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Hoy es jueves de #TBT y aunque en este espacio no se escriba hoy, no puedo pasar por alto homenajear a la que fue mi casa, mi jardín de juegos, el sitio donde soñé con tanto, mi escuela de vida, donde hice –literalmente- de todo, mi colegio, El Liceo.

Suena a cliché, pero es que la mejor época de la vida fue la del colegio. Más allá del aprendizaje, las travesuras, los amigos… mi época de colegio sin duda forjó en gran medida el amor por lo que hoy en día hago y solo puedo estar agradecida por eso.

¿Por dónde empezar? Su modelo educativo humanista ambiental nos motivaba a amar la ciencia y la investigación, reunía las bases de la transversalidad e interdisciplinariedad educativa y nos daba las herramientas para construir nuestros propios conceptos, ser críticos, y sobre todo nos motivaba a ir más allá. La oportunidad de poder viajar, explorar y conocer Colombia desde esa perspectiva hizo de todos los ‘Lipdelsistas’, chicos sensibles, amantes de la vida, de la naturaleza y, sin duda, mejores personas.

Cómo olvidar Alternativa Radial Lipdelsi, nuestro espacio radial y Conexión LPS, el programa televisivo local en el que desde los 7 años inicié este amor que también tengo por las letras y los medios, espacios de formación fuera de las cuatro paredes de un salón de clases, donde se aprendía de forma didáctica.

Muchos de mis amigos y compañeros, también desarrollaron sus habilidades en artes y música con los grupos folclóricos, las clases de música donde Así fue mi querer era la mejor canción para aprender a tocar cualquier instrumento, los talleres de pintura, bordado, manofactura, teatro, dibujo, clases de Historia del Arte, mapas increíbles de geografía, infundieron destreza en muchos y la catédra de Sinúcultura, que hacía alusión al rescate de nuestros orígenes y de nuestras costumbres, nos convirtió en estudiantes no sólo interesados por nuestra academia, también por la cultura y el arte.

Aprendí siendo docente, la importancia de seguir multiplicando la educación incluyente, transversal y humanista-ambiental como el camino para construir una sociedad, justa, equitativa y transparente.

Pensar que hice parte de el que fue uno de los mejores centros educativos del Bajo Sinú, en Córdoba, me enorgullece. Más de 30 años al servicio de la comunidad que hoy dicen adiós, pero que sin lugar a dudas, dejaron una semilla que será para la vida.

A Trucco, Ruth, Luis Orlando, Leidyana, Sarife, Alonso, Mónica, Nicolás, Mauricio, Melvis, Ney Augusto, Domingo, Mirna, Argemiro, Jose Dionisio, Rocio y a todos los que por 14 años vieron crecer a la niñita curiosa que fui en el Lipdelsi, Gracias!

A los cinco «Titanes», gracias por educar para la vida.

Gracias, Liceo.

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