El que lo vive es que lo siente definitivamente.
La primera vez en el estadio debería ser una oportunidad a la que todos los colombianos deberíamos tener acceso. Sin duda alguna es una experiencia inmemorable que queda marcada en los recuerdos más gratos de nuestra vida y del que seguro hablaremos en todas las novenas navideñas de este 2021.
Comencemos por la planeación del viaje porque es una de las partes más importantes del rompecabezas para que al final del día no existan piezas amargas que recordar.
Las boletas es mejor comprarlas en los días en los que haya preventa porque así es posible escoger asientos más económicos y con mejores ubicaciones. Si usted no tiene la opción de tenerla, pídaselo a cualquier familiar o amigo que de seguro encontrará quien le haga el favor.
Una vez tenga su boleta, compre los tiquetes con bastante tiempo de antelación porque los precios terminan siendo exorbitantes y con lo que pague para irse a Barranquilla, podría estarlo costeando para un viaje a Dubái… bueno no del todo, pero casi.
Cuando llegue al aeropuerto váyase de una vez vestido con la camiseta y así se une a la ola amarilla de la sala de espera y comienza a vivir la experiencia desde ceros con todos los que van a bordo. Eso sí, prepárese para querer cortar y botar cada centímetro de tela de sus prendas de vestir porque el calor que hace es algo de otro mundo cuando se tiene la “pinta” incorrecta. Yo le sugeriría llenarse de empoderamiento y actitud, y desde Bogotá asumir su ropa de tierra caliente de pies a cabeza sin pena alguna.
Ahora, Barranquilla es una ciudad muy linda con gente sorprendentemente amable y carismática. Escoja los restaurantes más típicos y llévese a su familia por una buena mojarra o sancocho trifásico para que vayan con bastante energía en lo que será la prueba más grande de paciencia que tendrá que afrontar en las próximas horas.
Y por supuesto no deje de ir al Malecón porque ver de frente el río Magdalena definitivamente ¡es imponente! … observar los artefactos fluviales de carga es algo impresionante y el recorrido por el caminito es bastante agradable si se pasa por el Restaurante Caimán del Río a tomarse una bebida bien fría.
Cuando se llega el momento de alistarse para ir al estadio por favor tenga en cuenta la hora a la que va a llegar. Si el partido empieza a las 6 de la tarde, no cometa el grave error de irse sobre el tiempo porque la fila puede llegar a cubrir los 4 kilómetros de distancia por poquito. Es mejor exagerar y entrar en el primer grupo para que coja su silla y no se “sancoche” esperando afuera.
En mi caso, llegué al estadio faltando 3 horas para que comenzara y la fila ya había tomado un impulso considerable de unos 2 kilómetros y medio a la redonda y eso que no sé si estoy calculando bien la distancia porque era tan larga, que no se veía siquiera dónde comenzaba y dónde terminaba.
Una prueba de paciencia para dioses…
La fila es larga y pesada por el calor, no hay cómo sentarse y no falta el que muy “vivo y coleante”, que decide arriesgar su vida para colarse. Y digo arriesgar su vida, porque la gente tiene tanta paciencia en esos momentos, que termina aplaudiéndole con rosas y flores su gran gesto.
Después de que hayan transcurrido varias horas de espera, cansancio, e insoladas (que a propósito se aminoran con la ayuda de todos los vendedores que están pendientes de mantenernos bien hidratados), llega el gran momento de entrar al estadio.
Pero no se ilusione mucho con ver su silla intacta y el número que con tanto esfuerzo se demoró escogiendo en su oficina mientras compraba a escondidas del jefe las boletas. Le toca en su localidad, sí, pero como en los juegos del hambre, vaya a ver si tenga suerte ¡y luche por su espacio!
Una vez esté sentado y acomodado con sus amigos o familiares, tómese fotos y comience a disfrutar del estadio, su magia, la música y la ilusión de presenciar un gol. Cante el himno con fervor, pero repáselo antes en el avión porque no falta el que se le perdió el GPS y no se sabe ni qué país es el que está honrando.
Eso sí, es importante llamar la atención en algo. Si usted quiere tomarse sus cervecitas está perfecto, pero no se vuelva el borracho fastidioso que lo único que grita son groserías que definitivamente NO nos representan como colombianos. No se tire el ambiente, sea agradable y de ejemplo.
Y ahora que he narrado toda esta experiencia espero que usted la pueda vivir alguna vez en su vida porque de verdad vale mucho la pena.
Por último, no escatime ahora en las novenas decembrinas una rezada por nuestra selección para ver si podemos llegar al Mundial y seguir disfrutando de este gran deporte que nos une como país en tiempos donde estamos más divididos que nunca.
Gracias Selección Colombia.
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