¿Ustedes sabían que hay mucho más de 4000 vías en el Amazonas que no son propiamente legales? Yo no. Y estoy verdaderamente impactada.
No sé si de por sí hablar de vías en el pulmón del mundo ya sea lo suficientemente controversial para ustedes, pero para mí sí lo es.
Este tema tiene mucha tela para cortar, pero me parece interesante empezar a tocarlo.
Hace poco estuve leyendo una noticia que ya salió el año pasado sobre la construcción de vías ilegales que colindan con el Parque Nacional Chiribiquete. ¿Cómo es esto posible? Me lo pregunto porque sé que hay entidades ambientales que tienen el ojo puesto en la zona, y una vía no se hace de la noche a la mañana.
Estas vías en muchas ocasiones buscan ser corredores para el ingreso de productos de manera ilícita sin ningún tipo de regulación, sin contar por supuesto, con la relación que esto tiene con la deforestación, la extensión de la frontera agrícola y la minería.
Incluso, se dice que, en el Amazonas por cada vía legal ubicada en el territorio brasilero, hay tres ilegales (Griffin, 2020).
Y es que darles paso a vías en zonas boscosas y cercanas a las reservas naturales es realmente problemático porque representa no solo la intervención humana en territorios que deberían estar protegidos, sino la apertura a la economía donde históricamente ha habido intereses perversos.
Ahora bien, en algunas zonas de Brasil sé que estas vías son legales y permiten mantener a las comunidades locales conectadas con el exterior, recibir alimentos, tener transporte y acceso a servicios. Pero hay muchas otras que se han tomado los titulares a nivel mundial, porque buscan atravesar prácticamente toda la selva de punta a punta.
No obstante, lo que ocurre cerca al PNN Chiribiquete no pareciera ser el caso que menciono. El Ministerio de Ambiente ya está tomando cartas en el asunto, pero lo que evidencian las imágenes de los sobrevuelos es efectivamente una vía en medio de la selva que nada tiene que estar haciendo allí.
Si nos vamos más allá de todo hecho evidente, imagínense ustedes una zona supremamente biodiversa y virgen recibiendo los sonidos de camiones, volquetas y carros. Eso claramente perturba todo el ecosistema y su funcionalidad natural. Y acá estoy segura que los biólogos expertos nos darán la razón.
Esta situación no es nueva ya que desde el 2020 se vienen presentando intervenciones ilegales en zonas como en los resguardos indígenas Yaguará II donde también hay compra y venta de terrenos para la agricultura y la ganadería en áreas cercanas (Rutas del Conflicto).
El problema tiene de largo como de ancho y mucha tela para cortar. Esto involucra la presencia o falta de, el Estado, los antecedentes históricos de violencia por parte de grupos armados, el manejo que se le da a la adquisición de predios en ese territorio y la regulación al respecto, la delimitación de la frontera agrícola, en fin.
Un panorama sumamente complejo que requiere toda la atención y difusión porque el ojo debe estar puesto en el monitoreo del Parque y las zonas aledañas casi que 24/7.
No podemos estar de cara a nuestras ciudades y de espalda a lo que sucede en nuestras selvas.
Los leo.
El hecho que haya carreteras en la Amazonía no es controversial, lo hay en muchas reservas forestales en el mundo, lo que si lo es que haya muchísimas y todas sean ilegales, incluso el no tener carreteras debidamente planeadas, ambientalmente diseñadas y aprobadas legalmente hace que existan muchas ilegales.
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Gracias por tu comentario estimado Fabio! 🙂
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