Días pasados, y por temas laborales, estuve recorriendo parte del Caribe, y esta vez me propuse mirar mi región con ojos de turista, de ese que ama, vive y siente cada sitio a donde va, se transporta en el tiempo y disfruta de lo simple o cotidiano para el nativo.
Después de recorrer Cartagena y Barranquilla, llegué al pueblo de donde soy y donde siempre añoro volver: Santa Cruz de Lorica, en Córdoba. Caminar las calles del centro histórico es disfrutar de la belleza histórica y cultural, producto de la llegada de inmigrantes del Medio Oriente y españoles a la región del Sinú.
En 1880, sirios, libaneses y palestinos llegaron a Santa Cruz de Lorica. Muchos de ellos eran jóvenes y, con sus costumbres cristianas muy arraigadas, venían en busca del oro indígena del bajo Sinú. Se establecieron en la región como vendedores ambulantes y en 1914, «Los Turcos» ya controlaban todo el comercio e hicieron de Lorica un pequeño pueblito siriolibanés a este lado del mundo, donde hace muchos años se hablaba árabe y muchos de los apellidos más comunes tienen ese origen. Desde entonces y por este motivo, el gran David Sánchez Juliao bautizó mi pueblo como «Lorica Saudita», aún comemos quibbes, repollitos, tabbule y tahine, sazonados con las especias que se venden en mi amado Mercado Público, patrimonio histórico y arquitectónico de la Nación.
Luego de desistir quedarse en Cartagena, la familia de inmigrantes españoles González decidieron construir su casa con acabados coloniales con la intención de recordar su patria en las tierras fértiles del Sinú. A ellos se sumaron los Manzur, los Caraballo y los Martínez, quienes también construyeron hogar en Lorica. Alrededor de los años 30, llegaron habitantes de Cartagena y Barranquilla a surtirse del que fue unos de los grandes epicentros agrocomerciales del Caribe colombiano.
Gracias a eso, la magia de la arquitectura de mi pueblo y la mezcla fascinante de culturas no sólo hacen de Santa Cruz de Lorica un pueblo patrimonio de Colombia, sino un lugar único en el mundo.
Interesante descripción. Lástima que no hablaste del codo a codo con la tradición sirio libanesa de la gastronomía criolla, ahí en ese bello mercado público, Que representa nuestro sancocho de pescao en la Lorica de hoy.
Te felicito por tu orgullo loriquera.
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