Generación tras generación, siempre hemos visto y escuchado a los jóvenes pronunciarse a favor de las causas más nobles. Haciendo uso de las más bellas manifestaciones artísticas para sentar su posición en contra de las injusticias, de la concentración de poder. Siempre del lado de los más vulnerables, abogando por los derechos de los campesinos, de los niños, de los indígenas, de los más pobres. ¡No a la guerra!, ¡no a la violencia!, ¡respetemos el medio ambiente!, ¡no a la desigualdad!… son algunas de sus consignas.
Y ni hablar de los niños, parecen angelitos. Tan tiernos que se ven cuando marchan o se pronuncian en contra de alguna canallada. Con sus camisetitas blancas, con sus bombitas del mismo color, y sus caritas de yo no fui, de ¿quién dijo que en los colegios había matoneo?
Contemplar estos actos nos colma de nostalgia, nos embarga de tristeza por el niño, por el joven que fuimos. ¿En qué momento dejamos de ser esos buenazos y nos transformamos en ese poco de ratas miserables que somos? ¿A dónde se fueron nuestros sueños de cambiar el mundo? Cambiar el mundo, el mayor anhelo de los niños y de los jóvenes.
Pero, ¿qué entienden por mundo? ¿A qué se refieren con eso? Respuesta: A los gobiernos más influyentes, sus ejércitos, las multinacionales, las políticas macroeconómicas. El FMI, la UE, el G8… El mundo son sus dueños, esos señores poderosos de más de 45 años de edad, que gobiernan el planeta a su antojo. Cínicos, despiadados… Contra ellos es que en esencia van dirigidas las protestas. A ellos es que los jóvenes les reclaman sensibilidad, justicia, desapego del poder y, ante todo, mano en el corazón. Olvidando, eso sí, que el mundo es también su colegio, su barrio, su grupo de amigos, su familia, su casa, su cuadra… y es a ese mundo al que hoy sugiero que nos asomemos por un momento.
Miren a ese grupo de pillitos, rodean al niño más pequeño del salón, le gritan el apodo que, están seguros, es el que más le duele y mientras tanto le bolean la maleta, le dan calvazos, y lo siguen haciendo a pesar de que hace rato ya que está llorando… ¡Oiga!, no son acaso los mismos angelitos que en la marcha reclamaban a gritos respeto por el dolor ajeno. ¡No más crueldad! ¡No más crueldad!
Tan lindo que se ve ese niño de allá diciendo «no, mío, mío», y no prestándole su juguete a nadie. Tan exagerado, qué primera muestra de egoísmo y apego al poder va a ser esa, es apenas un niño.
La niña que hizo ese dibujito lo más de bonito acompañado de la frase: «exigimos a los adultos que nos dejen a los niños ser felices», ¿no es acaso la misma que está allá en el rincón del patio llorando?; y, ¿por qué llora?, porque las otras se burlan de su apariencia, y de sus defectos físicos. Perdonen la pregunta, pero desde ¿cuándo reciben adultos en tercer grado?
Y ese par de adolescentes prestos a romperse la jeta, no eran los mismos que el día de la marcha manifestaban estar hastiados de tanta violencia. ¡No más violencia! ¡No más violencia!
Reclamamos educación gratuita, igualdad, pero si tú estudias en una Universidad en donde papi y mami pagan diez millones de pesos, es apenas obvio que mires por encima del hombro a los que estudian en una universidad en donde papá y mamá pagan apenas dos o tres. Y ni pu el chiras te juntas con uno que estudie en el SENA.
Reclamamos un mundo en donde haya equidad, justicia social, pero encontramos nuestra razón de ser visitando exclusivos bares, en donde, como su etimología lo indica, excluyen al que no tiene la suficiente buena apariencia y dinero para poder ingresar. Es más, el día menos pensado decido no volver a ir a rumbear a ese sitio porque desde hace un tiempo hay que ver la gentecita que va por allá. Basta con verles las caritas y esas fachas tan espantosas.
Parecemos loras mojadas con el cuentico ¡Educación de calidad! ¡Educación de calidad!, aunado a este clamor, rompemos vidrios, quemamos buses, apedreamos transmilenio -de verás que necesitamos educación-, nos agarramos con los tombos -así les decimos-, pero en el colegio capo clase, en la universidad sólo soy feliz cuando llega el viernes, o cuando uno de los cuchos que me dicta no va. Muy mediocre este sistema, pero con todo y eso me tiro materias y repito semestres que da gusto… ¡Educación de Calidad! ¡Educación de Calidad!
Soy una preocupada por el medio ambiente. Me duele lo que pasa con los delfines del río amazonas, con los toros de lidia, recojo perritos en la calle, pero soy la más presumida y altiva del salón.
No me explico porque en el mundo hay tanta venganza, rencor – entre los gobiernos, obviamente-, pero si me montan los cuernos los monto y si a mi mejor amiga mi novio la mira como de a mucho, de mi boca todo el mundo se entera de que es una perra. ¡Pero si la vieja es lo más de seria! ¿Y qué con eso?
En todas las protestas muestro las tetas, me voy lanza en ristre en contra del gobierno y las multinacionales; ¡Abajo el FMI!, sus políticas son crueles, clasistas, pero ¡dios bendito!, qué diera yo por un puesto allá. Y les confieso, mi mayor sueño es trabajar en una multinacional, para eso me estoy preparando.
Amo mi país, porque es pasión, pero más me demoro en terminar el colegio, mi carrera, que en irme a estudiar inglés, y a conocer el mundo entero. ¿Por mundo entiendo el Congo, Uganda, Angola, Ruanda, Chipre? no, por mundo entiendo Inglaterra, Australia, Estados Unidos y Canadá.
Me pongo una camisetita de color blanco, hago carita de amo los perros, la gente pobre -se me olvida por completo que la gente pobre y necesitada es la misma de las fachas espantosas de las que hablé más arriba- , y pido colaboración para buscarle una casita prefabricada al que está 8 estratos por debajo de mi condición económica, pero le niego el saludo a mi compañero de clase porque está medio estrato por debajo del mío.
Reniego del político porque es corrupto, del empresario porque evade impuestos, pero más se demora el profe en darme la espalda que en coger yo y sacar la copia.
¡Derecho a la protesta! ¡Abajo la fuerza pública!, ¡estoy con los más desvalidos! Me duele el conflicto armado y el desplazamiento, pero, ¡ey!, ¡un momento!, que a los desplazados ni se les ocurra venir a tomarse el parque del exclusivo sector en donde vivo ¡Socorro! ¡Fuerza pública! ¿Dónde diablos está el SMAD que no viene a sacar a toda esta plebe?
Así sea de mi mismo curso, con el que sí no puedo es con Jhon Parmenio, lindo el nombrecito, no me lo paso por Campeche. Le decimos el Boyacacuno, nos burlamos de su forma de vestir y de hablar, y concretamente yo, el más sensible del grupo -cada que avisto ballenas jorobadas se me escurren las lágrimas de la emoción-, me pregunto si en esta universidad no hacen selección de personal. Presumo que los papás deben ser unos campeches todos levantados.
Pese a todo lo anterior, en los ensayos que me pone el profe escribo que debe existir respeto por la diferencia, por los indígenas, por los campesinos, su idiosincrasia y creo, sin temor a equivocarme, que de llegar a ser yo un destacado economista lucharía incansablemente porque cese la discriminación en su contra. Lo primero que haré será cerrar la enorme brecha que existe entre los ingresos que perciben las personas del campo y las de la ciudad.
Este blog me recordó toda mi epoca escolar mas resaltadamente en el colegio, sufrí de matoneo de una manera que si me pongo a recordarla seguro rompo en llanto y no quiero dañarme el almuerzo¡¡
-La maldad es contagiosa, si alguien te hace mal, tu le haces mal a otro,
y ese otro a otros desencadenando una epidemia de maldad en los adolescentes y jóvenes de hoy en día-
La cultura juvenil en Colombia esta muy contaminada y contrasta enormemente
con la cultura de otros países desarrollados; donde la disciplina las obligaciones y deberes son primero, los sistemas educativos son de alta calidad.
En mi manera de pensar la cultura juvenil de este país está contaminada y dañada, y cada vez va a ser peor empezando por la gran influencia de los programas de televisión que no pasan de traquetos, narcos, prepagos y sicarios… este país no se arreglará con nada
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Pero señoras y señores
En medio del plástico
también se ven las caras de esperanza
Se ven las caras orgullosas que trabajan por una Latinoamérica unida
Y por un mañana de esperanza y libertad
Se ven las caras de trabajo y de sudor
De gente de carne y hueso que no se vendió
De gente trabajando buscando el nuevo camino
Orgullosa de su herencia y de ser latino
De una raza unida la que Bolívar soñó
Siembra…
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Oye Latino, oye hermano, oye amigo:
Nunca vendas tu destino por el oro y la comodidad.
Nunca descanses, pues nos falta andar bastante,
vamos todos adelante, para juntos terminar
con la ignorancia, que nostrae sugestionados;
con mudelos importados, que no son la solución.
No te dejes confundir, busca el fondo y su razón.
Recuerda: se ven las caras, pero nunca el corazón.
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excelente columna. Asi somos y asi es nuestra zoociedad: hipocresía y doble moral en grandes cantidades …
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Me gustó. Su columna muestra la hipocresía de esta sociedad teatral, de la cual no se salvan ni los «niños», que van aprendiendo que lo importante es mostrarse, «venderse», proyectar una imagen de los buenos que son, pues es algo que en últimas les puede traer beneficios personales. Cada vez hay un mayor divorcio entre lo que se dice y la forma en que se vive; entre lo que se quiere mostrar en público y la propia moral. A nadie le interesa realmente «cambiar el mundo» puesto que ya nadie puede imaginarse una alternativa al capitalismo que ha invadido todas las esferas de la vida. Ahora todo el mundo trata de defender pequeñas causas políticamente correctas (por ejemplo defender a los gays, estar en contra de los toros, etc), mientras viven sus vidas al servicio del capitalismo voraz (en parte porque no hay otra opción) y ven a los demás como cosas de las cuales hay que obtener el mayor beneficio.
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