Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Juré que -como máximo- iba a trabajar cuatro años después de graduarme y que luego haría mi maestría. Me mentí igual que en otros casos, como cuando dije que nunca me pondría una corbata, o que me iría de la casa a los 21 años, o que dejaría de ver porno.

Pero no, ninguna de las anteriores. Uno sabe que hay cosas que se tienen que hacer en la vida, pero no se cumplen, como no desear a la mujer del prójimo, ni desperdiciar horas viendo curiosidades en Youtube y ocupar el tiempo en cosas mejores que «Suso, el paspi».

Algunos se van para Francia y Estados Unidos con todo pago, o con incentivos parciales, o con los ahorros de sus padres. Se me escurren las babas viendo sus actualizaciones en Facebook, en donde aparecen tomando vino en parques coloridos o luciendo ropa de invierno al frente de monumentos históricos: «Hoy, tomando café en París; la otra semana… ¡El Cairo!». Las mías son algo parecidas: «Hoy, tomando aromática en el centro; mañana… ¡visita a la abuela!».

A todos les pregunto que cómo hicieron, que en dónde buscaron, que con palanca de quién, que qué chévere, que qué envidia, que yo también quiero, que a quién se lo tengo que ‘dar’. A los que vuelven también los bombardeo con cuestionarios similares, como un niño pobre de provincia que ve con admiración a algún viajero citadino y pregunta cómo es vivir en una capital, que qué se siente volar en avión, que si es verdad que uno se puede llevar la cobija de Avianca, qué si conoció a personas de otras culturas, que cómo huelen, que si las mujeres están ‘buenas’.

Me lleno de angustia. Como víctima de la «crisis de la maestría» me siento rezagado y temo que ya no pueda aspirar a mejores puestos laborales. Pienso que las empresas son cada vez más exigentes y que mi hoja de vida no está a la altura de mis ambiciones. Es posible que pronto llegue el día en el que lea un clasificado como el siguiente: «Se necesita mensajero, profesional, con manejo básico del inglés y excelente presentación personal. Preferiblemente con moto». Estoy jodido porque ya vendí mi AKT (qué embarrada: ese era el negocio, socio).

Entonces me entra el afán y mis primeras conclusiones son obvias, pero pienso en ellas como si a nadie más se le hubieran ocurrido: «¡Ya sé! ¡Voy a buscar una maestría en relaciones internacionales en España… o una en publicidad en Argentina! ¡Qué brillante soy!».

 

«¡Ya sé! ¡Voy a ‘pulir’ mi inglés en Australia!»

Por un lado, no tengo cómo aspirar a una beca (para más información, lea: Qué difícil ganar una beca cuando no se tiene pasado de ñoño). De otra parte, no he ahorrado porque siempre me he ‘topado’ con gastos mensuales que dejan mi cuenta en ceros: un iPad (en enero), una novia nueva (marzo), un paseo con la novia nueva (en semana santa), el regalo del día de la madre (mayo), mi regalo de cumpleaños (junio), unos zapatos y una chaqueta (septiembre), el regalo de cumpleaños de la novia que ya no es tan nueva (en noviembre), otro paseo y regalos de Navidad (diciembre). El otro año (en enero), el último iPhone.

En medio de la frustración, aparece algún amigo diciendo que hay becas con todo pago para estudiar cosas como «teoría del cosmos mundano» en India, o «democracias alternativas» en Libia, o «periodismo bolivariano independiente» en Venezuela.

Al final, comprendo que lo que de verdad quiero es irme, a lo que sea, a donde sea, pero irme de cualquier forma porque me mamé de hacer lo mismo en el trabajo, del sueldo que no me alcanza y del trancón de todos los días. Entonces vuelvo a conclusiones obvias: «¡Ya sé! Voy a irme a ‘pulir’ el inglés. ¡Soy un genio!». Busco instituciones en Inglaterra o Australia (se me está quemando el cerebro de tanta creatividad) y alimento mi esperanza con las experiencias de otros que ya lo hicieron y cuentan que pagaron su viaje trabajando como meseros, o limpiando casas, o cargando bultos en obras de construcción.

Pero las expectativas vuelven a bajar. Al final termino buscando una especialización en marketing en Bogotá o haciendo un curso de inglés en el British Council (en medio de un grupo de personas que están igual o más desorientadas que uno). Me doy golpecitos en la espalda diciendo que Steve Jobs nunca terminó sus estudios universitarios.

«Ay, Dios mío, ayúdame», digo desesperado. Entonces Dios se voltea, desvía por un momento su atención del conflicto entre Israel y Palestina y mira hacia abajo con algo de fastidio: «A ver, Andrés, ¿qué es lo que quiere? Me tiene cardiaco con su intensidad: Dios, quítame este dolor de cabeza… Dios, qué es este tráfico… Dios, mi novia jode mucho… Dios, me salió un barro… ¡Dios, Dios, Dios! ¡Me va a gastar el nombre, hermano!».

Aunque no debería contestarme con tres piedras en la mano, Él tiene razón. Me he quedado haciendo planes sin mover un dedo y sigo quejándome en vez de ahorrar. Con el paso del tiempo, además, hay algo que complica las cosas: uno empieza a echar raíces (años de noviazgo, por ejemplo, planes de casarse y el reloj biológico de ella en cuenta regresiva). Eso dificulta la decisión de hacer planes por fuera del país.

Sé que gasto mi energía hablando de la suerte de los otros. Lo que debería es invertir el tiempo en trazar mi propio camino y empezar a recorrerlo sin más demoras. No es suficiente pasar una hora en Google buscando becas. Hasta ahí nos llega el impulso a la mayoría.

 

*Próximo miércoles, desde las 8 a.m.:
‘Así me agarré con mi novia en un trancón de dos horas’


facebook.com/Agomoso

*No sea líchigo. Compre mi libro «A usted también le ha pasado, ¡admítalo!» -de Intermedio Editores- incluye 18 artículos EXCLUSIVOS (vea aquí los títulos). ¡El prólogo es de mi mamita! Lo encuentra en Panamericana, Librería Nacional (aquí, compra on-line), Prodiscos, Entertainment Store y La 14, entre otras.

*Si se lo perdió…

‘Testimonio (inventado) de una reina de belleza pobre’

‘¿Sufre usted de torpeza social?’

‘Cuando uno se aburre del trabajo’

‘Si quiere conquistarla… pertúrbela’

‘He aquí el porqué las mujeres no pagan la cuenta’

‘Mi novia es una bruja’

‘La primera vez de un turista colombiano en Estados Unidos’

‘Viajando en avión por primera vez’

‘Cuando los gordos hacen ejercicio’

‘Mis ‘archienemigos’: los zancudos’

‘¿Por qué los hombres feos despreciamos a las mujeres feas?’

‘¡Alerta! ¡Mi mamá tiene cuenta en Twitter!’

‘¡Déjenme fumar en paz!’

‘Esta es la columna (que me imagino) de Daniel Samper Ospina si hubieran ‘hackeado’ la cuenta de otro Daniel Samper Ospina’

‘Esta es la historia (que me imagino) de la entrevista ‘in english’ a Carolina Cruz… ‘and the music’ ‘

‘¿Es ud. adicto a la impuntualidad? Yo sí’

‘Cuando una mujer se aprovecha de un hombre’

‘Si yo fuera empleada del servicio… sería igual de confianzuda’

‘Yo era un patito feo, inmundo; ahora soy un pato, a secas’ (del libro ‘A usted también le ha pasado, ¡admítalo!’)

‘Las costeñas me intimidan’ (del libro ‘A usted también le ha pasado, ¡admítalo!’)

‘Si yo fuera taxista… sería igual de atravesado’

‘Celos de madre’

‘Trabajo como ‘independiente’ y… ¡me estoy volviendo loco!’

‘La necesidad tiene cara de olla – Yo hice fila con sobres de Ricostilla’

‘Malentendidos entre hombres y mujeres – Segunda parte’

‘Malentendidos entre hombres y mujeres – Primera parte’

‘Chistes tontos de la infancia’

‘Las ‘supervacaciones’ de mi mamá me aburren’

‘Todo nos gusta regalado’

‘Nos fascinan las ‘lobas’, ¿por qué a ellas no les gustamos los ‘lobos’?’

‘La bendita maña de decir mentiras’

‘El amor al carrito nuevo’

‘Cosas que nos pasan a los hombres en baños ajenos’

‘Sudando en el peor puesto del TransMilenio: la puerta’

‘Sobreviviendo a los lectores criticones de mi blog’

‘Almuerzos de mujeres: ideales para entenderlas mejor’

‘Cuando los hijos regañan a sus papás como niños chiquitos’

‘Mujeres que le tienen fobia al motel’

‘El arte de ‘levantar’ en la oficina’

‘Sobreviviendo como asalariado a la reestructuración de una empresa’

Shows de mujeres que hacemos los hombres’

‘Esta es la historia (que me imagino) de unos taxistas que golpearon a un par de pasajeros’

‘¿Cuándo será mi última ‘faena’ entre sábanas?’

‘Si yo fuera celador, sería igual de insoportable’

‘Salí del país, me unté de mundo y ahora soy mejor que ustedes’

‘Querido Niño Dios: te pido que mi familia no me avergüence en la fiesta de Año Nuevo’

‘Que alguien me explique los gozos de la novena de aguinaldos’

‘Manejo como una dulce anciana’

‘Mi tía, la invencible, tiene el superpoder de la intensidad’

‘Muéstrame tu foto de perfil en Facebook y te diré cómo eres’

‘¿Por qué los colombianos nos creemos «la verga»?’

‘¡Deje el resentimiento contra los ricos!’

‘Soy muy cobarde; le tengo pavor a las peleas’

‘Yo no entendía por dónde orinaban las niñas; dudas que muchos teníamos, pero nos daba pena preguntar’

‘Mi abuela es más progresista y liberal que sus hijas’

‘Es cierto y es un karma: los hombres pensamos siempre en sexo’

‘Respuesta masculina a cosas que ellas nos critican en la cama’

‘Carta de un hombre que no ve fútbol, ni le gusta, ni le importa’

‘A mí me tocó aprender a bailar con mis primos’

‘¿Por qué las mamás pelean cuando hacen oficio?’

‘Así es, aún vivo con mi mamá’

‘Si su nombre es ‘guiso’, usted tiene pasado de pobre: att. Jáiver’

‘Salir con… colombiana vs. extranjera’

‘Volví con mi ex… suegra, pero no con mi ex novia’

‘Qué miedo empezar una nueva relación’

‘Me salió barriga; ahora sí salgo a trotar’

‘Así se sufre una temporada sin trabajo, ni novia, ni plata pa’ viajar’

‘Qué difícil ganar una beca cuando no se tiene pasado de ñoño’

‘Mi mamá habla un mal español; mi papá, un pésimo inglés’

‘Sí, soy metrosexual… y usted también, ¡admítalo!’

‘Conquistar a las mujeres de hoy requiere más que sólo actitud; aliste una hoja de vida impresionante’

‘¿Cómo se atreve mi ex novia a casarse?’

 

*ESTE BLOG APARECE EN LA SECCIÓN ‘DEBES LEER’, EN LA PESTAÑA VERDE DE ELTIEMPO.COM. TAMBIÉN PUEDE USAR EL LINK CORTO: bit.ly/agomoso

Compartir post