Marco no existe.
Marco ha sido usted. Marco he sido yo. Marco es su prima, su hermano, la amiga de la que hace cinco meses no sabe nada y el hombre que que lee el periódico todos los días a las tres de la tarde.
Marco existe.
El problema de Marco es que ha estado desempleado desde hace seis meses. En cuanto hubo perdido su antiguo empleo, le llegó mucha energía renovadora. Se alegró profundamente porque en cualquier caso no disfrutaba de lo que hacía y en el despido vio la oportunidad de encontrar algo más acorde con sus gustos. Se tomó una semana libre: bañó al gato, salió a cine y cambió el bombillo del baño. A la semana siguiente estaba listo para comenzar a bsucar lo que él creía que iba a ser el trabajo de sus sueños con largas vacaciones anuales y salud prepagada.
Pasó un mes y no encontró nada. Pero no se desalentó.
Pasó otro mes y tampoco encontró trabajo. Comenzó a hacer cambios en su rutina activa.
Pasó otro mes. Nada. Pidió prestado dinero.
Pasó otro mes. Nada. Empezó a contar el tiempo.
Al sexto mes, Marco enloqueció.
Este es Marco. El problema de Marco es que la búsqueda de empleo lo ha enloquecido. Ya no sabe diferenciar entre el día y la noche, la cena y el desayuno, la búsqueda de trabajo y la limpieza de la casa. No trabaja en sus proyectos, ni en proyectos ajenos. Está tan confundido que no sabe si está caminando o está durmiendo. El problema de Marco es que todo es una maraña en busca de empleo, una cosa pegajosa y sin forma que no le permite moverse con naturalidad y que amenaza con asfixiarlo. Es decir, el problema es que no puede diferenciar.
Los colombianos conocen bien la problemática del desempleo que, según el DANE, en febrero de este año alcanzó un deshonroso 11.8%. Hay muchas dificultades que anidan en el él y muchas de ellas ya las conocemos también. Inseguridad, salud pública, depresión, pobreza, malnutrición, etc. ¿Pero qué sucede con la locura de Marco?
Con el tiempo, Marco ha entrado a un ciclo del que le es difícil salir. Gran parte del problema es que el desempleo le ha quitado mucha disciplina, que no tiene tiempo para muchas cosas, tampoco dinero para gastar, y no sabe si un lunes es un lunes o es un domingo. El único plan de Marco es encontrar empleo. Cree que cuando lo consiga, podrá comenzar su vida, tener hobbies y salir de vacaciones. Al principio, aplicaba a trabajos que le gustaban. Después del tercer mes comenzó a aplicar a cualquier oferta, porque cualquier cosa era mejor que pasar la vida buscando el trabajo soñado. Digamos que hubiera querido trabajar en una librería o en un estación de radio. Como no sabe diferenciar, para Marco una librería era igual que una zapatería, una estación de radio igual que una tienda de velas. Hasta Rappi, con sus malas prestaciones, se volvió un atractivo lugar de oportunidades. Como no puede dormir, en las noches se levanta y hace café, como haría en las mañanas. Hace mercado los martes a las 9 de la mañana. Compra la lotería los lunes. Se viste siempre con ese traje de cajero. Pone la mejor sonrisa. Es un loco.
Después de un tiempo, Marco finalmente consiguió un empleo. Ahora tiene tiempo los fines de semana para pasear, las tardes para ver películas, dinero para comprar sandalias. Pero se encontró con otro obstáculo: Marco, ahora, no sabe qué hacer con su tiempo libre. Se confude, no sabe diferenciar.
El tiempo libre enloqueció a Marco.
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