Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Las dos caras de la moneda, Radamel Falcao el goleador de la liga, y el mejor equipo de la liga de su país natal -en la actualidad- goleado por el séptimo del torneo en donde él sobresale como el mejor.

Así me  lluevan críticas, y me tachen de bestia que no sabe  de fútbol,  quiero, ante todo empezar manifestando; no creo que de ese tamaño sea la diferencia entre el fútbol Colombiano y el Español. Mucho menos entre el  equipo de fútbol Millonarios y el Real Madrid.

Me aparto de los que juran y requeté contra juran que   lo de ayer  fue  una prueba irrefutable de lo paupérrimo del torneo local, de la mediocridad de nuestro fútbol y me reafirmo  en mi posición;   el fútbol Colombiano es bueno, la cantidad, y la calidad, de los  jugadores que tenemos triunfando en el extranjero, el momento de la selección, que no es ninguna casualidad, lo corroboran… El balompié a nivel mundial está nivelado, las diferencias entre uno y otro país ya no son tan abismales como antes,  y como  la publicidad, y el manejo farandulero que les hacen a estos equipos, nos lo quieren  hacer creer. 

Lo que aconteció ayer no fue  otra cosa distinta que  el reflejo de lo que es salir a jugar con miedo, muertos del culillo, lo que es pararse en una cancha arrugados del  complejo. De ir a jugar con  la idea de,  porqué es el Real Madrid, y su nómina es cien, o no sé cuántas veces, más cara, y porque España es el actual campeón del mundo, entonces la idea es  intentar perder por poquito. De salir a jugar pensando en los «pergaminos» de quién se tiene enfrente,  en la historia… De salir a jugar con la ilusión,  no de ganar,  sino de  esperar que el partido termine para ir a pedirles  autógrafos, e  intercambiar camisetas.

No se puede salir a jugar un partido con el  temor y la reverencia de  hacerlo  en el  Santiago Bernabeu, ni en la Bombonera, ni en el estadio de Wembley, ni en ningún otro estadio del mundo. No son acaso los anteriores,  en el sentido literal de la palabra, estadios  de fútbol como el Campin, El Pascual guerrero, el Atanasio Girardot… Qué hay en ese estadio que no sea pasto, arcos y gradas  dispuestas a su alrededor.  Hasta cuándo dejaremos de celebrar un  empate en el «mítico estadio de Wembley».    Hasta cuándo dejaremos  de sentirnos inferiores y lograremos  entender  que ese calificativo  de galácticos no es otra cosa que  un ardid publicitario, y que  la única  diferencia entre ellos y los nuestros son  la transmisiones  por televisión y las  cifras astronómicas que manejan. Para muchos esas cifras astronómicas repercuten en calidad, no lo veo así, o por lo menos no en la medida que se cree,  he sabido  de equipos de otros países, de «segundo nivel» que le han ganado al Real Madrid, al Barcelona, pero claro, eso sí lo pasan de agache, a eso sí no le dan tanto  despliegue  mediático. Ni tarados que fueran Nike y los demás patrocinadores.

No se puede salir jugando pensando en la popularidad del otro equipo, comiendo de nombre, de fama, de estadio, de camiseta, y de la pinta de Cristiano Ronaldo – ya sé que no jugó-… Aclárenme, por favor,  de qué país son Mariana Pajón, Catherine Ibargüen que no se dejaron llevar por la tradición, la experiencia, ni se dejaron amedrentar por el  país de origen de sus rivales.

A propósito, lamentable  que esto haya sucedido tan solo dos meses -algo más, algo menos- después de esa inyección de confianza deportiva que para nuestro país fueron los olímpicos. Triste  volver a las épocas de cuando nuestros equipos eran humillados y perdíamos por sendas goleadas. Y lo peor,  que el grueso de la opinión pública  se regocije con ello, y salgan  a decir que era apenas lógico, que ese es el reflejo de la porquería de fútbol que tenemos – cuántos de los que dicen esto no serán los mismos que se ponen la camiseta, «chupan» como si les fueran a quitar y celebran  a rabiar cada partido y gol que anota la selección-  .  Triste,  que hoy,  que contamos con el  mejor delantero del mundo -no me da miedo decirlo-, que nuestro futbol está  alzando cabeza, levantando nivel,   volvamos  a temer y a venerar   a los Kaká, a los Ozil, a los Higuaín, jugadores que, con toda la pena del mundo,  ni son unos crack, unos, ni pasan por su mejor momento, otros. 

Esto no se trata de regionalismos, ni  de si el equipo es de la capital, paisa, o costeño, no se trata de si es Millonarios  o su rival de patio, Santafé, -no soy hincha de ningún equipo-… se trata del fútbol Colombiano, con este marcador tan, tan, no sé, fue  el balompié de este país el que sufrió un retroceso, un golpe fuerte, un nocaut a su confianza… Alguien  corríjame sí estoy mal, pero no fue acaso uno de los nuestros, el Santafé más exactamente,  el que hace cuatro años perdió un partido -contra el mismo equipo- en el que incluso hubo posibilidades de empatar, de ganar, y era también un amistoso. Qué le pasó en cuatro años a nuestro fútbol. ¿Qué pasó Millos?  

 

Compartir post