Si desde Kasajistán partió el Vostok 1 con el primer ser humano hacia el espacio, de Duitama lo hizo el Spútnik 2 con el primer animal puesto en órbita alrededor de la Tierra. Todo esto como parte del Programa Espacial de la Unión Soviética, que tenía tres bases oficiales –Plesetsk, Kapustin Yar y Baikonur– y una extraoficial en el Páramo de La Rusia, en el departamento de Boyacá.
Hoy solo quedan ranas, frailejones y arbustos en lo que, hasta 1964, fue el único centro de operaciones espaciales en América Latina, así como la prueba fehaciente de la campaña expansionista de los rusos por la Tierra –y fuera de ella–. Pero ¿por qué Duitama?
Todo comenzó en Moscú, entre el 14 y el 26 de febrero de 1956, durante el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. A dicho encuentro asistió Vladimir Pombo, El Camarada, un abogado chapinerudo afiebrado por la ayahuasca, que fungió como secretario de la Juventud Comunista Colombiana hasta el día de su muerte en 1996. Pombo, que heredó la militancia de su padre, fue amigo personal de Nikita Jruschov, entonces primer secretario del Partido Comunista de la URSS y presidente del Consejo de Ministros.
Para Jruschov, el Programa Espacial Soviético era su principal bandera, y en su afán por llegar al espacio antes que sus enemigos del bloque occidental, quería contar con un sitio secreto por si alguno de sus cosmódromos oficiales era atacado. Y qué mejor lugar que Colombia, un país ubicado en América del Sur, atravesado por la línea ecuatorial, considerado el mayor aliado de los Estados Unidos en la región, pero en el que empezaban a gestarse las bases de la que sería calificada la guerrilla más vieja del mundo.
La relación de Pombo y Jruschov era de amistad, pero también de mutua conveniencia, pues mientras el primero requería el apoyo de los rusos para fortalecer la lucha comunista en Colombia, el segundo necesitaba de El Camarada para asegurarse un plan de emergencia en su carrera hacia el espacio. “De Duitama hasta Neptuno (DutaNekov)” fue el nombre del proyecto acordado entre el Kremlin y Pombo, y en el que se definía que la base espacial sería instalada en un páramo al que denominarían La Rusia, en el departamento de Boyacá, por su ubicación geoestratégica a 4.000 metros sobre el nivel del mar, en la parte oriental de la cordillera de los Andes y por haber sido el sitio revelado a El Camarada en una de sus tomas de yagé.
El DutaNekov planteaba la necesidad de crear un corredor entre Buenaventura y Duitama, así como hacer de La Rusia un sitio seguro para el Kremlin, de forma tal que sus científicos e ingenieros se pudieran movilizar tranquilos por la zona, sin levantar la mínima sospecha y sin que sus naves espaciales y cohetes fueran percibidos. Así, los soviéticos estimaban que mientras el gobierno colombiano se dedicaría a perseguir a los guerrilleros en unas zonas específicas entre el Tolima y Sumapaz, ellos extenderían el comunismo, no solo por Latinoamérica, sino desde el páramo de La Rusia, hacia la Luna, Marte y Plutón.
El cosmódromo de La Rusia se terminó de construir un año después del encuentro de El Camarada y Jruschov en Moscú, con ingenieros y científicos embarcados en Leningrado (hoy San Petersburgo) y desembarcados en Buenaventura con toda la tecnología para hacer volar cualquier cosa hacia el espacio exterior.
Pero a pesar del éxito de la obra, el ambiente político del país era cada vez más complejo y la presencia norteamericana más constante, por lo que el Kremlin decidió modificar sus planes. La idea de expandir el comunismo por cada rincón de la cordillera de los Andes fue dejada de lado. Y así, el sueño de llevar la hoz y el martillo hacia el espacio no trascendió al envío de una perra callejera moscovita, de cinco kilos y tres años, como parte de las celebraciones del cuadragésimo aniversario de la Revolución bolchevique. El 3 de noviembre de 1957, Laika, la canina más destacada y querida del “Programa Soviético de Perros de Prueba Utilizados en Cohetes”, partió de La Rusia como tripulante del único Spútnik boyacense para nunca volver ni a Moscú ni a la Tierra.
Increíble este texto, muy bueno
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