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Cuando un indigente roba queda como peor consuelo que es una persona que vive en la calle. Cuando un dirigente del fútbol roba, a pesar de que gana miles de dólares al mes, demuestra su menosprecio por la gente que le da su sustento, es decir, el futbolista raso.
En esta ratonera que descubre el #Fifagate queda demostrado que al jugador, la materia prima de este deporte, se le explota sin consideración. Desde luego, hay muchos futbolistas que ganan fortunas, incluso es válido decir que todos ganan más del salario mínimo mensual en sus países, pero finalmente están beneficiando a los mismo dirigentes que les hacen daño.
Por eso es absolutamente lamentable el silencio de los futbolistas en esta mafia de la que involuntariamente hacen parte. Y es igualmente condenable que no tengan ninguna injerencia a la hora de escoger un recambio. ¿Qué podría hacer acaso un jugador de Alianza Petrolera si no está de acuerdo con que Ramón Jesurún esté al frente de la Federación?
La respuesta es nada. Más allá de un sindicato, al futbolista le hace falta empoderamiento, una especie de democracia para poder manifestarse a la hora de elegir sus mandatarios. Su silencio, más que defensa, a estas alturas parece incriminador. ¿El dinero que están produciendo con su juego, con su trabajo, lo estaban disfrutando delincuentes y nadie dice nada? Imposible de creer.
“Quienes se enriquecieron a expensas del fútbol entregan sumas fabulosas para evitar las tan temidas rejas. La que debió juntar hasta las monedas para pagar los premios de la Copa América es la casi menesterosa Conmebol”, escribió Jorge Barraza sobre el peor escándalo en la historia del fútbol.
Y lo hizo con razón. No son pocos los jugadores que mueren en la pobreza, descalzos, tal cual empezaron a patear un balón, como para que se queden atembados en medio de esta situación. No hablamos de Messi ni Falcao, sino de los miles de jugadores que de verdad deben subsistir pateando un balón en condiciones menos halagadoras.
A los futbolistas, tan criticados por su falta de educación en países en vías de desarrollo, les falta un capitán fuera de los estadios. Si los obligara la dignidad, un torneo como la Copa Sudamericana carecería de legitimidad. Y aunque el juego no debe parar, tampoco debería acolitar semejante cochinada. En palabras sencillas, esto es trabajar para delincuentes y eso, salvo otro corrupto, nadie lo quiere.
Hay muchas otras cosas que disgustan fuera de la obviedad del #Fifagate. Por ejemplo, que Luis Bedoya y compañía se prestaran para eso ganando ya limpiamente buenas sumas de dinero. No eran indigentes ni mucho menos. Bedoya, desde 2006, se echaba al bolsillo 10.000 dólares al mes desde 2006 solo por ser dirigente de la Conmebol. ¿No le bastaban 20, 30 millones de pesos mensuales?
Todo esto es una cochinada que seguirá ensuciando a directivos de menor nivel. Es el reflejo de una sociedad sin valores, en la que el técnico le cobra al jugador por ponerlo en la cancha, en la que el empresario saca provecho del talento que maneja. Es difícil que esto cambie a corto plazo. En Argentina ni siquiera pudieron elegir nuevo Presidente porque aparecieron más votos de los que se podían contar…
Es un pésame. Y deprime más saber que jamás nos hubiéramos enterado de todo esto si no es por una acción de Estados Unidos que lejos está de ser desinteresada, pues tiene tintes políticos y revanchistas contra la FIFA. Allá mismo, en su misma tierra como gran ironía, se espera jugar la Copa Centenario porque este es un negocio que seguirá enriqueciendo a unos pocos a costa de muchos.
En Twitter: @javieraborda
excelente articulo,en Colombia hemos tenido #presidenciagate, #agroingresogate y un sin fin.
definitivamente la realidad de que todo esto es un problema cultural que se manifiesta en organización de pirámide donde unos se las dan de vivos y cree que el resto somos bobos, que a fin de cuentas lo somos cuando ninguno protesta y peor aun eligen a los mismo o venden el voto
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Muchas gracias por leer y comentar.
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No se cree, lo son. Como se demuestra en el caso del Fifagate, decubierto por entidades de USA ajenas al futbol y que se gesto , multiplico y mantuvo gracias al silencio complice de muchos futbolistas que o eran estupidos o comieron del entuerto.
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Al final todos somos algo cómplices. Saludos.
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