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Si hace unos años alguien me hubiera dicho que terminaría en TikTok, seguramente me habría reído. No es que esté desconectada de las redes, pero tenía la idea de que esta plataforma era un espacio completamente trivial, pensado solo para las generaciones más jóvenes (¡esos juicios en los que todos caemos!). Pero, como si todo se alineara, empecé a escuchar a colegas y amigos recomendándomela, insistiendo en que abriera una cuenta. Me dijeron que, cuando uno tiene un mensaje valioso para compartir, no hay excusas para guardarlo.

La gota final fue una conversación con mi amigo Amilkar Hernández, uno de los grandes periodistas que ha tenido Colombia, ex-director de varios noticieros y ¡tiktoker con casi 10.000 seguidores a sus más de 70 años! Con su estilo único me soltó la frase que necesitaba escuchar: “Vieja, tienes que estar ahí… ¡hágale!”

Y di el salto: ahora soy una tiktoker cincuentoncita, medio aburrida en realidad, que se entusiasma hablando de liderazgo, gestión de cambio, planificación y toma de decisiones, entre otras cosas, en una plataforma que parece hecha para bailar y hacer lip sync. ¿Por qué? Porque me di cuenta de que, si algo he aprendido a lo largo de mi vida, es que nunca es tarde para reinventarse. Y que esos temas que llevo años enseñando son exactamente los que muchos habríamos querido aprender desde niños.

Sí. Ojalá entre matemáticas y química nos hubieran enseñado a liderar nuestra vida 

Pensemos en las consecuencias que hemos vivido por no aprender desde jóvenes a manejar nuestras emociones, a planificar o a tomar decisiones con seguridad. Muchas veces terminamos lanzándonos a la vida adulta como quien va a ciegas. Nos topamos con decisiones difíciles y, sin un mapa, vamos de un lado a otro, tropezando y aprendiendo a los golpes.

Imagínate si, desde pequeños, nos hubieran enseñado a liderar nuestra propia vida. Tal vez hubiéramos tenido menos miedo a los cambios, menos ansiedad frente a lo desconocido, y más seguridad para elegir nuestro propio camino. ¿Cuántos adultos conozco (¡y me incluyo!) que alguna vez han tenido miedo a arriesgarse, a equivocarse, o simplemente a tomar una decisión porque no tienen esa base emocional?

Sin esas herramientas, nos hemos tenido que enfrentar al mundo como quien anda en bicicleta sin frenos: cuesta arriba, cuesta abajo y aprendiendo con cada raspón que nos dejan las caídas. La falta de gestión emocional o de liderazgo personal nos hace vivir con un peso que podríamos ahorrarnos si desde los niños nos dieran esas herramientas. Y al final, uno crece, pero con dudas y heridas que podrían haberse evitado.

¿Qué lecciones aprendimos tarde y podríamos aprender temprano?

Lo que trato de transmitir en mi nuevo TikTok son lecciones que me hubiera encantado escuchar de niña. Hacerme preguntas como: ¿Qué significa realmente ser un buen líder? ¿Cómo gestiono los cambios que no puedo controlar? ¿Por qué la planificación no es solo para la oficina, sino también para mis sueños personales? Y aquí es donde conecta con una audiencia diversa: tanto jóvenes que están comenzando sus caminos, como personas de mi edad que todavía quieren mejorar sus vidas y liderar sus propios cambios. ¡Y qué bonito es ver que todos nos sentimos identificados!

A veces me río de mí misma frente a la cámara, recordando a la Sandra de hace algunos años, que quizás miraba con temor ciertos retos porque no se sentía lista. Hoy sé que esa preparación viene de adentro, de darnos el permiso para aprender y crecer en cualquier momento. Así que, a los que me dicen que TikTok es solo para bailar, les digo: ¡también es para aprender y conectarse!

Cada video que estoy empezando a hacer en LiderazgoReal es como una charla de café con quienes me siguen. Hablaré de los miedos, de la resistencia al cambio, de esa ansiedad que aparece cuando sentimos que el mundo avanza y no sabemos si estamos a la altura. Y créanme, cuando comparto estas reflexiones, la respuesta es sorprendente: “Sandra, yo también lo siento”, “¿Por qué nunca me enseñaron esto?”, “¿Cómo empiezo a aplicar esto en mi vida?”.

El mejor liderazgo, al final, no es el que ejercemos sobre otros, sino el que tenemos sobre nosotros mismos. Y si este camino mío en TikTok, a mis 53 años, logra inspirar a alguien más a animarse no necesariamente a una red social sino a permitirse vivir aquello que no se han atrevido y puede darle un mayor significado a su vida, entonces ha valido cada segundo de duda.

Para los que están pensando que ya es muy tarde para muchas cosas, les quiero decir que nunca lo es. La vida siempre está lista para enseñarnos algo nuevo, ya veces lo que nos falta es simplemente un empujón (o un amigo persistente como Amilkar diciéndonos que nos lancemos). Así que aquí estoy, en esta nueva aventura, compartiendo lo que sé y aprendiendo al mismo tiempo.

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