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-¡Llegó el coronavirus a Colombia, ya hay un caso en Bogotá! -fue el mensaje de WhatsApp de mi mamá, seguido del primer reporte emitido por el Ministerio de Salud. Creo que la mayoría, al iniciar esto, vimos el tema de la pandemia que vivimos como un show mediático, la cortina de humo de muchas situaciones que a nivel nacional ocurren o el escándalo que aquejaría marzo.

Con el paso de los días la situación se fue tornando más clara, el mundo se paralizó. –Cancelaron el Giro de Italia- decía Luis, quien contaba con regularidad la cancelación de los eventos ciclísticos del mundo. Por su parte, David, mi otro compañero de trabajo, hablaba de los partidos de fútbol que serían aplazados y los cancelados. Me parecía increíble como empezó a crearse el pánico en redes, la prohibición de eventos, aglomeración de personas, supermercados desabastecidos y gente enloquecida como si fuera el fin del mundo. Empezaron a aumentar cifras de contagiados, cancelación de clases en colegios y universidades, empresas a implementar teletrabajo y lo que nunca ocurre en esta ciudad: ¡TransMilenio vacío a las 6:30 a. m.!

No es el fin del mundo, pero si es un momento para reflexionar, ser menos egoístas, eso de “si soy joven, el coronavirus no me va a matar” es absurdo, al no tener los cuidados pertinentes te contagias y quedan expuestas personas mayores con afectaciones, que incluso por su edad se ven en riesgo de morir por la irresponsabilidad de algunos. Es hora de actuar y actuar es fácil.

Desde este blog hacemos un llamado a la calma, a tomar las medidas que nos ha dado el Gobierno Nacional y a acatar las recomendaciones de la OMS: a lavarnos las manos, evitar tocarnos la nariz y boca, salir solo cuando sea necesario, estar bien informados de la situación y sobretodo no saturar el sistema de salud. Debemos cuidarnos entre todos. Por ahora, esto es lo que importa.

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