Hace unos días, en la sección de comentarios de este blog, encontré un par de frases que ratificaban y apoyaban mi postura frente al papel invaluable que como mujeres tenemos en la ciencia y en la sociedad en general, así como un par de insultos, entre ellos me llamaban «puta».
La situación me hizo soltar un par de carcajadas, pero también me dejó pensando en la poca tolerancia que tenemos a la opinión ajena y sobre todo el odio que destilan algunos a quienes tratan de aportar un granito en ser voz y luchar incansablemente por los derechos de la mujer.
No me afecta que me tilden de “puta” por alzar la voz y decir que las mujeres merecemos más espacios en la ciencia, no me molesta que me digan feminista, si serlo es buscar igualdad y equidad. Pero sí me molesta que muchas niñas, jóvenes e, incluso, mujeres se vean intimidadas por comentarios y acciones de personas poco tolerantes, que las mujeres debamos escoger extremos, que no tengamos la libertad de decidir en algunos casos que queremos ser, que seamos abusadas y que se crean dueños de nuestros cuerpos y vidas por ser “el sexo débil”. Eso si qué me molesta pero más que molestar, me genera impotencia.
Me toca en sobremanera el abuso por parte de algunos en la calle, en la academia y en el transporte público, como lo ocurrido hace unos días con una joven en Montería, pues estas situaciones atemorizan, llenan de miedos, vacíos, inseguridades y ultrajan a la mujer. Los esterotipos, reglas sociales, roles de género y comportamientos que deben ser “apropiados” para mujeres, si no hacen feliz, si someten y van contra lo que somos deben parar ¡YA!
Creo que el camino no es fácil, pero tampoco imposible. Las malas acciones, críticas y malos comentarios siempre estarán presentes, pero no importa, el cambio debe empezar desde la cotidianidad, tanto el trato de hombres hacia mujeres, como el trato que nos damos nosotras mismas, por que desde ahí construimos sociedad.
P.D: Hasta lo malo es bueno, en algún momento.
Qué bueno que sabes de antemano a lo que te expones por decir lo que piensas. Efectivamente, se han llenado las redes de comentaristas cuyo único argumento es el insulto rampante, la agresión colérica, el vocabulario soez, todo lo cual ha proliferado porque los medios no han adoptado un filtro para evitar que el mensaje agresivo cumpla su cometido. No recuerdo bien cuál de los medios había adoptado una suerte de censura, que dependía del calibre de algunas expresiones. Quizá se creyó equivocadamente que eso era coartar la libertad de expresión y se suspendió. Ahora, todos, debemos sufrir a esos salvajes cuya finalidad es agredir, insultar, golpear con sindicaciones provocativas, etc, etc. Triste. Bien por lo que haces y lo que escribes.
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Muchas gracias por tu comentario. Totalmente cierto lo que expresas, es un tema de mucha tolerancia. Gracias por leer Mujeres Con-ciencia!
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