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María Andrea RojasPor: María Andrea Rojas

La Asamblea General de las Naciones Unidas define a los jóvenes como aquellas personas que se encuentran entre los 18 a 24 años de edad. Esta definición fue adoptada para el año de 1885. El reconocimiento es de los jóvenes como agentes potenciales de cambio, así como personas que pueden sensibilizar a los adultos a asumir retos y desafíos en el siglo presente. En la juventud es donde nos formamos profesionalmente para desempeñar un rol dentro de la sociedad, por eso la importancia de recordar la rebeldía como un rasgo esencial de la juventud para seguir cuestionándonos y cambiando el sistema.

Sin embargo, la lógica economicista deja de lado este rasgo esencial para convertirnos en seres racionales guiados por la maximización de nuestros propios beneficios. La disyuntiva entre la lógica racional y el deseo de cambiar el mundo a través de nuestros ideales aparece como un dilema moral bastante difícil como para liberarnos. Es allí cuando la realidad de la propia vida cae por su propio peso para evitar que este rasgo no sea maximizado y canalizado positivamente.

A principios del 2012, la población mundial superó los 7.000 millones, con personas menores de 30 años que representan más de la mitad de esta cifra (50,5%). El 89,7% de las personas menores de 30 vivía en países emergentes o en desarrollo. Uno de los grandes logros de la juventud han sido los nuevos espacios de poder que han logrado liderar los jóvenes en el mundo. Un gran ejemplo de este liderazgo ha sido el de Alexandria Ocasio-Cortez, una joven de 29 años que logró vencer a un poderoso candidato demócrata a través de una propuesta innovadora y diferente de hacer política. Y es justo esta rebeldía la que se necesita para cambiar las fallas que el sistema perpetua a través del tiempo.

Pero no se trata de ser el mismo rebelde de la adolescencia (18-19 años), aquel que transgrede las normas porque sí y sin una causa. El que solo rompe las reglas por placer. Se trata de evolucionar hacia una rebeldía transformadora y progresista, una rebeldía que nos lleve a ser críticos. Y es la que involucra a todos los que se atreven a vivir dignamente, a los que saben soportar el peso de la realidad, pero que por nada del mundo pueden soportar la injusticia propia o la ajena: los que aceptan las reglas de la sociedad pero son capaces de discutirlas y criticarlas.

@MAndreaRM

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