Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.
Qué bueno es que recuerdes después de un año cómo inició todo con ella, que la cuides, que la atesores como lo mejor que te ha pasado en la vida. Eso demuestra el gran hombre que eres, de esos que ya casi no encuentran las mujeres de estas épocas.
Pero recuerda por un momento a quien le precedió. Sí, exacto. A ella me refiero. Todo lo que viviste con ella. No creías tu suerte cuando tu vida coincidió con la de ella porque venías de un tiempo difícil y ella parecía ser la indicada para curarte esas heridas que te dejó el pasado. Además de ser muy linda era bastante lista y eso te dejó perplejo. ¿Era necesario pedir más?
Pero algo falló. Una pieza no encajó en el sistema y pronto te viste andando en círculos. Sin importar qué hicieras, no generabas lo suficiente en ella para que se diera ese siguiente paso. ¿Cuándo se fue todo al traste? ¿De pronto cuando la consideraste la “mujer perfecta”? Es posible.
Aún existen esos días al azar en los que tus recuerdos se revuelven en tu cabeza y te llega ese momento en el que pensaste que te ganarías su odio por el resto de su vida. ¿Cómo podrías hacer eso? Robándole un beso, uno muy apasionado, uno que contuviera la intensidad de lo que sentías por ella. ¡Vaya! Fue algo muy, muy fuerte. Por un segundo, que te pareció el más tensionante de tu vida, pensaste que no podrías soportarlo más y terminarías dándole motivos para que no volviera a hablar contigo jamás.
Afortunadamente no ocurrió nada que lamentaras el resto de tu vida (vamos, tú sabes que sería así) y ahora vives feliz. Te alegras de que hayas sido puesto a prueba por ti mismo a causa de ella y de que todavía intercambies una que otra palabra con ella. Esos retos te ayudaron a llegar aquí. Te permitieron descubrir a esa mujer con la que valía la pena caminar, almorzar, incluso no hacer nada un domingo por la tarde.
T. @juanpall