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El pasado 18 de Noviembre comenzó un gran sueño en la Fundación Getulio Vargas de la ciudad de Río de Janeiro. Tras más de seis semanas intensivas de formación, contenido y trabajo arduo de uno de los programas más innovadores y creativos enfocado a jóvenes universitarios de América Latina, inició esa pasión por transformar nuestra realidad y entorno. Me refiero al programa para el Fortalecimiento Función Pública en América Latina que comenzó el 3 de octubre de 2015 en la Universidad de Brown (EE.UU.), continuó en España y terminó en Brasil. Esta iniciativa fue más que un curso académico o estrictamente teórico, se convirtió en un antes y un después para las vidas de 32 jóvenes valientes que se atrevieron a creer, a sacrificar de su tiempo, esfuerzo y dedicación al desempeño de una tarea que hoy encuentra su clímax máximo de incredulidad y se ve opacada por las malas prácticas de unos y la indiferencia de otros, hablo acerca de la Función Pública en América Latina.
Este buen experimento lleno de largas jornadas, itinerarios extenuantes, diversas metodologías y actividades comenzó con preguntas como: ¿Porqué creo que me eligieron? ¿De qué estoy orgulloso?, entre otras, fueron preguntas poco superfluas que trazaron el camino de conocernos, reconocer el uno al otro y saber que aún con diferentes profesiones, ideologías y formas de ver la vida, hay un mismo ideal que nos une a todos: la vocación y el llamado a servir en lo público.
El programa lo que busca es unir talento, compromiso y liderazgo. Es decir: 1. Identifica nuevas formas de hacer las cosas, incorpora la innovación. 2. Capacita a aquellos que son capaces de realizar esas nuevas formas de hacer, apoya el talento. 3. Fomenta la creatividad, por la cual somos capaces de reinvertarnos y plantearnos nuevas soluciones a las demandas actuales que tienen los ciudadanos; y ello se da con la finalidad de generar en todo un desarrollo social, económico y cultural de nuestros países y de la región.
No en vano, nuestra región y el mundo está afrontando una crisis que genera tendencias sociales distintas, creando nuevos paradigmas. Hay falta de reflexión en la toma de decisiones y en las políticas públicas. En medio de este ambiente surge la pregunta ¿quién toma las decisiones? ¿Quién es capaz de pensar, interpretar la realidad adecuadamente, comprometerse, y en definitiva, sumar y unir voluntades?, ya que el desarrollo de nuestros pueblos no tiene que ver con los recursos que poseemos (esos condicionantes ayudan), pero no definen el devenir de nuestros países, lo que en verdad define el desarrollo sostenible son las políticas trazadas por cada país, especialmente, desde sus instituciones públicas. Por ello, en medio de esta urgencia social lo que demuestran las instituciones, es la necesidad de tener al frente personas como nosotros, los mejores, siendo la esperanza del cambio. Esto lejos de ser un alago, se convierte para nosotros en una gran responsabilidad generacional, un compromiso social ineludible con nosotros mismos y con los que nos rodean.
Por tal motivo, es que quiero dedicar este escrito a 32 valientes latinoamericanos -de entre 7.000 postulaciones, 1000 candidatos y de 325 universidades- que tomaron la firme decisión de no conformarse con lo que veían, tomaron partido, se arriesgaron a actuar, dieron un paso al frente y ahora hacen que las cosas sean posibles en cosas tan sencillas como:
Sonreír siempre, despertar a tus compañeros, mostrar el amor en todo momento, decir Despierta!, ser el más humilde, tomar café todo el tiempo, ver la vida desde lo rico, ser alegre, buscar la autenticidad, ser motivador, ser líder, formar polémica, luchar por la gente, ser sensible, no olvidar nuestras las raíces, ser un ciudadano mundial, ser esforzado, tener convicciones fuertes, saber comunicar, tener una visión integradora, tener siempre un aporte sincero, ser soñador y arriesgado, mirar a los ojos, ser un ejemplo a los jóvenes, ser solidario, ser curioso con gran capacidad de trabajo, ser el mejor, ser el “bicho raro”, estar apasionado por la educación e investigación, ser coherente, saber leer, pensar y actuar… y mucho más!
Es así, que tras conocer a muchos más jóvenes que hacen parte de la familia Botín, que es la Red de servidores públicos en América Latina puedo decir que tengo el privilegio de compartir con líderes y valientes latinoamericanos que sacan su talento a pasear al servicio de sus países y región. Nuestro reto e invitación es construir red entre todos, en igualdad de condiciones. Ahora debemos tomar las herramientas que nos dieron y trabajar. Nuestro principal valor es la amistad, somos una comunidad que late con un mismo corazón y tiene un objetivo en común.
Finalmente, pero no menos importante, que sería de esta gran experiencia sin el reconocimiento a los verdaderos protagonistas anónimos de esta gran odisea. Gracias por llegar justo a tiempo, gracias por la confianza y por creer en nosotros, gracias a la Fundación Botín, Santander, Emilio, gracias Javier (todos los que conocimos), Lola, Iñigo, Félix, Borja, Seth y Rodrigo gracias a todos!. Esta ha sido una experiencia personal que ha tocado nuestra vida para tocar la vida de los demás, nos han brindado una dosis de pasión para apasionar a los demás y sobre todo nos han transformado para así, transformar la vida de los demás.
No nos dieron las respuestas, sino que nos enseñaron a saber hacer las preguntas adecuadas y correctas. Entendimos que verdaderamente juntos podemos hacer mucho más que individualmente. Solos no podemos, la realidad la cambian minorías creativas, como estos 32 valientes latinoamericanos, como estos 200 servidores públicos. Todos tenemos una vocación, un fuerte llamado a trabajar por una causa común, es nuestro compromiso con lo público. De esta forma, quiero que reflexionemos en una frase que me marcó de principio a fin: “debemos luchar por lo que queremos ser, no luchar contra lo que soy”, de gracia recibimos ahora demos de gracia.