Nada que decir, de Silvia Hidalgo, es la historia de una mujer que, en el hartazgo de su matrimonio y la incomprensión de su maternidad, dinamita el edificio de su vida y lo vuelve a construir. La chispa es una relación alterna y dañina con el hombre tumor: primero invasor, luego amante, finalmente célula cancerígena.
Su matrimonio fue un esfuerzo por romper con su familia nuclear: el padre fantasmal que se le presenta en el espejo retrovisor del carro, la madre siempre triste que encuentra en el cuidado —de las personas y de las plantas— el propósito de su vida, y el hermano que se aprovecha de los secretos ajenos. Ella quería un hogar, pero edificó una casa madura, luminosa y bien decorada. Cuando quedó embarazada y le tocó poner su vida al servicio de su cuerpo, quiso que su marido también sintiera la ansiedad, el desplazamiento de los órganos y la anulación de todo interés intelectual; quiso poner la agudeza de sus sentidos a prueba con el hombre tumor. En ese ecosistema llegaron la bebé, el divorcio y la adicción adolescente.
Con lecciones de eficacia y obediencia, casi todas del padre, la protagonista de la novela aprendió a ser ambiciosa en su trabajo. Computación, programación y un mundo de hombres que pueden quedarse en la oficina hasta la madrugada, pero no creen que los cargos de responsabilidad compaginen con los primeros días de una niña en la guardería. También aprendió que compensar lo que había visto en la vida de su madre —cocinas, geranios, electrodomésticos—, no la eximía del tablero laboral en el que no conviene ser mujer para avanzar de una casilla a otra.
Es una novela sobre las comunicaciones contemporáneas, la vacuidad de las palabras que se usan sin significados, los patrones familiares y los momentos en los que la hoja está tan arrugada y llena de tachones, que es mejor botarla y empezar de cero. Es una historia sobre la mujer en el trabajo, el éxito laboral y las brechas que abre la maternidad. Sobre todo, es una historia sobre la posibilidad, siempre latente y al margen de las circunstancias, de que cualquier mujer sea huésped de un hombre tumor.
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