Tomada de http://www.eltiempo.com/bocas/jaime-garzon-en-revista-bocas/14575038

Foto: Carlos Duque. Tomada de http://www.eltiempo.com/bocas/jaime-garzon-en-revista-bocas/14575038

Algunas personas (afortunadamente muy pocas) celebran la muerte de Jaime Garzón. Casi siempre están en la misma línea ideológica de los que justifican el fin de una vida por fines políticos. La muerte alimenta el sectarismo colombiano. La muerte alimenta la polarización.

Jaime Garzón es víctima de ese conflicto por el que algunos apuestan su fin en la Habana.

No sé si Jaime Garzón era comunista, ni “narcoterrorista”, pero quienes celebran su asesinato por “sapo” (juro que alguna vez escuché esa afirmación), entonces son ellos mismos los que justifican la paz por la que abogaba Garzón: cada vez que alguien muere en nombre de la política, Colombia muere un poco más. Esa es una característica de la cultura colombiana, producto de 60 años bajo la ley de plomo: toda muerte violenta se puede justificar. Solo es necesario decir comunista o capitalista para rellenar de balas a una persona.

Garzón era periodista y comediante. No empuñó un arma ni invitó a tomar las armas. Intentó el cambio a través de la cultura, y lo mataron. Y así como se codeaba con guerrilleros, así mismo se codeaba con paramilitares, militares y políticos. Se escucha decir que lo mataron porque sabía mucho, y también porque -quién sabe- “en qué andaba metido”.

Sin embargo, fuere por lo que fuere, a Garzón lo mataron entre paramilitares, miembros del DAS y miembros de las fuerzas militares.

Lo mataron y el hombre no había empuñado un arma. Es decir, en Colombia no es necesario cargar un fusil para ser peligroso y recibir disparos.

Si usted es una persona decente usted no manda a matar al que piensa diferente. Punto. El que tiene razón o el que convence a más de su verdad gana la contienda con palabras. Punto. Si usted hace lo contrario no es mejor que un narcoterrorista, no se equivoque, usted es de la misma calaña que los guerrilleros, los integrantes de bandas criminales y los que roban el erario.

Si lo asesinaron, no lo hicieron porque andaba con unos y con otros porque, como deben hacer los periodistas, escuchaba las opiniones de todos, hasta de los más bárbaros. Nadie debe morir por sentarse a hablar con un delincuente, sino ¡imagínense la suerte de todos los políticos!

Lo mataron porque afirmaba y re contra afirmaba lo obvio, porque usaba el sentido común y la gente, gente de todos los estratos, lo escuchaba y reía con él la tristeza de ser colombiano en Colombia, porque Colombia es un paraíso, y el problema aquí es la política. Salió a decir que aquí los jefes no son los políticos, sino la gente. Apenas el sentido común que no enseñan en los colegios.

Decía que no había porqué soportar tanto abuso, que ellos son los administradores y no los dueños de la finca. Y por eso, no por sapo, lo mataron. Lo mandaron balacear porque le daba cachetadas a la gente y les decía que no había que ser tan pendejos: que los políticos, los mandos militares, los mandos paramilitares y los mandos guerrilleros son ricos y la demás gente es pobre.

Su funeral, tan importante como el de Rafael Orozco o Diomedes Díaz, reunió miles y miles de personas que lloraron junto con la familia de Garzón su muerte. Hay que ser cobarde para terminar con la vida de un civil desarmado.

La muerte de Garzón es tan grave como la de las víctimas de la guerrilla o de cualquier grupo armado. Cuando el asunto es matar, tanto el de izquierda como el de derecha son delincuentes. Matar a un colombiano en nombre de la política es peor que ser narcotraficante.

Los artistas y la gente lo saben. Los artistas, que también son gente, celebran la vida de Garzón con canciones, pinturas, reportajes, etc. Y ya no pueden matar a nadie por eso.

Salud.

@YDesparchado

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