Una de las principales preguntas que deberíamos hacernos los antioqueños en relación a la institucionalidad imperante en Medellín y en general en el departamento de Antioquia, viene dada sobre si se ha ocultado o no a la ciudadanía algún tipo de acercamiento, pacto o acuerdo llevado a cabo entre el andamiaje público -especialmente el que tiene que ver con las últimas administraciones- y determinados grupos o estructuras delincuenciales.
Esta duda claramente se desprende del bochornoso episodio que se dio hace unos días, cuando el entonces secretario de Seguridad Ciudadana del municipio de Medellín fue capturado por presuntos nexos con la estructura mafiosa La Oficina de Envigado. Este escandaloso suceso aconteció porque supuestamente el ya mencionado funcionario participó en una serie de encuentros con grupos criminales, con el fin de disminuir el número de delitos en la ciudad. Sin embargo, es importante precisar que otras versiones apuntan a que los espacios solo representaron acercamientos exploratorios para consolidar un posible proceso de sometimiento a la justicia de actores, como sería el caso de la misma Oficina de Envigado.
Más allá de tal alarmante escándalo, si se hace memoria este tipo de capítulos de supuestas reuniones o hipotéticos arreglos -celebrados entre la misma delincuencia o la administración y los grupos delincuenciales-; no son extraños ni ajenos a la historia medellinense, por lo menos en el último tiempo.
Por ejemplo, bajo la administración de Aníbal Gaviria, concretamente en el año de 2013, se dio lo que algunos llamaron el “Pacto de fusil” o «Pacto de San Jerónimo», el cual se llevó acabo entre los Urabeños y la Oficina de Envigado. En este caso, la institucionalidad negó recurrentemente la existencia de dicho arreglo. Sin embargo, siempre estuvo presente en el ambiente la duda si algunos funcionarios tuvieron información o se hicieron los de la vista gorda sobre la realización de tal convenio.
Anteriormente, en la alcaldía de Alonso Salazar, también ocurrió un presunto pacto en el año 2010, entre las organizaciones de alias “Valenciano” y alias “Sebastián”- cabezas de las dos facciones de aquel entonces de La Oficina de Envigado-. Ahora, con dicho arreglo también surgieron dudas sobre qué tan informada estaba la administración municipal de lo que estaba sucediendo. De la misma manera, se dieron duros cuestionamientos sobre la legitimidad y, quizá, hasta la misma legalidad de la llamada “Comisión por la vida”, de la cual hicieron parte un grupo de ciudadanos que mediaron para dicha negociación.
No obstante, tal vez el marco más controversial y que genera más dudas en este asunto de los convenios criminales, se dio sin lugar a dudas en la llamada época de la “Donbernabilidad”. Dicho término alude al periodo en el que el ex máximo líder del crimen en la ciudad de Medellín, alias “Don Berna”, logró establecer un régimen paralelo para “mejorar” la seguridad ciudadana. Lo complicado de todo esto, fueron las versiones nunca verificadas o desmentidas en su totalidad, que se dieron respecto al rol que jugó el gobierno local durante la “Donbernabilidad”. Algunas de esas versiones aludían, por ejemplo, a que el alcalde por aquellos días, Sergio Fajardo- que dicho sea de paso quiere ser presidente- legitimó o, por lo menos, estuvo al tanto de esa gobernabilidad ilegal.
Ahora bien, lo realmente preocupante de este asunto es que bajo este manto de dudas de cómo funciona en realidad la seguridad en Medellín, se evidencia un claro poderío de las redes criminales, debido a que algunos grupos armados ilegales no solo son capaces de manejar a su gusto diferentes territorios urbanos- potestad que debería ostentar únicamente el Estado-, sino que aparentemente parece que han logrado enquistarse de manera directa o indirecta en el diario vivir de la ciudad y, con ello, en las instituciones públicas.
Por ello es que toda inacción, desatención o complacencia respecto a las organizaciones delictivas por parte de los actores gubernamentales encargados de velar por la integridad ciudadana no se debe tolerar en lo más mínimo. En este orden, es de suma urgencia exigirle más transparencia a las administraciones- a la actual y a las anteriores- acerca del tipo de relaciones que han establecido con los grupos criminales y, por fin, saber a ciencia cierta si se han omitido acciones contra los actores ilegales o se han ejecutado pactos con estos para mantener un “mejor” orden público.
El narcoparamilitar alvaro Uribe es el jefe absoluto de los bandidos en Medellín
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Nada que hacer. Medellin esta podrida desde la epoca de Pablito Escobar, y no hay metro ni cables que tapen esa hediondez.
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Es cierto, ningún alcalde ha podido cambiar la mentalidad y / o cultura de la ciudad. allí radica el problema; en un cambio de chips mental que recupere la conciencia de lo legal, de lo ético. Todos no hacen si no mostrar capturas a expensas de la policía y fiscalía llenando las cárceles como única solución. Ojo con Fajardo un hombre prepotente, arrogante; un aristócrata mas, que no pudo con la ciudad ni con el departamento mucho menos con el país.
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Así es la forma de gobernar en este país…………..No solo el estado ha sido débil, sino que se deja manipular y comprar
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«…Una de las principales preguntas que deberíamos hacernos los antioqueños en relación a la institucionalidad imperante en Medellín». La institucionalidad, como la autoridad se logran con pequeños echos, no con grandes publicidades y con cientos de policías en las calles o ahora con policía militar haciendo retenes vehiculares. Solo hoy, intente circular por la cicloruta al lado del aeroparque pero estaba completamente bloqueada por la gente del evento, cero respeto, incluso la misma policía bloquea la vía poniendo en riesgo la seguridad, especialmente de niños que por allí circulan; los motociclistas especialmente no saben que es un semáforo en rojo y no les importa las cámaras, nada, entonces, ¿de que vale o donde están las instituciones, donde esta la autoridad?
Muchos sacan pecho de Medellín la mejor ciudad del país, que Antioquia Federal, que Colombia moda, que Rigo, etc… Pero de verdad estamos mirando la ciudad con los ojos puestos en ella o en nuestros sueños y el orgullo paisa (que se volvió solo orgullo sin fundamento ya sin raices). Ahora estamos en feria y ve uno gente tomando en las calles (algo que para mi es parte de nuestra cultura, pero prohibida quien sabe con que real objetivo) y con la policía al lado, acaso eso no hay que sancionarlo, por mas desacuerdo que uno este si la policía no hace cumplir las leyes, ¿como piensa construir autoridad?
¡Hombre!, si hay un evento que va a bloquear un medio de movilidad como una calle o una cicloruta, lo lógico es cerrarla o señalizarla o hacer una vía alterna o sera que yo entendí mal y las ciclorutas y el programa ENCICLA no son elemento básico en la política de movilidad de la ciudad más innovadora del mundo y la más contaminada de Colombia (también la que posiblemente mejor mide el estado ambiental).
Hoy un motociclista casi mata a un niño en bicicleta en la 30 con la 70. El niño iba por la cicloruta y espero pacientemente que el semáforo de las bicicletas se pusiera en verde y paso y por un «milagro» no salió mañana en el Q’hubo y que pasa… Nada, demás que el motociclista salió en la foto de la cámara ubicada en ese punto… Para mi es un intento de asesinato por parte de un sociopata que debería estar encerrado por presentar un gran peligro para la sociedad, pero ya es tan común que solo unos insultos por parte del asustado padre del niño y la pregunta de la niña de unos 7 años que estaba a mi lado: ¿porque ese señor se paso el semáforo y casi mata a ese niño? Como le explica uno eso cuando la idea es que los niños aprendan con el ejemplo..
Antioquia Federal, Medellín la mejor ciudad de Colombia… Puede que si, ¿pero con quien nos estamos comparando?, de verdad estamos nosotros, cada uno de los que decimos que queremos la ciudad siendo conscientes de lo que estamos viviendo, de lo que pasa en la ciudad o como ya no hay alertas ambientales creemos que ya el problema se solucionó… Pero ni modo, esperemos a ver que hace Daniela con el tatuaje con el nombre de James (al menos no es la esposa de Miller Stiwar o cualquier otro portento cultural de la ciudad).
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Medellín es una olla, todos los barrios, empresas, vendedores ambulantes, todos pagan vacunas. Extorsiones. Putas y drogas por todos lados. Barrio Antioquia allá consigue lo que quiere al igual q en el parque lleras.
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Todo cuento, muchacho mire las cifras 6 o más asesinatos diarios, en cada barrio hay dos combos uno con microtrafico y otro a extorsionar buses,negocios y repartidores, 500 desaparecidos,diario las ventas de cocaína superan los 5 mil millones.
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Solo son cuentos que se repiten porque le paso «al amigo de un amigo» que lo escriba este pelagatos no le da mayor fidelidad a estos cuentos
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