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Las negociaciones entre el Gobierno y las Farc siempre fueron motivo de discordia para la ciudadanía en general, se generó gran polarización entre aquellos que incentivaban la firma del acuerdo y quienes creía fielmente que el acuerdo se podía mejorar. Esta polarización absurda evolucionó en discusiones groseras que realmente no le sirven al país, y abrieron el camino a aquellos que promulgan “acabar con la corrupción” como bandera de campaña, sin ponerle atención a otros puntos fundamentales del país.
¡El acuerdo de paz ya está! Lo firmó el Presidente, lo refrendó el Congreso, la Corte Constitucional se pronunció, y es por ley hacerlo cumplir; ya no deberíamos enfocarnos en discusiones basadas en que se pudo hacer mejor o que no se hizo. Bien o mal, este acuerdo nos llevó a ser ejemplo a nivel internacional en solución de conflictos. Bien o mal, este acuerdo nos hizo recapacitar sobre las necesidades de una reforma estructural al agro colombiano. Bien o mal, este acuerdo plantó soluciones para impulsar al país a través de la reconciliación, el perdón de las víctimas y los victimarios.
Bien o mal el acuerdo ya está, y es deber hacerlo cumplir. Así como Timochenko le dio palo al Gobierno en su discurso en el evento de “dejación de armas”, por la poca eficiencia de la logística en las Zonas Veredales Transitorias de Normalización -ZVTN-; así es como deberíamos defender el acuerdo respecto a que las Farc entreguen la totalidad de las armas guardadas en las guacas y una lista transparente y completa de todos sus activos fruto de los delitos del narcotráfico, la extorsión y el secuestro.
Paralelamente al acuerdo de paz no le hacen falta más de 15 proyectos de ley para cumplir con su implementación, y para esto el Gobierno tiene algunos Conservadores, Liberales y la U dentro del Congreso, que harán que estos proyectos se tramiten de forma rápida en el segundo semestre del 2017. Lo que en otras palabras se quiere decir es que el acuerdo estará dentro de un ordenamiento jurídico a final de este año, y que una posible modificación en el futuro no le será fácil al próximo presidente colombiano.
Lo que sí le debería ser fácil al próximo presidente y además es lo realmente importante para Colombia, es atacar los problemas que salieron a luz después del acuerdo y que se gestaron de manera paralela a este acuerdo; como el aumento de la inseguridad en el territorio nacional, la poca dinamización de la economía, el precario sistema de salud, la efímera logística productiva del país en vías e infraestructura, y el estancamiento de Colombia dentro de los más altos estándares de comercio internacional.
Para el ejemplo en materia de seguridad y economía, mientras discutíamos sobre el acuerdo de paz, su refrendación e implementación; las áreas cultivadas de coca aumentaron en los últimos 3 años de 60.000 a 188.000 hectáreas según cifras de la Casa Blanca. Adicionalmente el Departamento Nacional de Planeación indicó en su investigación Narcomenudeo en Colombia, una transformación de la economía criminal, que en el país existen cerca de 1’500.000 de consumidores de cocaína y marihuana que se ha derivado en una economía criminal de micro-tráfico, que a su vez administra aproximadamente seis billones de pesos anuales y generan unas bandas de pandilleritos que azotan a las personas en las ciudades.
Esto quiere decir que la inseguridad en las calles la ha alimentado el fenómeno del micro-tráfico, pero la inseguridad a nivel nacional la ha aumentado el narcotráfico creciente en todo el territorio nacional. Las bandas criminales (Bacrim, Urabeños, Rastrojos), los bloques disidentes de las Farc, y el Eln son los más grandes grupos que hasta hoy se pelean un negocio que maneja aproximadamente 700 toneladas de cocaína y 21 billones de pesos al año en actividades delictivas que se traducen en homicidios, robos, extorsión y secuestros.
Los índices de inseguridad están en un estado tan crítico, como lo demuestra un informe de Medicina Legal hace 2 semanas, donde se menciona que en el último año se han presentado 11 mil casos de homicidios violentos, 2300 suicidios, 10 mil casos de agresiones a niños entre los 5 y 9 años, y más de 20 mil casos de agresión contra la mujer. Para un ejemplo, solamente en Bogotá, el informe de Bogotá Como Vamos indica que matan 3.5 personas, roban 8.4 motocicletas y 7 carros, y atracan a 74 personas en un solo día solo en Bogotá.
Respecto a la economía, esta tampoco se salva de su pésimo desempeño. Aunque si es verdad que la disminución de los precios del petróleo afectó la productividad nacional, no es suficiente argumento para tener cifras de crecimiento económico alrededor del 2%, cuando el potencial de crecimiento de Colombia está alrededor del 5% y el 6%. Sin embargo, la relación del sector minero y la productividad de la economía demuestran la precaria diversidad de la economía en otros sectores productivos que se deben fortalecer, como el agropecuario y la industria.
La industria ha sufrido grandes disminuciones que realmente preocupan la dinámica productiva del país. Según la más reciente Encuesta Mensual Manufacturera del DANE, solamente en el mes de mayo la producción industrial cayó 0.6% y las ventas industriales un 1.9%, basadas especialmente en la disminución en la fabricación de carrocerías (-35%), trilla de café (-22.5%) y fabricación de automotores (-14,7%), para una contracción total a mayo sobre la industria del 1.3%, lo que al mismo tiempo se define una disminución del comercio minorista que para mayo fue de -0.5%, sin mencionar que para febrero el mismo comercio cayó 7.2%.
En materia de comercio y de industria se podrían seguir pronunciando cifras preocupantes que afectan la dinamización de la economía. Sin embargo, es realmente preocupante por encima de eso la presencia de un riesgo sistémico al resto de la economía, principalmente sobre la confianza de los inversionistas, donde estos últimos han hecho disminuir sus flujos de capital en inversión en un 46% en el primer trimestre del 2017 generando paralelamente una afectación sobre el sector del transporte (-58,7%); electrico, gas y agua (-95,24%); y minero (-248,23), según cifras del DANE y Banco de la Republica.
Estas cifras son el argumento suficiente sobre los temas que le generan preocupación a la gente, a esas personas que sufren realmente todos los días con la inseguridad y la disminución del poder adquisitivo. Esas personas que han perdido la confianza de consumir, gastar y de invertir en una Colombia realmente polarizada. Una Colombia con necesidad de optimismo y amor por la patria, y en especial preocupada por las soluciones que afecten a los casi 50 millones de colombianos y no a los 7 mil desmovilizados de las Farc.
Entonces mi pregunta es: ¿seberíamos seguir peleando sobre el acuerdo de paz o le ponemos cuidado a los problemas importantes del país? Yo creo firmemente que debemos dejar la polarización que nos causó el acuerdo de paz y deberíamos enfocarnos en escoger para las próximas elecciones personas con la capacidad y experiencia en mejorar la economía y la seguridad. Porque realmente cuando uno escucha a la gente o al ciudadano de a pie, ellos confirman con gran fervor que el dinero no alcanza y la inseguridad es cada vez mayor.
