Hoy he estado reflexionando sobre la situación en Afganistán y es realmente escalofriante para una mujer como yo, entenderla… Digo como yo, porque soy una mujer independiente y que siempre he hecho lo que ha querido, con el apoyo de los míos.
Es inaudito pensar en cómo el simple hecho de asomarse a la ventana, mostrar los tobillos, estudiar, trabajar, salir a la calle, maquillarse, reírse y tener voz es considerado motivo suficiente para ultrajar, violentar y menospreciar a las mujeres.
Pienso en lo cotidiano de mi día a día, donde asomarme a mi ventana desde el piso 12 en el que vivo es hasta un mantra diario, porque disfruto mucho los amaneceres pero más contemplar los atardeceres. Opinar, tomar decisiones y subordinar a hombres es algo que hago día a día en el trabajo, del cuál me siento orgullosa, dadas las condiciones de inequidad con las mujeres STEM. Más me aterra saber que dentro de las prohibiciones que los talibanes imponen a las mujeres está la de tener autorización de una imagen masculina para cualquier actividad fuera de casa.
Veo mi vida, mi independencia, el cambio de ciudad, mis estudios, forma de pensar, mi día a día y me petrifica saber que la cultura y la religión logren invisibilizar a la mujer, hasta perder la dignidad.
Me preguntó.. ¿Tiene sentido vivir así?
Los hombres talibanes, con su radical menosprecio hacia la mujer, con el tiempo terminarán enamorándose entre ellos mismos, si es que ya no lo están.
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