Se acerca una nueva elección donde vamos a votar por el Congreso y a la Presidencia de la República de Colombia. Como ya es habitual en esta época, veremos nuevamente nuestras calles inundadas del típico político en el afiche, valla y demás medios. La «originalidad» brotará como siempre con frases donde se destaca: el cambio, la gente, lo nuevo, el pueblo, y demás demagogia que ya es tradicional en estos tiempos donde la industria lechonera del país pone sus servicios a los prohombres de la patria, pues muchos venden nuestra progenitura por un plato de lechona.
El «Gran Colombiano» por ejemplo ya anunció su participación nuevamente en las arenas del Senado, según él por el amor que le tiene a Colombia. El mismo amor con el que aumentó la deuda externa, impulsó el TLC e inyectó su política de seguridad que dejó como resultado entre 2000 a 5000 jóvenes victimas de los falsos positivos según la ONU, pero algunos ciudadanos dan mayor prioridad a otros asuntos como el partido de Colombia con Chile, desde ya están buscando las boletas. Me pregunto ¿cuántos de estos colombianos sabrán quiénes son los actuales senadores y congresistas de la República?
Luego se están quejando de la atención que nos prestan las EPS, el mal servicio de las telecomunicaciones, el malestar de los campesinos porque sus productos no son competitivos en el mercado colombiano y creen que poniendo una foto en las redes sociales están siendo patriotas. Es en el momento de las elecciones donde debemos estar más atentos para evitar elegir mal y que queden los congresistas elegidos por las multinacionales y sectores privados para que defiendan sus intereses desde estas corporaciones. Elegimos gente que ni lee las leyes que se aprueban. Se pregunta este desastroso y catastrófico escritor ¿cuál es el país que les vamos a dejar a nuestras generaciones próximas?
Por lo menos nuestros ilustres dirigentes sí saben qué dejarle a sus generaciones, envían a sus hijos a los mejores centros educativos del país. Si uno de ellos se graduara de algún colegio distrital se daría cuenta que esa educación es bastante incipiente, pues es evidente que no le sirve de nada en la realidad laboral al joven. Por ello se ocupan de dejar a sus descendencias trabajando en el sector privado o público y en otros casos hacen una carrera política y se convierten en los delfines que salen elegidos con algo que llaman maquinaria política, que son una partida de colombianos poco inteligentes que terminan votando por becas, prevendas y demás arandelas dignas del aprovechamiento de esa clase honorable, que se vale de las desdichas de esa otra gente colombiana.
¿Es mucho pedir acaso que se enteren a quiénes les van a entregar el país por cuatro años? Que ocupen una parte de su tiempo en averiguar quiénes son esos tipos a los cuales nuestros impuestos van a pagarles escolta, carros y hasta un sueldo para que dizque defiendan los intereses de los colombianos, para que los jóvenes no continuen matándose en las calles con los escuadrones móviles antidisturbios mientras que nuestros dirigentes de izquierda o de derecha continuan vendados con la realidad que viven los ciudadanos, echándose la culpa los unos a los otros.
¡Salve usted la patria! No permita que otro la salve por usted, ser colombiano es más que ponerse la camiseta de la Selección Colombia, gritar un gol de Falcao y echar harina en la calle. Yo también trato de evitar esa bella costumbre que tenemos de culpar a los demás sin asumir nuestras responsabilidades. ¿De qué sirve quejarse si el cambio debe empezar por usted? No esperemos a que llegue el prohombre a cambiar nuestra realidad. Sí, ese que mientras cabalga puede tomar café. Porque los héroes en Colombia no existen y si usted no asume su responsabilidad nadie va a cambiar el contexto del país.
Lo que sí queda claro es que lo que resta de este año y hasta junio del próximo la cosa política estará moviéndose, pues los «titanes» políticos alistan sus mejores armas de seducción y alianzas que solo se dan en esta coyuntura para ganar los votos. Ellos saben que necesitan de nosotros para que puedan llegar a sus curules, por ello dejemos de ser tan ignorantes y votemos pensando en que los jóvenes están ávidos de oportunidades y que ojalá al próximo Congreso de la República llegue gente honorable y no mafiosos que a mitad del periodo abandonan por nexos con amigos de dudosa reputación que dejan en vergüenza la forma en que se hace política en este país porque usted seguramente deja que los demás decidan por usted.
Hay un espinoso camino que tenemos que recorrer y es empezar a dejar de creer que los mesías nos van a venir a solucionar la vida. Solo cuando empecemos en realidad a sentir el país de la misma forma que cuando juega la Selección, uniéndonos todos a apoyar los cambios de fondo que requiere nuestra nación e informándonos sobre quién es el personaje por el cual voy a votar, empezaremos a avanzar un «poquitico» en dejar un mejor país a nuestras venideras generaciones.
Son un grupo de jóvenes que dan su visión particular sobre el acontecer político, cultural y social ante todo tratando de generar una reflexión critica.
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