Muchas personas me consultan sueños que no han podido olvidar. Se trata de sueños que tuvieron cuando eran niños, adolescentes, estudiantes de bachillerato o universitarios, solteros o antes de ser padres, en fin, sueños que experimentaron en diferentes etapas de sus vidas pero continúan vigentes en sus memorias. Más aún, en determinados momentos los recuerdan con mayor fuerza. Este fenómeno sucede cuando la situación que están atravesando actualmente es similar a la que vivieron en el pasado cuando soñaron lo que ahora recuerdan. Ahora, ¿por qué pasa esto? Simplemente porque el mensaje del pasado lo pueden aplicar en el presente. Solo tienen que repasar los hechos para rememorar de qué manera pudieron, gracias a ese mensaje, solucionar un problema que enfrentaban en ese momento.
Una de las personas que me consultaba sobre un sueño de esta clase me dijo, cuando le expliqué lo que ocurría, lo siguiente: «Pero es que en ese momento yo tenía 14 años y ahora hasta tengo un hijo de esa edad ¿cómo me puede servir en este momento el mismo mensaje de ese sueño?» La respuesta era muy sencilla y, además, de una claridad absoluta. Les explico: se trata de un hombre que a la edad de 14 años soñó que se encontraba en el salón de clases de su colegio, estaba muy asustado y la angustia que sentía aumentó cuando vio llegar a sus padres; solo deseaba esconderse para evitar que lo vieran. El mensaje del sueño, en esa época, le decía que debía ser más aplicado en el estudio para evitar seguir haciendo trampa en los exámenes; que lo iban a descubrir y sus padres lo castigarían. Además, se sentirían avergonzados de la actitud irresponsable de su hijo. En la actualidad, al hijo de este señor, de 14 años de edad, le está yendo mal en los estudios y él, como padre, es intransigente frente a la situación. Lo maltrata por sus malos resultados escolares y no lo aconseja ni le proporciona ayuda. Es el momento para que él recuerde la oportunidad que tuvo justamente a esa misma edad, para que apoye a su hijo y lo encauce con el fin de que supere sus deficiencias estudiantiles. Por esa razón ese sueño del pasado regresó a su memoria. El mensaje lo necesita nuevamente pera esta vez para aplicarlo en la persona de su hijo.
Otro hombre me dijo que, aunque ahora es un profesional universitario, no puede olvidar un sueño que tuvo cuando estaba terminando el bachillerato. Se veía en una de las aulas del colegio y no sabía las respuestas de un examen. En ese momento el mensaje del sueño le decía que debía ser más responsable en sus estudios si quería graduarse junto a sus compañeros. Actualmente es un profesional pero sigue cumpliendo sus deberes a medias, sin mucha responsabilidad. Su estabilidad laboral está en riesgo porque no cumple adecuadamente con sus obligaciones en el trabajo. El mensaje recobró vigencia: si no cambia su actitud perderá el empleo.
Una mujer me dijo que recuerda mucho un sueño que tuvo cuando tenía más o menos unos 8 años de edad: en el se ve en un sendero buscando a su mamá, está asustada, sola y no ve a nadie de su familia; cree que alguien le quiere hacer daño y grita mucho. El mensaje le decía, en esa época, que la mayor parte de su juventud la pasaría sola, quedaría huérfana y únicamente su valentía y fuerza de voluntad le permitirían alcanzar sus metas. En el presente, tras un divorcio, nuevamente está sola. Sin embargo, tiene dos hijos que son estudiantes universitarios. Recordar el sueño le trae a este momento la esencia del mensaje: si fue capaz de emprender un difícil camino siendo una adolescente huérfana y pudo salir adelante, con mayor razón ahora, que es una mujer madura y experimentada en la vida, podrá impulsar, sin temor alguno, a sus hijos a lograr sus metas.
Los ejemplos anteriores demuestran con claridad por qué algunos sueños no se olvidan. Los mensajes del pasado todavía son necesarios para ayudar a construir el futuro.
Los sueños pasados que se recuerdan en el presente no se deben confundir con los recurrentes. En estos últimos el soñador se niega a aceptar el mensaje que Dios le envía y por esa razón el sueño se repite aunque las imágenes puedan ser diferentes. En cambio en los primeros los mensajes de ayer recobran actualidad para resolver situaciones presentes.
Nací en Barranquilla, Colombia, en 1949. Desde muy niña, a la edad de seis años, descubrí que poseía el don de interpretar los sueños. Al principio supuse que era una facultad natural que poseían todos los seres humanos. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo observé que no era así. Entonces, al llegar a la adolescencia, decidí ocultarlo para evitarme problemas y malos entendidos con quienes suponían que lo mío era un arte adivinatorio. Después de haber educado a mis hijos, de verlos casados e independientes, y ya retirada de mis ocupaciones laborales, consideré que había llegado la hora de desempolvar el don y ponerlo al servicio de los demás.
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