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Diario de un papá

Soy publicista, una profesión que me enamoró cuando descubrí que un par de tipos o un equipo de trabajo podía ser capaz de persuadir a las personas a través de una idea en un comercial o una cuña (Comercial: es eso a lo que muchas personas llaman popularmente como «propaganda», cuña: es esa pauta comercial que nos llega a los oídos a través de la radio).

Ser publicista tiene sus ventajas y desventajas como casi todo en la vida. Las ventajas son muchas cuando amas realmente lo que haces, pero cuando estás aquí por accidente o descubres que esto no era lo tuyo, simplemente se convierte en un empleo común y corriente. Trabajar en una agencia de publicidad es reclutarse en un “servicio militar” de ideas, ideas que pueden formarse en la madrugada de un día como hoy y que esperan a pasar revista por un cliente a las 9:00 a.m.; pero como amo lo que hago y me pagan por este hobby, no me importa dormir unas cuantas horas al día con tal de sentirme satisfecho por el producto de mi trabajo y recibir del cliente esas palabras que al mismo tiempo pueden mencionar mis jefes: “¡Buen trabajo!”. No hay nada más gratificante para un publicista que ver sus ideas en televisión o escucharlas en la radio, interactuar con ellas en una página Web o en las redes sociales, siendo aceptadas y comentadas por muchos, pero claro, siempre hay que tener en cuenta los objetivos y las necesidades del cliente para obtener buenos resultados. Y como empleados que somos o que fueron, no hay nada mejor que el reconocimiento de tus jefes por el buen desempeño.

Personalmente admiro a esas personas que siendo profesionales en algo buscan ser felices con otra carrera totalmente diferente a lo que ya son, como yo, no tuve que cambiar de carrera para ser papá, una profesión, un oficio de tiempo completo con un contrato de por vida, un compromiso con esa nueva personita que lleva el nombre que más te gusta y tu apellido, una personita que imita casi todo lo que hagas porque serás su ejemplo a seguir; en mi caso estoy hablando de una princesa que tiene por nombre Amy, mi hija. A veces la miro como si fuera mi jefe, recibo ordenes de ella y también sabe escucharme, en algunas ocasiones también la miro como si fuera un cliente de la agencia de publicidad donde trabajaba, ya que solicita mi atención inmediata, tiene muchos requerimientos y tareas, casi nunca me da una retroalimentación justa o una respuesta clara, sabe negociar muy bien cuando hace travesuras, ya que con un “me disculpas” y un abrazo deduce que todo estará bien, y sí, consigue que sea así.

Ella es mi jefa y mi cliente favorito, llevamos 4 años de trabajo en equipo padre e hija, y deseo que nuestro contrato tenga 200 años más de vigencia. Yo trato de enseñarle todo lo que mi papá no hizo conmigo, vivir y estar en familia; ya que él es un señor que actualmente tiene 67 años, vive solo y es pensionado de la Policía, dejó esta institución cuando yo nací, estaba tan acostumbrado a estar por fuera de casa todos los días y por tanto tiempo, que continuó haciendo lo mismo en otro empleo, luego quiso ser “independiente” y compró un vehículo de servicio público, al que le dedicaba los 7 días de la semana y casi 14 horas al día, nunca entendí porque se “mataba” tanto y tampoco entendí por qué dejaba los días de pico y placa para atender las necesidades básicas del carro, pero no las de su familia, compartir con nosotros un poco más de tiempo. La única enseñanza que puedo rescatar de él es que aprendí a trabajar y me gusta mucho hacer lo que hago.

Gracias a mi pasado, no estoy cometiendo el mismo error de mi papá, aunque sí trabajo hasta tarde todos los días, pero desde la comodidad de mi apartamento, y todo se lo debo a mi hija, ya que por ella renuncié a las agencias de publicidad para trabajar como independiente (Freelance). Esto también se dio porque estuve en algunas de las mejores agencias de publicidad del país y tomé lecciones de personajes muy exitosos e influyentes de este medio. También tuve la fortuna de conseguir para mi hoja de vida reconocimientos y premios en festivales de publicidad nacionales e internacionales por el duro trabajo en equipo, factores que me ayudaron a madurar mis conocimientos, experiencia y criterio para mi carrera y para mi vida.

Hoy vivo felizmente con mi hija y estoy pendiente de ella las 24 horas del día, la llevo hasta su jardín en las mañanas y la recojo en las tardes, tiempo que también me permite concentrarme en el trabajo y responder adecuadamente a las necesidades de mis clientes; y cuando el tiempo no me alcanza, la noche se convierte en mi mejor aliada. Juntos hacemos las tareas y compramos las cosas para su lonchera, disfruto tanto estar con mi hija, que no me arrepiento de haber salido de ese mundo que también amo, el mundo de las agencias de publicidad.

Tenía tantas experiencias acumuladas por mi oficio de papá soltero, hasta que se me ocurrió crear esto: Diario De Un Papá, un diario en el que colecciono todas las anécdotas que vivo con mi hija día a día y que seguramente otros papás se sienten muy identificados, aunque no sean solteros. Este diario cuenta hoy en día con más de 18.000 testigos colombianos, también está en Instagram: Diario De Un Papá. El objetivo siempre será el mismo, escribir para recordar esos momentos tan especiales que vivo junto a ella, y que espero que cuando aprenda a leer, se sienta muy orgullosa de todo lo que hizo y sigue haciendo su papá por ella.

Si eres un padre como yo, soltero o no, trata de dedicarle más tiempo a tus hijos, parece una tarea muy difícil, pero si te lo propones, serás un mejor padre. Recuerda que el tiempo que pierdas al lado de tus hijos, jamás podrás recuperarlo.

Otra muy buena reflexión que me llevó a contarles esto, fue una canción que todos en algún momento hemos escuchado:


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