En este artículo usted no encontrará una postura o inclinación que le aconseje por quién votar, ni tampoco hay ya cabida para seguirse lamentando de porqué los dos contendores que tenemos hoy son nuestras opciones y no otros.
Tenemos que decidir.
Pero más allá de opinar sobre las propuestas de campaña -aunque en estos días parece más un ring de boxeo que otra cosa-, mi invitación es a entender la relevancia que tiene su voto. Sí, su voto.
En primer lugar, puede que su voto no sea el que elija al presidente de la República, pero es importante, y más en estos momentos, que sepa que puede haber un resultado muy reñido entre los candidatos, como aquel que se presentó entre Samper y Pastrana en 1994.
Incluso si cruzamos las fronteras, en Estados Unidos hubo un caso donde Al Gore perdió por poco o nada ante George W. Bush en el año 2000. “Al final, Bush ganó Florida por el 0,009 por ciento de los votos emitidos en el estado, o 537 votos. Si 600 votantes más pro-Gore, hubieran acudido a las urnas en Florida ese día de noviembre, podría haber habido un presidente completamente diferente entre 2000 y 2008” (National Geographic).
Estas diferencias terminan siendo mínimas y, a pesar de que pasen muy rara vez, en estos momentos y como van las encuestas es probable que el candidato que gane no sea por una gran cantidad de votos con respecto al otro.
Ahora bien, el otro día leía un artículo internacional donde se analizaba el legítimo ejercicio del derecho al voto en países como Australia y Estados Unidos para hacer un tipo de comparación en el comportamiento de los votantes cuando este ejercicio era obligatorio y cuando no. Es decir, cuando por mandato de Ley sí o sí se debía votar.
Obviamente en países como Australia, el número de personas que se acercaron a las urnas creció de manera notoria cuando sacaron la ley del voto obligatorio, un escenario que ocurre en muchos países.
Sin embargo, este artículo presentaba una reflexión interesante entorno a la siguiente pregunta: ¿ al final del día qué es preferible: una cantidad masiva de gente votando porque le toca, o una minoría, pero verdaderamente convencida de su deber, de las propuestas, y de la importancia del voto?
¿Qué opinan ustedes?
En Colombia sabemos que es un deber Constitucional y que de los 50 y punta millones de habitantes, solamente están habilitados para votar cerca de 39 millones, y de esos, no vota tristemente la totalidad.
Por supuesto hay muchos factores que influyen: la inscripción de la cédula, el traslado en las regiones de difícil acceso, la falta de credibilidad en la democracia, etc…
Por ejemplo, el otro día me subí a un Uber que me aseguró que no votaría ya que el Estado nunca le ha dado nada y siempre ha sacado a sus hijos adelante solo. Respetable, por supuesto, pero difícil creer que en un país como el nuestro el Estado nos vaya a dar la platica para el mercado, los estudios y servicios. Acá nos toca lucharla a todos para salir adelante (a unos más que otros, ni más faltaba).
Pero continuemos.
Es importante que nos detengamos a reflexionar la importancia que tiene el simple hecho de ir a votar. Desde mi punto de vista, sean 39 millones o 20 los que voten, cada sufragio cuenta porque estamos legitimando al Gobierno para que justamente nos gobierne. En últimas, si no votamos, no podremos después quejarnos de porqué hizo o no hizo, de porqué tales políticas salieron o se hundieron.
Estamos en una democracia (que ojalá se mantenga) y es un deber votar porque hace parte de nuestras más sagradas libertades. Es decir, no lo demos por sentado porque hay muchos países donde a los gobernantes no les importa la opinión del pueblo en lo más mínimo. Incluso, cada día se hacen más frecuentes este tipo de gobiernos.
La democracia es muy pero muy frágil.
Claro, que ha habido problemas de corrupción, compra de votos, fallas en la Registraduría… sí y sí. Pero que eso no nos detenga el domingo para decirle al Gobierno que todavía nos importa ejercer nuestro derecho y que estamos mostrándole que aquí queremos siempre una Democracia activa y participativa.
No dejemos esta decisión tan trascendental en manos de otros.
Y antes de cerrar hago un breve llamado al voto seguro. ¿Esto qué quiere decir? Para mí el voto seguro es el voto informado. Informarse es fácil, abramos los periódicos, metámonos a Youtube a ver los debates, miremos los programas de Gobierno, analicemos muy bien el posible gabinete.
Si tiene tiempo para ver el «Desafío» o «Hasta que la Plata nos Separe», tiene tiempo para esto.
¿Le da pereza? Perfecto, llame a ese familiar o amigo ñoño que se sabe de “Pe a Pa” todo el recorrido político y pídale que le explique.
Ojo, también analicemos muy bien el voto en blanco, recordemos que en estos momentos es meramente simbólico.
Con esto cierro con la esperanza de haberlos motivado un poquito más a votar.
Ah y que ojalá gane el mejor para nuestro país…
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