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Estaba muerta del susto. Era mi primera vez en una pasarela de moda. Había una alfombra roja y varios espectadores. Esperando mi turno para desfilar pensaba varias cosas: ¿por qué me metí en esto?, ¿y si me caigo?, ¿no era mejor ser espectadora?, ¡en mis clases de derecho nunca vi esto!

Llegó mi salida (así se dice técnicamente), y a pesar de las pequeñas clases que me dieron antes de modelar, caminé cinco segundos de la peor manera; luego recordé cada consejo que me dieron para salir al escenario y estuve más segura. Vinieron los aplausos y entonces me animé para la segunda salida, la que sería en tenis y en la que podía dar más.

Luz Adriana, una modelo muy experta que nos decía la ruta que debíamos hacer, no entendía mucho pero seguía cada recomendación. El desfile perfectamente coordinado estaba más lleno de amor que nunca. Nada podía salir mal. Era la primera vez que Icononzo tenía un desfile de modas y nada más y nada menos que una pasarela que vestía prendas elaboradas por excombatientes de las FARC, que además viven en una vereda del pueblo.

El desfile cerró con excombatientes como modelos. Cada aplauso que les dimos decía que no se rindan, que somos más los que apoyamos lo acordado en La Habana, que sus hijos no serán de la guerra cobarde, que acá seguimos haciendo todo lo posible para que las nuevas generaciones no sufran lo que nosotros vivimos. No pude contener las lágrimas cuando los vi sonreír tímidamente pero con la seguridad de estar haciendo un camino distinto.

Con Ángela (la líder de estas pasarelas) habíamos acordado antes de la pandemia, hacer un desfile en Icononzo. Las razones sobran, le expliqué en ese momento. Este municipio tolimense vivió la guerra en todas sus expresiones pero votó por el Sí. Hoy en día todos y todas le apostamos a la reconciliación, vendemos y compramos en el pueblo los productos que se fabrican en La Zona (así le decimos al Espacio Territorial de Capacitación y Reconciliación) y apoyamos todas las iniciativas que titulen la paz. Así que el significado sería enorme. 

Y lo fue. En el mismo lugar donde alguna vez este grupo guerrillero formó sus filas y llenaba de miedo a los icononzunos, ahí mismo, el sábado 11 de diciembre de 2021-luego de unos meses de haberse cumplirse cinco años de la firma del Acuerdo de Paz-, se realizó un desfile de moda con telas trabajadas por quienes prefirieron abandonar los fusiles y aprender a manejar una máquina de coser.

A pesar de que la implementación del Acuerdo ha tenido críticos, contradictores y tropiezos, me llena de esperanza encontrarme con un grupo de jóvenes que dedican su tiempo y sus debates a la posibilidad de una Colombia donde se brinden oportunidades a quienes siempre nos pintaron como los enemigos. Sí, somos más los que sabemos que solo el pueblo es quien no está dispuesto a repetir el dolor y a quedarse en la desigualdad. 

Gracias a Manifiesta, a sus voluntarias y voluntarios y a quienes hoy en día son civiles marchando hacia la paz.

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