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Valeria RestrepoPor. Valeria Restrepo

A propósito de todos los hechos que ha desencadenado las corridas de toros, aprobadas nuevamente en Bogotá, me preguntaba yo: ¿Qué nos hace a los humanos sentirnos tan superiores a los animales como para decidir sobre su muerte?

Algunos podrían responder que se trata de nuestra capacidad para racionar, nuestra forma de organización social y política. En otras palabras, la evolución del animal de instintos, al animal político. Éste último para Aristóteles existe debido a la evolución que los seres humanos hemos tenido para organizarnos en sociedad en torno a instituciones y mecanismo políticos para ejercer control sobre los demás. Sin embargo, hay quienes critican esta postura al afirmar que la sociedad es el espacio más evidente en el que como seres humanos desarrollamos nuestra naturaleza animal, al punto tal que nos supera el raciocinio y nos lleva a actuar por instintos y no por criterios. ¿Es esto algo muy fuera de contexto?

La teoría de sociabilidad del hombre (zóon politikon) comprende a éste como aquel ser que vive en sociedad para poder sobrevivir, potenciando la racionalidad a través de una estrecha relación entre esta especie. Esto nos separa del estado natural de animal para clasificarnos en lo más alto de las especies, teniendo la habilidad de reunirnos en un entorno de paz y ayuda mutua bajo la paradójica “libertad total”. Argumento que sostienen los taurinos al expresar el evento como una forma de expresión, que no debe ser juzgada en cuanto se desarrolla en el marco de unos reglamentos que permiten racionalmente el gozo de esta matanza.

Sin embargo, cuando me refería a que hay momentos en donde el ser animal supera el ser racional hago alusión a que, si bien nos organizamos en sociedad para perseguir un bien común, es esta misma la que permea la razón y deja salir el ser bestia dentro de la sociedad que, se supone, le brinda los espacios y las características para no serlo. No esta para nada mal el ser animalista y defender a aquellos que no cuentan con las mismas capacidades del ser humano para defenderse por sí solos. Pero esto se ve opacado por la reacción que tuvieron muchos de los detractores de esta prácticas al atacar aquellos que “gozan de su capacidad racional”. Los videos a las afueras de la Plaza de Toros donde los animales cabreados parecen los opositores y no las pobres bestias mamíferas a punto de ser el centro de un espectáculo.

Rosseau contradecía a Aristóteles al decir que el hombre era mucho más feliz cuando vivía en su estado natural de animal, conviviendo bajo leyes de supervivencia e instintos, sin propiedad privada. Tal vez en este espacio no seríamos los humanos quienes matáramos por diversión sino que ni intentaríamos acercarnos a estos animales. Pero el hombre es, según Maquiavelo, perverso y egoísta; debido a que solo se preocupa por su bienestar al justificar los medios.

Con corridas o sin corridas no llegaremos a determinar qué tan racionales o animales somos. Lo que si opino es que el hombre como especie es lo suficientemente inteligente para creerse capaz de autogobernarse pero si esto fuera cierto no seríamos responsables de las grandes atrocidades que ocurren en nuestras sociedades como consecuencia de nuestros impulsos animales. Probablemente viviríamos en la paradójica perfección de sociedad participativa y no nos caracterizaríamos por sociedades lideradas por la ambición, egoísmo e irrespeto que nos hace tan animales como aquellas bestias que pelean salvajemente por una presa.

Twitter @Regovaleria

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