Esta es una de esas preguntas que nos hemos hecho en la vida, por lo menos alguna vez (hay que aceptarlo). ¿Pero por qué lo hacemos? ¿acaso no sabíamos con quién nos estábamos metiendo? ¿»se nos fueron las luces»? ¿nos dejamos llevar por simples palabritas que nos «endulzaron los oídos»? o ¿tal vez se acabó el «amor» y nos dimos cuenta de que estamos con la persona incorrecta? Esto es un problema común tanto en hombres como mujeres, un problema que puede llegar a frustrar o deprimir a cualquiera.
Por ejemplo, hoy en día me hago esta pregunta todos los días y es por una razón muy fuerte, me volví inseguro por culpa de una mujer, una mujer que dejé hace mucho y que debo tratar por el resto de mi vida. La inseguridad se presenta cuando trato de conocer a una nueva mujer, siento que perdí la forma de darme a conocer y cometo los típicos errores de un principiante.
Pero esto no solo me pasa a mí, hay cientos y cientos de personas que viven atadas a una relación que los convirtió en algo que no eran, ¿pero por qué pasa esto? ¿acaso nos apegamos a alguien hasta llegar al punto de sentir miedo por quedarnos solos?
Conozco a una mujer que tan solo con 25 años siente miedo por la soledad, y termina metiéndose en relaciones que se convierten en dolores de cabeza, llanto, dolor, arrepentimiento y frustración. Ahora mis preguntas son, ¿qué debemos hacer para elegir a una pareja correctamente? ¿cómo hacemos para responder a todas las preguntas que mencioné anteriormente?
Les tengo buenas noticias, la soledad también funciona, y nos enseña a amarnos, valorarnos, vivir con más ganas y con la motivación de conocer el mundo; puedo hablar de esto por experiencia propia porque llevo más de 3 años solo (a pesar de mi inseguridad), salí con mujeres, conocí a muchas otras, pero ninguna de ellas me llenó, porque las malas experiencias también nos dejan aprendizajes o nos hace madurar emocionalmente.
Conviviendo con la soledad o las experiencias (positivas y negativas) nos volvemos exigentes, porque ya no pretendemos a cualquier persona que se aparezca por nuestra vida, no nos dejamos llevar por las apariencias o aquellas palabritas que se van desvaneciendo con el tiempo, aprendemos a ser fuertes, más inteligentes y ambiciosos en eso a lo que todos llaman «amor» donde muchos fracasan.
Con el tiempo aprendes que no hay amor más poderoso que el propio.
«Con el tiempo aprendes que no hay amor más poderoso que el propio y que este es la base de nuestra habilidad ante la vida. Porque querernos supone nuestro punto de apoyo, nuestra muleta para levantarnos de cualquier caída y que nuestras fracturas duelan menos. La madurez emocional es un campo de crecimiento que se abona con los años y con los daños. En este último sentido, es curioso cómo crecemos particularmente en los momentos de mayor complicación y sufrimiento.
En la época de los manuales para casi todo, nos hace falta un “Manual de vida para madurar” e ir creciendo entre la multitud de mensajes que nos indican lo que tenemos y lo que no tenemos que ser, así como lo que tenemos y lo que no tenemos que lograr.
Sin embargo, aunque hubiera un libro que se titulase “Manual de vida para madurar”, realmente no hay fórmulas mágicas para hacerlo. Cada uno tiene su ritmo y su punto álgido, por lo que no hay algoritmo que pueda determinar cómo una persona tiene que o va a crecer».
Les voy a dejar algunas señales de madurez emocional para que las tengan en cuenta:
Decir adiós
Las personas emocionalmente maduras saben que la vida es mucho mejor si se vive en libertad. Así que dejan marchar lo que ya no les pertenece, pues comprenden que mirar al pasado nos impide cerrar etapas y cicatrizar nuestras heridas emocionales.
Vivir la vida y limpiar el dolor emocional
Cuando hemos aprendido lo suficiente de nuestro dolor, quitamos el miedo de mirar hacia nuestro interior para sanar nuestro pasado emocional y subir un nuevo escalón en la vida.
Dejar de quejarse
Las personas maduras han aprendido que o cambiamos o aceptamos, pero que no sirve de nada quejarse.
Empatizar con los demás sin sentirse abrumados
Las personas maduras son capaces de gobernar y manejar sus emociones y las que les contagian.
No castigarse por cometer errores
Los errores son la mejor manera de aprender, pues nos ayudan a comprender aquello en lo que fallamos. Por eso, las personas maduras no se castigan por sus limitaciones, sino que procuran trabajar para mejorarlas.
Apertura emocional
Cuando evolucionas te das cuenta de que las corazas solo dificultan el avance. Puede que ponernos barreras sea útil en algún momento, pero lo importante es que nos las quitemos a tiempo.
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A veces sí hace falta quejarse, gritar un poco, desahogarse, para tomar un respiro y seguir.
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Gracias, ya se que no sólo me pasa a mí.
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