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Josué MartínezPor: Josué Martínez

Desde hace algún tiempo todo lo relacionado con Uber ha venido tomando más espacio en los principales diarios y portales de noticias de muchas ciudades alrededor del mundo. Y es que esta plataforma dejó de ser hace rato una simple idea de negocio emergente para convertirse en una solución en muchos sentidos para varios actores sociales y en obstáculo y piedra en el zapato para algunos otros, creando controversia y opiniones encontradas respecto de su funcionamiento y legalidad en materia de transporte.

Para hacer corta una historia larga, diré que la primera forma de Uber nació en San Francisco en el 2009 en la residencia de un joven empresario aún sin graduarse, Travis Kalanick. La idea prometía y Google aportó más de 200 millones de dólares para su desarrollo. Aunque comenzó con otra perspectiva, Uber se convirtió en el puente entre usuarios de Taxi y los conductores de estos a través de una aplicación que los usuarios descargan en su teléfono inteligente de forma gratuita. Hoy está presente en 45 ciudades de más de 200 países en todo el planeta y está valorizada en unos 42.000 millones de euros. Para obtener más datos basta con googlear Uber y encontrará un historial completo y un perfil detallado de su creador.

La discusión no es si el servicio de Uber es bueno o malo, de hecho ha tenido una gran aceptación entre las personas que lo pueden pagar (sus tarifas son mucho más caras que las de los taxis amarillos). Son muchas cosas a su favor: la presentación personal de los conductores, la familiaridad que ofrece el acercamiento que hace la plataforma entre conductor y usuario, el aseo de los vehículos, el hecho de ser indispensable el uso de tarjeta que acaba con el dolor de cabeza de los billetes grandes, la atención (desde abrir la puerta, ofrecer dulces hasta poner la música que prefiera el pasajero), la puntualidad: después de solicitar el servicio es casi inmediata la respuesta, etc. Pero resulta que Uber es también una gran oportunidad de negocio para los conductores o dueños de carros que se afilian a él. Mientras que para entrar a una empresa como servicio especial, sean petroleras, hoteles o empresas de turismo; los interesados deben pasar por un sinnúmero de pruebas y papeleos demorados y costos, contar con una alta cantidad de dinero, esperar 60 días para recibir su primera paga, sin contar con que hoy en día hay muy pocas vacantes; el proceso para entrar en Uber es sencillo y se hace todo por internet.

Aunque es necesario tener todos los seguros y papeles en regla, el proceso es mucho menos complejo, no tienen que contar con mucho dinero, lo único que cobran es el aparato con el que van a estar conectados a la plataforma y éste es financiado a varias cuotas. Uber se queda con el 20% de las ganancias totales y el pago es semanal sin falta una vez se inscriben. Si superan los 55 servicios a la semana el transportador recibe un millón de pesos como bono. Adicional a eso el conductor maneja su tiempo: está de servicio mientras esté conectado a la aplicación. Si cree que ya hizo lo del día, se desconecta y puede dedicarse a otras labores. Lo anterior sumado a que con Uber no hay que pagar unas cifras gigantescas por el cupo, sin duda hace de esta una herramienta muy apetecible por usuarios y trabajadores del transporte en Bogotá y en cualquier ciudad del mundo.

Más bien, la discusión tiene que ver con la legalidad y la oposición férrea que se ha creado por parte del servicio público de taxi en Bogotá. Según en el Ministerio de Transporte una aplicación no puede ofrecer un servicio individual con vehículos de servicio especial como lo hace Uber y ahí radica la condición de ilegal. Estas plataformas según el gobierno deberían trabajar con el servicio de transporte público organizado de la ciudad, en este caso los taxis amarillos. Y aquí hay un verdadero problema porque Uber se caracteriza por el buen servicio al que ya nos referimos antes y los taxis tradicionales son todo lo contrario: vehículos en mal estado, muchas veces con mal olor, mala atención, increíblemente a los conductores no les sirve para dónde va el pasajero y un sinfín de desatenciones que ya sabemos de memoria. Creo que la solución de los taxis en este caso es comenzar a concientizarse de que no han estado haciendo bien su trabajo, comenzar a mejorar su servicio, competir con las nuevas aplicaciones con buen trato y calidad, si quieren salvar ese gremio porque quedó demostrado que ya no son los únicos y que no pueden seguir tratando a la gente de la peor manera.

Sin duda otra de las razones del problema con Uber es que en nuestras ciudades no hay leyes adecuadas para regular las tecnologías emergentes que comienzan a mover todos los sectores de la sociedad. En este caso me parece que los gobiernos, las administraciones y el legislativo deben trabajar mancomunadamente en busca de modificar las normas para entrar en el mundo de las innovaciones tecnológicas sin afectar a unos ni a otros, logrando que estas ideas sean para que se beneficien la mayor cantidad de personas en el círculo social. Teniendo en cuenta las utilidades que ha dejado para sus creadores, creo que Uber debe estar dispuesto a revisar tarifas y detalles en su funcionamiento, si se lo exigen, así esto represente acomodarse a normas y lineamientos con tal de salir de la ilegalidad.

Por otro lado, está la molestia por parte del gremio de los taxistas liderado por don Uldarico Peña, Zar del transporte de taxis en Bogotá. Pintoresco personaje por demás, tiene afiliados a su empresa a más de mil taxistas que prestan el servicio en el Aeropuerto El Dorado, taxis que vende él, cada uno por más de 100 millones de pesos, sin contar el cupo que va por el mismo precio más o menos. Adicional a eso recibe 240 mil pesos mensuales de afiliación por cada taxi y 95 mil más por la frecuencia de radio y vende los equipos de comunicación. Hay por supuesto quienes defienden al señor Peña argumentando que a través de su empresa da de comer a miles de familias afiliadas al gremio. Ejemplo de ello es un perfil hecho por el periódico El Tiempo en donde nos muestran un perfil humano y trabajador de él (ver Nota); en contraste con un artículo de La Silla Vacía que nos hace ver a un Uldarico amo y señor de los taxistas, que recibe miles de millones de pesos al mes a través de su empresa y que tiene monopolizado el sector (ver Nota). Sin mencionar que al parecer hoy está en funcionamiento una nueva aplicación llamada viajes imperial que maneja el mismo mecanismo y vehículos que Uber, que transporta a las mismas personas individuales creada por don Uldarico Peña.

Como ya lo dije antes el Ministerio de Transporte declara ilegal a Uber y el jueves pasado en la noche la superintendencia de puertos y transporte se daba a la tarea de investigar, seguir y castigar a los conductores que trabajen con esta aplicación. Extrañamente no hubo declaraciones del gobierno ni de las entidades reguladoras respecto de viajes imperial, el Uber de Uldarico. De hecho, la ministra de Transporte la semana pasada ni siquiera sabía que esa empresa existía, según declaraciones que dio a una importante emisora de radio.

¿Será que Uldarico es un esforzado trabajador que quiere lo mejor para el gremio y lo hemos estado juzgando mal? ¿Será que la ministra en realidad no conocía el Uber de Uldarico y ya que lo conoce lo declarará ilegal y la superintendencia irá en su cacería? ¿Será que hay que perseguir a Uber por que comienza a terminar con uno de los tantos monopolios que hay en nuestras ciudades, y a algunos Zares no les gusta que aparte de ser rentable para sus dueños, también sea una nueva forma de negocio donde se lucra también la clase trabajadora? ¿Sera que les molesta que venga una empresa de afuera y traiga trabajo digno y buenos ingresos a los dueños de vehículos, en vez de subyugarlos y sacarles plata por todos lados para llenarse los bolsillos, como están acostumbrados a hacerlo?…No se pierda las respuestas a estas y otras inquietudes en los próximos días en nuestra querida, equitativa y justa sociedad.

T @10SUE10

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